Información y mitos en internet: ¿Qué creer y qué no?

Antes de tomar por verdadero todo lo que encontramos en internet, es bueno seguir una pequeña serie de recomendaciones para verificar si nos enfrentamos a una información fidedigna o no.

El profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Concepción, Alonso Benavides, enfatiza en que uno de los aspectos a los que debemos ponerle más atención es a la autoría del texto. Es posible que el autor/a de un sitio simplemente haya copiado información desde otra fuente, por lo que no debe extrañarnos si leemos exactamente el mismo artículo en dos o más páginas web.

Otro consejo útil es fijarse en el nombre de la página que estamos leyendo, o incluso en su apariencia. Usualmente los sitios serios y confiables pertenecen a alguna organización que se especializa en algún área del desarrollo humano, o bien, son respaldados por una.

Ante la duda del origen de la información que se nos está entregando, algo tan simple como una búsqueda en Google (en su versión normal o académica) puede ser de gran ayuda. Sólo basta con buscar el nombre de cualquier investigador, figura de renombre u organización que se cite en el texto que estamos leyendo. De esta forma podemos comprobar no sólo la existencia de estas personas o entidades, sino que también la veracidad de la información que tenemos ante nosotros.

Sin embargo, de acuerdo al profesor, el problema principal pasa por un exceso de conformismo a la hora de enfrentarse a la información. En cuanto al acceso a la información, ya sea a través de internet o mediante libros, Benavides afirma que “no hay una educación formal en el uso de estos recursos”.

Manuel González, profesor y encargado de las referencias electrónicas de la Biblioteca Central de la Universidad de Concepción, opina que el usuario promedio no tiene cómo diferenciar lo real de lo irreal. Para él, el problema principal radica en la falta de educación. “A la gente no le interesa lo que es real y lo que no es real. Va por sus intereses emocionales y por las curiosidades”, señaló González.

La respuesta parece ser compleja. Por una parte, las universidades y bibliotecas sirven como entes educadores en el acceso a la información y como filtros generales de esta. Sin embargo, internet suele escapar a ellas, debido a la inmensidad de información que circula y la libertad con que lo hace.

En definitiva, discernir entre la información fiable y no fiable depende principalmente de nuestra voluntad de investigar temas de nuestro interés, por cuenta propia, y de nuestra capacidad de cuestionar lo que percibimos.

Para terminar, recomendamos la lectura de «Tres criterios para evaluar la calidad informativa en Internet: credibilidad, cobertura, novedad», de Gloria Gómez Diago, disponible aquí.

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