La disputa por la fábrica Bellavista Oveja Tomé

La organización civil de Tomé consiguió frenar -por ahora- el proyecto, a través de su declaración como Monumento Nacional, aunque falta la firma de la ministra de Educación, quien declaró su voluntad de hacerlo. Sin embargo, la demanda interpuesta por los propietarios podría evitar que esto llegue a concretarse.

Sus puertas de fierro forjado de más de tres metros de altura, son la antesala de una imponente infraestructura que no deja indiferente a quien la visita. Recorrer la fábrica es imaginar un viaje al pasado. En su interior se encuentran las máquinas de origen belga, que datan de la década de los años ‘60, con las cuales aún se elabora una de las telas de más alta calidad de Chile. El opaco gris de las gruesas paredes de cemento y en ellas sus ventanas quebradas y a maltraer, revelan el paso de los 151 años de historia que han definido gran parte de la cultura de una ciudad que prácticamente se construyó alrededor de sus faenas. Por estos días, esa tradición se podría perder.

 

Cronología del conflicto

En febrero de 2014 la municipalidad de Tomé, en representación de la voluntad de los tomecinos expresada en más de 60 cartas dirigidas en ese entonces al Concejo Municipal, presentó al Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) el expediente en el que solicitó la declaración patrimonial para la totalidad de la infraestructura y las dependencias de la fábrica Bellavista Oveja Tomé. Posterior a ello, en el mismo año se realizó una reunión en Concepción para informar a sus dueños, el Banco de Chile y a sus controladores, el grupo Sabat, acerca de este requerimiento.

En enero de 2015, el CMN convocó a una reunión en Santiago en la que participaron los mismos actores, más el entonces Consejo Comunal por el Patrimonio de Tomé (hoy, Mesa Ciudadana por el Patrimonio de Tomé), con el objetivo de definir una estrategia de trabajo conjunta para impulsar la declaratoria. En la ocasión se acordó fijar otra cita para abril o mayo de ese año, pero ésta no se concretó.

El documento municipal permaneció dormido hasta comienzos de 2016, cuando Juan Carlos Sabat -por poder del Banco de Chile- ingresó al municipio una solicitud de modificación del plano regulador comunal, que consideró modificar el uso del suelo en el que se encuentra la fábrica desde industrial a «residencial, comercio y servicio».

De acuerdo con el documento entregado a la municipalidad, el proyecto contempló demoler parte de las dependencias para construir 180 mil m2 de departamentos de dos y tres dormitorios y de tipo loft, cuyo mercado objetivo estuvo enfocado a «profesionales y emprendedores de ingreso medio-superior«. La iniciativa también precisó mantener sólo «las fachadas principales y la torre de reloj», debido a «el carácter icónico del pasado histórico de Tomé».

La noticia del ingreso del escrito a la municipalidad no tardó en llegar a los habitantes de la comuna costera, quienes se organizaron y constituyeron el 27 de febrero de este año en la Mesa Ciudadana por el Patrimonio de Tomé: punto de encuentro entre personas y cerca de 20 organizaciones comunitarias e iniciativas sociales de la zona.

Según relata uno de sus voceros, Claudio Ramírez, «se realizó una campaña de recolección de firmas en el barrio Bellavista y en varios puntos de Tomé, para acelerar el proceso de declaración de patrimonio de la fábrica». Lograron juntar cerca de 6 mil firmas de apoyo en, apenas, tres sábados continuos.

 

La escalada del conflicto entre el interés económico privado y el anhelo social trascendió la esfera local y llegó a oídos del CMN en Santiago, quienes enviaron el 23 de marzo a una representante a la zona para evaluar el escenario. En aquella oportunidad la alcaldesa de la comuna, Ivonne Rivas (DC), se reunió con el CMN y ratificó el requerimiento formal del municipio presentado dos años antes. Aquella visita permitió que el Consejo reactivara el debate de la petición.

 

Pasado glorioso

El desarrollo de la fábrica está íntimamente ligado a la cultura de los tomecinos. Su auge económico se extendió durante los primeros dos tercios del siglo XX. En 1970, fue la primera empresa en Chile en ser estatizada por el gobierno de Salvador Allende y en 1973 fue intervenida militarmente días antes del golpe de Estado de Augusto Pinochet. Vivió dos quiebras: una en 1981, como consecuencia de la fuerte crisis económica por la que atravesó Chile durante aquellos años y la otra en 2007, tras la administración del grupo Kaufmann, el mismo que tiene en el país la representación del fabricante de automóviles alemán, Mercedes-Benz.

 

Infografía: Nicolás Fajuri Clarke.

 

Doble discurso

El miércoles 13 de abril se realizó la reunión definitiva en las dependencias de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, en Santiago. En representación de la Mesa Ciudadana asistieron Rodrigo Núñez, también vocero, Juan Reyes, tomecino que trabajó en la fábrica desde 1959 hasta 2007 y el actor Erto Pantoja, hijo de trabajadores de la fábrica, cuyas raíces se encuentran el sector Bellavista. Núñez relató el encuentro: «Nosotros llegamos allá sin saber quiénes iban a estar y cuando le pedimos participar de la reunión a la secretaria del Consejo de Monumentos, ella nos señaló que podíamos ingresar tres personas, para entregar nuestro testimonio y salir para que el Consejo deliberara».

Los representantes de la Mesa Ciudadana se dirigieron a la sala en la que se encontraban los miembros del Consejo y se encontraron en el pasillo con la alcaldesa junto al administrador municipal, Luis Fernández y el gerente de operaciones de la fábrica, Luis Bartoli, quien estaba acompañado del abogado Pablo Méndez. Se saludaron a la espera de que los llamaran y comenzaron a dialogar entre todos.

Juan Reyes en ese momento le preguntó a la alcaldesa por qué estaba ahí, ya que lo lógico era que se presentaran sólo las dos partes involucradas en el conflicto, es decir, la empresa y los representantes de los tomecinos, ante lo cual ella respondió que como la municipalidad presentó el expediente al Consejo, había ido a reafirmar su postura. «Con eso quedamos conformes, porque lo que estaba en ese documento era lo mismo que buscábamos nosotros», señaló el ex trabajador.

Enseguida llamaron a Bartoli y al abogado. Núñez continuó con el relato: «Estuvieron alrededor de 10 minutos adentro y no sabemos lo que expusieron. Salieron, conversaron algo con la alcaldesa y se retiraron del lugar. Luego entró ella con el administrador municipal. Observamos todo desde afuera, a través de los vidrios. Vimos que Rivas leyó una especie de carta, fue con su discurso escrito. Al finalizar, se retiraron sin que los consejeros le hicieran preguntas. Afuera se quejó de que fue muy poco el tiempo que le dieron para exponer.

El vocero prosiguió: «Finalmente, entramos nosotros. Juan fue el primero en hablar. Relató su experiencia como trabajador de la fábrica, describió su vínculo con el barrio y mientras hablaba percibí que los consejeros se empezaron a relajar. Nos reímos por la manera en la que contaba su historia y nos dimos cuenta de que todo iba bien, más distentido. Luego intervino Erto, quien se refirió a su infancia en el sector Bellavista, el que fue construido para que habitaran ahí los trabajadores de la fábrica. Después llegó mi turno y expliqué la importancia de conservar intacta toda la infraestructura, debido a lo que significa para nuestra cultura. Cuando terminé mi intervención le entregué a la secretaria del Consejo las 6 mil firmas que reunimos de los tomecinos que apoyaban la idea del patrimonio. Nos despedimos y cuando nos estábamos parando de nuestras sillas, uno de los consejeros nos pidió que nos sentáramos porque nos querían hacer algunas preguntas».

Erto Pantoja retrató la escena: «El Consejo no comprendía por qué nosotros estábamos pidiendo que se declarara patrimonio la totalidad de la fábrica, mientras que la alcaldesa y la empresa habían solicitado la declaratoria sólo para una parte de ella«. El actor señaló que en ese momento los tres quedaron perplejos y que la respuesta provino de Rodrigo Núñez, quien abrió un libro que tenía en sus manos en cuyo interior había una fotografía de un soldado de la Guerra del Pacífico.

«Este soldado que ven acá está vestido con ropa que se fabricó con la tela de nuestra fábrica», indicó el vocero. Pantoja cree que con eso se ganaron el que quizás podía ser el único voto disidente entre los presentes: el del representante del Ejército de Chile.

En entrevista con Luis Fernández, el entonces administrador municipal de Tomé desmintió la versión de los representantes de la Mesa Ciudadana y negó que la alcaldesa haya solicitado la declaratoria parcial de la industria. Sin embargo, en el acta oficial de aquella reunión se estipula que Ivonne Rivas «solicitó que exista flexibilidad en la protección, que se generen las condiciones con los empresarios y que se evalúe la protección sólo de los edificios de acceso, no de todo el predio«, tal como lo especifica el documento.

Una vez afuera de la sala, los representantes de la Mesa Ciudadana se dirigieron a conversar con la jefa comunal. Reyes se le acercó y le preguntó: «Señora alcaldesa, ¿por qué pidó sólo una parte?». Rodrigo Núñez asegura que Rivas respondió que la municipalidad estaba pidiendo un par de edificios, los más significativos, los de afuera, ya que ahí se podría construir un museo y que lo de atrás se lo dejarían a los empresarios.

Tras la tensa espera, la secretaria del Consejo salió a comunicar la resolución: la industria, las 6,5 hectáreas en la que se encuentra asentada y parte de la riviera del canal Egaña que la delimita, fueron declaradas Monumento Nacional, atendiendo a la demanda de los tomecinos y a la propuesta entregada inicialmente por su municipalidad.

Eduardo Aguilera, actual alcalde de Tomé , señaló que la determinación de la alcaldesa de presentar la solicitud de la declaratoria no se discutió en el consejo municipal, sino que «fue una decisión arbitraria de su parte» y que una resolución de este tipo va más allá de las atribuciones de un alcalde». Además, cree que fue un error pedir la declaratoria total, ya que «con dos hectáreas habría sido suficiente para dejar el espacio restante para el desarrollo de proyectos económicos, como industriales o inmobiliarios, que busquen combatir el alto índice de cesantía de la comuna».

 

El escenario actual

Las faenas de la fábrica siguen activas. En lugar trabajan 52 personas, se producen entre 25 y 30 mil metros de tela al mes, cerca de 9.600 centímetros por hora y su principal socio comercial es Bolivia.

En términos legales, la protección patrimonial de la fábrica exige que la infraestructura del inmueble debe ser conservada intacta y cualquier intervención sólo podría ser realizada previa autorización del CMN, pero esta sólo será efectiva cuando la ministra de Educación ratifique con su firma la declaratoria del Consejo.

En conversación con la titular de la cartera, Adriana Delpiano aseguró tener la voluntad de firmar, pero los dueños de la fábrica interpusieron un recurso en tribunales para evitar que esto se concrete. En consecuencia, la disputa está a la espera de la resolución judicial.

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