Gatas negras en la oscuridad: el lesbianismo como práctica invisibilizada en Concepción

Por: Rayen Barriga y Rocío Valenzuela

En los últimos dos años, 2016 y 2017, quedan latentes en la piel dos femicidios lesbofóbicos. Dos mujeres que fueron hostigadas de por vida. A una la torturaron hasta matarla y a la otra la guardaron en bolsas de basura en una bodega. Ambas de 23. Ambas lesbianas, una más evidente que la otra. Una de San Felipe y la otra de Limache. La Nico y la Susana. Ambas flageladas constantemente por una razón: ser lesbianas.  Por estar en Chile, por ser lesbianas latinas, porque otros no soportaron que gustaran de mujeres.

Ser lesbiana en Chile no solo afecta cuando te matan, aquí el peligro recorrerá la vida de cada una hasta en lo espacios menos pensados. Aquí, todas pueden ser #unamenos.

Claudia (27) comparte desde Perú su experiencia como lesbiana. Es un relato desgarrador que da cuenta de la situación que atraviesa Latinoamérica en lo que respecta a la lesbofobia.

(…) Por más talentos que tengas, si eres lesbiana, esos talentos no valen nada.

En cada sector es distinto, cada región tiene su propio sello opresor que persigue a estas mujeres. La ciudad, el campo, el ingreso económico, la vestimenta, la apariencia, el cuerpo, la personalidad, los miedos, los logros. Ellas completas son un espacio de peligro, ellas siendo ellas, ellas al fin y al cabo siendo lesbianas.

Bruna Martina (28) comenta desde Brasil que no se siente segura en su país:

 

El origen de la Lesfobia en latinoamérica se encuentra en el discurso eugenésico. Más tarde, la medicina, siguiendo tal vez la misma línea de la eugenesia, tildó al lesbianismo (en ese entonces, se hablaba de uranismo y safismo) como una práctica psicóptica producida —en palabras de Richard Krafft-Ebing— por una «equivocación en el objeto de deseo».

El lesbianismo se consideraba en ese entonces —o acaso aún— un acto subversivo, pues amenazaba con trastocar el modelo tradicional de familia a través de la reasignación de roles. En este sentido, todo lo que escape a la heteronorma se acerca a la subversión. Y es que es eso lo que se viene buscando en Latinoamérica desde los años 70: acabar con un paradigma que ya está obsoleto.

Los daños que la medicina ocasionó, en mayor medida en el siglo XIX, no se pueden borrar. Muchas mujeres fueron sometidas a intervenciones quirúrgicas, obligadas a recibir terapias de electroshock, internadas sin consentimiento, hipnotizadas y sedadas por orden del Estado.

Michel Foucault, siempre interesado en saber de qué forma operaba el poder, estableció una relación entre cuerpo y sistema, desarrollando el concepto de Biopolítica. En suma, Foucault habló de los dispositivos de poder y de su función normativa, y le dio sentido a la lucha de aquellas “minorías” (se sugiere no usar este término, pues indica subordinación e inferioridad) que trabajaron colectivamente en la calles por librarse del yugo patriarcal.

No se puede hablar de resistencia sin referirse antes a  los  estudios de género. Monique Wittig fue una de las primeras en idear propuestas de liberación desde el lesbianismo. En este sentido, el lesbofeminismo (sería una contradicción abismal desvincular el feminismo del lesbianismo) surge como arma política y agente de cambio.

 

La carga de ser lesbiana en Concepción

Marcha Niunamenos Octubre 2016, Concepción
Foto: Rayen Barriga

Al igual que las políticas públicas, la ciudad siempre se ha pensado desde una mirada heterocentrista. Concepción, en este sentido, pese a que goza de una diversidad cultural, no es la excepción. Las lesbianas y los homosexuales se adentran en los espacios públicos y se apropian de éstos. Es curioso que quienes deban ajustarse a la ciudad, en este caso (entendiendo que esto se da con más frecuencia en territorio latinoamericano),  sean las lesbianas y los gays.

Asimismo, los conocidos «bar de ambiente» están determinados por su público asistente. Son espacios de encuentro que, pese a que reúne personas de la comunidad LGBT,  emanan de igual forma de un sistema capitalista, patriarcal y heteronormado. La lógica, en el fondo, es la misma; se entiende a la personas en términos de transacción, como objetos transferibles.

Las discotecas surgen en Concepción más como espacios de liberación que de esparcimiento. Funcionan de noche, por eso se dice tal vez que operan desde la clandestinidad. En las discotecas, lesbianas y homosexuales se quitan la máscara, pero no se constituyen como sujetos políticos. Hablan pero no interactúan. He ahí la falencia de las discotecas al menos de Concepción.

En Argentina, por ejemplo, los bares de ambiente han existido desde la década de los 40, pero recién en los años 70 se los empezó a ver y pensar como lugares de encuentro y de construcción de identidades.

La encargada regional de prevención en violencia contra las mujeres en Sernameg Concepción, Francisca Gaete, plantea que el estigma que cargan los gays y lesbianas es, en cierto sentido, una consecuencia de esa misma represión que deben soportar.

 

Lesbiana, magister en Historia, feminista radical y 37 años de vida. Doménica Francke, desde una mirada histórica, nos relata su opinión en cuanto al lesbianismo en Chile

La historia de las lesbianas en Chile, está borroneada, no sin intención. Se nos ha omitido consciente e intencionadamente. Pienso no más en dos ejemplos: Gabriela Mistral y Margarita Pisano. El lesbianismo de Mistral fue tabú por décadas, cuando era y es evidente su vida amorosa, sus pasiones,  y su vida de pareja con, por lo menos, una mujer.

 

Era la poeta madre, la poeta de las rondas para niños y niñas, era absolutamente horroroso hacer visible su amor por las mujeres

¿Cómo explicar a las niñas que la señora de la ronda era una lesbiana, que hacía el amor con una mujer, que la deseaba, que tenía amores tormentosos?

¿Cómo es posible que nadie recuerde a Margarita Pisano? ¿Qué no se la lea, que su nombre sea ignorado aún es historias del feminismo chileno, en investigaciones y artículos? En su caso, creo, es más complicado todavía, porque su lesbianismo era frontalmente feminista y político

Respecto a temas más “pedestres”, creo que las lesbianas chilenas somos todavía invisibles, en la tele, en la música, en el cine, en los “colectivos” LGTBI… Por favor, si basta con mirar a esos gays (no lesbianas) de las vocerías, a los jimenéz y los simonettis… de izquierda o cuicos, pero “entero hombres” poh…

Si me preguntas a mí —y me estás preguntando jajaja—  los gays chilenos son de lo más machista y odia lesbianas que hay. No es casualidad, eso te lo enseña la teoría feminista, que los gays sean visibles en todo ámbito y la lesbiana, bueno, me da la impresión de que todavía hasta la palabra es fea… indecible, sucia…

 

  • Y en cuanto a lo económico ¿cómo analizarías la vida laboral de las lesbianas chilenas?

Yo tengo la tesis de que las lesbianas chilenas somos re pobres, y si se hiciera una suerte de catastro de nuestra situación económica, creo que la realidad que se revelaría sería terrible. Piensa en el acceso a la salud, en los Cesfams, ir a la matrona y que te dé condones y te rete por no usar método anti-conceptivo… En fin, que te atiendan personas sin preparación ni respeto por tu forma de vivir tu sexualidad. Un desastre.

Hablaría directamente de pobreza. La miseria de las lesbianas es generalizada y evidente. Hay muchos factores que explican esto. De partida, que en Chile —en general— si no eres millonario de la era Pinochet, estás cagada, poh…

Pero, además, las mujeres estamos re-cagadas y las lesbianas, peor que peor… Intenta encontrar pega siendo: 1. profesora, 2. de historia, 3. mujer y lesbiana…, y, 4, además, feminista. Vas a una entrevista de trabajo, sin maquillarte y con zapatos diseñados para ser humano, no hablas susurrando y tienes ideas propias.

 

  • Feminismo radical ¿Por qué ese y no otro?

Para empezar, en el mundo hay dos grandes ramas feministas, una de las cuales para mí, es feminismo y la otra, es patriarcado disfrazado y con buena propaganda, que se autodefine feminismo.

Estos son: el feminismo radical y el liberal. Éste último, es individualista y lucha por encajar en el patriarcado capitalista, y seduce con su retórica sobre los deseos (diciendo que el deseo es un derecho), las libertades individuales, la autopercepción —¡qué más individualista que eso!—, la identidad individual (ligada a la anterior), etc.

Es un feminismo sin clase y hasta puede ser sin mujeres, ya que es abierto a todos. Y por su carácter amébico e individualista, hace buenas ventas en una civilización de capitalismo neoliberal y de pensamiento relativista.

Yo, obviamente, decanto por el feminismo radical, porque estoy convencida de que es el único que le puede hacer frente al patriarcado, porque es el único que lo analiza tal cual es

Si bien el feminismo radical no es un bloque de pensamiento homogéneo, es posible definirlo como aquel que analiza la opresión estructural de los hombres sobre las mujeres. Así, hay feminismos lésbicos, marxistas y decoloniales, que por compartir esos análisis, son radicales igual. Lo que distingue al feminismo radical, es que no se confunde con sus gestos de simpatía hacia las oprimidas, ni con sus salidas laterales. Analiza las raíces del patriarcado, y desnuda su carácter de opresión colectiva contra las mujeres. Por eso no se enreda hablando del empoderamiento individual y lo bueno que sería que alcanzáramos más puestos de gerencias en transnacionales, por ejemplo.

Es el feminismo que entiende la alianza patriarcado-capital, que elabora una crítica política a la heteronorma y que visibiliza al lesbianismo como herramienta política, que pone sobre la mesa el hoy en día, manoseado concepto de sororidad.

En el feminismo radical nunca encontrarás que la prostitución es trabajo, por ejemplo, o que el alquiler de úteros es un acto solidario, o lo que sea. Porque es un feminismo que entiende que nada es inocuo y puede analizarse fuera del patriarcado si vivimos en una civilización patriarcal  y capitalista, entre muchas

 

  • ¿Cuáles son las principales problemáticas que debe enfrentar una lesbiana en Chile?

Todas las problemáticas de vivir en un país salvajemente patriarcal y capitalista: por ser mujer, ser pobre y ser lesbiana. Una suma de opresiones, que comienzan al nacer como mujer.

Aquí me gustaría hacer una aclaración respecto al concepto de intersección de opresiones. Primero, esta es una idea del feminismo radical de la década de 1970, porque muchas radicales, eran negras y lesbianas, latinas, etc. Ellas vivieron esa intersección, pero una cosa que nunca, nunca olvidaron, y de eso se trata en parte ser radical, es que la primera y compartida es la de ser mujer. Y eso te hermana con todas las mujeres, sin importar otras características.

Ahora, específicamente ser lesbiana, implica ser una paria, como ya he dicho, también en estos movimientos LGTB. Y pienso en la gran Sheila Jeffreys, cuando rescata la ética política del lesbianismo en su “Herejía lesbiana”, y como señala claramente cuáles son los límites de las alianzas posibles y reconoce claramente ciertos enemigos disfrazados de “feministos”… Yo creo, dicho sea de paso, que ya es hora de que nos salgamos de ese discursito de la diversidad, porque las lesbianas, si no somos feministas, estamos bien perdidas.

Esa diversidad que no se cuestiona y no busca superar al patriarcado, es misógina igual. Y las lesbianas somos mujeres. No “diversidad”… Cuando caiga el patriarcado, si nosotras lo hacemos caer, podemos hablar en otros términos. Por ahora, si no es feminista radical, la lesbiana es otra consumidora y otra obsecuente con las estructuras de poder que nos están matando.

  • ¿Has vivido lesbofobia en Concepción?

No he vivido episodios de ataques evidentes, pero si he sido discriminada a la hora de buscar pega.Y, qué curioso, porque lo había olvidado. Recuerdo una clase de historia en la UdeC, en el magíster. Un tipo, un compañero, se dio cuenta (por mis opiniones, claro) de que era lesbiana feminista, y la discusión versaba sobre el rol de la religión en la sociedad actual, y en torno al aborto y los derechos de gays y lesbianas (matrimonio, adopción, etc.)

Lanzó indignado que si mañana querían legalizar las “relaciones” (como dice la Solanas, parece que para él, relaciones es sinónimo de follar) con perros, porque así, dando derechos a los “homosexuales” se abría la posibilidad para todo

Bueno, no sé si las almas más rigurosas lo tomen así, pero a mí me pareció que el tipo me dijo degenerada, jajajajjajajja… Tuvimos una confrontación verbal ese día. La cosa es que él es profesor de Historia, o sea, educa gente, y me parece terrible que esté en esa posición, con su ignorancia y su odio. Además, una podría tener la impresión de que la “U”, y más en las ciencias sociales o las humanidades, y más aún en un espacio como el posgrado, estas cosas no pasan, qué hay gente informada y respetuosa, pero no es así.

 

Lesbianismo y políticas públicas

Los años 70 fueron clave para el movimiento lésbico. De a poco, cada región del mundo se manifestó a través de protestas en las calles. Los antecedentes, que funcionaron como motor para impulsar la lucha, se encuentran en la descolonización e independencia de África, la revolución sexual de los años 60 en Estados Unidos, la resistencia política frente a la guerra de Vietnam en Asia y la revolución cubana en Latinoamérica. Fue una década en la que se debatió incansablemente sobre la visibilización del lesbianismo, y que se extendió hasta los años 90.

Al iniciar la década de los 2000, la discusión tomó un rumbo distinto. Se comenzó a hablar del matrimonio entre personas del mismo sexo y, posteriormente, de la constitución de familias homoparentales. El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh)  —un organismo conformado por la elite homosexual de Chile— se encargó de reducir el lesbianismo y la homosexualidad a un asunto meramente conguyal. Las incongruencias, desde luego, son evidentes; primero que todo, el matrimonio es un sacramento que profiere de una de las instituciones que más ha coartado los derechos de la comunidad LGBT; y segundo, existe una tendencia a desexualizar a los gays y lesbianas cuando se discute el concepto de familia.

 

Francisca Gaete, encargada regional de prevención en violencia contra las mujeres en Sernameg Concepción.

«No dejaría de ser lesbiana visible por miedo a que me hagan algo, si me matan, me matan no más»

Foto: Rayen Barriga

La motivación gubernamental por las mujeres, de oírlas y acompañarlas, vino con la inserción de la Nueva Mayoría. No sólo se habla de violencia familiar, sino se habla de violencia en específico para mujeres por ser mujeres. Se supone que SERNAMEG desde ahora tiene la política de escuchar a toda mujer sólo por el hecho de ser mujer, entonces cabe preguntarse:

¿Qué es ser mujer? ¿Incluye a las trans, las lesbianas y las bisexuales?

Pero en verdad no estamos capacitadas para eso, no existe el dinero ni las políticas públicas suficientes para responder. Hasta ahora, los instrumentos del Sernameg —el organismo que está encargado de la violencia hacia las mujeres— están acordados para un tipo específico de mujeres: blancas, heterosexuales, dueñas de casa, entre 35 y 50, con pocos estudios y que va a la junta de vecinos.

Suena a caricatura, pero esa es la realidad. Yo no creo que el Sernameg lo esté haciendo mal. Yo trabajé 3 años en el centro de la mujer en Talcahuano en intervención directa para casos de violencia hacia mujeres, y por lo mismo, me consta que ellas salían de ahí sólo porque existía un equipo detrás trabajando. Pero también hay muchas otras mujeres que no van a ir al Sernameg, porque no creen en él, ni en el sistema en general.

Foto: Rayen Barriga

Hoy, las personas deben acomodarse a la política pública y no la política pública a ellas. O sea ya, claro, en el discurso vamos a responder por todas las violencias, por todas las mujeres, en todos los espacios, pero, y ¿cómo?, con qué materiales físicos y humanos, con qué recursos si al final en la unidad regional somos sólo 4 personas: 1 abogada que ve todos los casos de violencia extrema, 2 personas encargadas de la línea de atención, y yo, que soy la única encargada de prevención en violencia contra las mujeres.

Un único programa expandido en la región y que debemos coordinar nosotras. Una región como la del Biobío, con todos los habitantes, sólo  con 4 personas es imposible que veamos todas las violencias, en todas las mujeres y en todos los espacios, es realmente imposible.

En Chile, hay sólo 2 tesis que han investigado la violencia en relaciones lésbicas y son de Angelina Marín Rojas. La primera: Maltrato y violencia al interior de relaciones lesbianas “El segundo Clóset” y la segunda, El amor y las furias: Amor romántico en el cine lésbico y su relación con el maltrato y violencia en relaciones de pareja lesbiana, de las cuales yo hice un power point para exponerlo y se me pidió capacitar básicamente a todas las coordinadoras de los centros de mujeres.

Por ello, ahora al menos las 15 coordinadoras de la región del Biobío saben que existen las lesbianas, pero y el resto, ¿cómo se abordan a las mujeres rurales, a mujeres sordas u otras?

Una vez me tocó atender a una mujer que recibía violencia de su esposo, y ella pensaba que era lesbiana porque se sentía atraída por su cuñada. Fue el único caso que tuve y me di cuenta de que en verdad las mujeres lesbianas no somos contadas. Con la duda envié un correo a Sernameg para ver algún registro de violencia en relaciones entre lesbianas, entiéndase una lesbiana que reconoce recibir violencia de su pareja sexo afectiva lésbica. Pedí  desde el 2010 en adelante y sólo habían 3 casos, de lo cuales los tres los seguí yo y los derivé. Ninguno siguió siendo investigado y las denuncias se bajaron.

Foto: Rayen Barriga

Según mi experiencia, y no desde una estadística, la violencia que cometen las lesbianas en sus relaciones amorosas es casi la misma que sucede en las relaciones heterosexuales, reproduciendo prácticas de posesión y celos que se replican desde la heteronormatividad.

La diferencia está en la gravedad, teniendo en cuenta que la gravedad está medida por la violencia que pone en riesgo tu vida. Por ejemplo, el femicidio, que a mi parecer entre lesbianas no existe, porque no es lo mismo. Los hombres matan a las mujeres por ser mujeres, son de hecho las parejas o exparejas las que más las asesinan. Sin embargo una lesbiana no mata a otra sólo por ser mujer.

¿Cuál sería tu mensaje para las lesbianas en Chile?

 

 

 

¿Y para una lesbiana cómo se vive el sistema de salud?

imagen extraída de: Tomás Cabacas

El mismo año que Augusto Pinochet se tomó el poder por la fuerza, la Asociación Norteamericana de Psiquiatría (APA) dejó de entender a la homosexualidad y el lesbianismo como una desviación sexual. En ese entonces, la tormenta anunciaba recién su llegada a Chile. Bajo dictadura, se castigó con la muerte el lesbianismo por considerarse una práctica opositora al régimen.

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), el lesbianismo dejó de ser una enfermedad en 1990. Eso poco cambió el panorama en Chile, pues las lesbianas aún brillaban por su invibilización. Brillaban como gatos negros en la oscuridad.

El año 2016 el Ministerio de Salud lanzó una campaña de prevención contra el VIH/SIDA llamada #SiempreCondón. Una vez presentada en la televisión, las críticas no tardaron en aparecer. Se acusó a la campaña de heterosexista por omitir la existencia de métodos de protección sexual lésbicos. Y es que no sólo no se habla de ellos, sino que supone una tarea titánica conseguirlos, pues no se reparten en el servicio público ni se comercializan en farmacias. La falta de preocupación del Estado por la salud de las lesbianas es alarmante.

En este álgido contexto surgió lo que hoy se conoce como la  Mesa de Salud para Mujeres Lesbianas y Bisexuales en Talcahuano, que en un intento de apoyar, mencionar e implantar una salud diferente para lesbianas y bisexuales ha comenzado su trabajo rompiendo con la estructura médica(o) y paciente heterosexual otorgando una atención segura y abierta a otras orientaciones sexuales.

Alejandra Riquelme: participante en Mesa de salud para lesbianas y bisexuales en el Servicio de salud de Talcahuano

Foto: Rayen Barriga

Con mucho esfuerzo, en 2015 levantamos la mesa y la formalizamos con un plan de trabajo donde existen matronas con una formación y capacitación especial para abordar de una manera distinta las consultas médicas. Mi participación en la mesa ha sido como comunidad LB (lesbianas y bisexuales), que por lo general vamos a las charlas escolares a presentar un power point que habla sobre salud sexual ampliamente, abarcando sexo heterosexual, lésbico, bisexual y gay.

Lo primero siempre es hablar de los derechos sexuales y reproductivos, la salud como derecho y luego abarcamos lo más técnico con matronas. En las charlas es normal que las chiquillas preguntes más que los chiquillos, y eso pasa porque, mayormente, cuando un hombre hace pregunta frecuentemente están los compañeros atrás molestándolo por cualquier razón.

Han habido distintos casos, desde lesbianas que hablan al final con nosotras para hacer preguntas en confianza, preguntas sobre ITS, preguntas sobre cómo saber si eres lesbiana o no, inclusive hemos tenido experiencias de acoso escolar lesbofóbico que nos han relatado.

Foto: Rayen Barriga

 

  • ¿Cuál es la necesidad de una educación sexual no  únicamente heterosexual?

La necesidad de tener una educación sexual diferente se vislumbra en las mismas dudas de los y las escolares… Se entiende en la práctica que debe tener un enfoque de género para derribar mitos y prejuicios. Por lo mismo sigo ahí, porque pese a ser espacios más institucionalizados son lugares de visibilización lésbica, gay y bisexual.

Yo aprendí en Conce que mi lesbianismo no es sólo algo emocional, sino también político, cuestionarme lo diario no habría sucedido nunca si no hubiera estado donde estuve. Empezar a hacer un trabajo distinto logró que viera esas diferencias, cosas tan básicas como respetar el nombre social de las personas trans.

 

Yo recuerdo estar en el colegio y que me mostraran un condón… eso fue todo lo que me enseñaron de sexualidad

Foto: Rayen Barriga

 

 

  • ¿Qué método de protección muestran para prevenir ITS en lesbianas?

Nosotras ya casi no mostramos la barrera de latex, que en verdad es el condón cortado, porque nadie la usa, es incómoda y poco práctica. Tratamos de decirles a las chiquillas que se hagan los exámenes cada cierto tiempo y ocupar prácticas  sexuales que son de menor riesgo de contagio

 

  • ¿Y las lesbianas del gran Concepción llegan a la mesa de salud?

Nos han llegado bastantes cabras, pero la mesa, como todos los planes de salud, se lleva a cabo en territorios específicos, en este caso Talcahuano, por lo cual debes pertenecer a ese sector para poder asistir. Sin embargo, nosotras tenemos una página web de la mesa de salud, donde se pueden hacer consultas gratuitas a matronas, y ellas mismas les hacen un cupo en las atenciones del hospital. Creo que nunca ha consultado ningún hombre, pero si cabras y personas trans.

La gracia de todo esto es comenzar con una pregunta diferente. La idea no es el típico ¿qué método anticonceptivo usa?, sino empezar sin suponer que la paciente es heterosexual. En general el procedimiento es el mismo: los exámenes, pero inicia con un diagnóstico diferente: el conocer y otorgar una atención que se acople a tus prácticas sexuales, ya seas lesbiana o bisexual.

¿Cómo me atiendo en la mesa de salud para mujeres lesbianas y bisexuales?

 

 

Lesbofobia: testimonio penquista

 

Catalina Herrera (21)

Foto: Rayen Barriga

 

Eran las 8 y media de la tarde en el Parque Ecuador. Era otoño y recién tenía 16 años. En el parque se hacían unas juntas, esa vez hubo entre 50 a 60 personas. Nos colocábamos en la cascada, por la escalera. Apareció por entre la gente, aproximadamente como a una vereda de distancia, una chica que nos gritaba:

¡Maricona! ¡Lesbiana asquerosa! Tú deberías estar muerta, estás enferma.

Le respondí que me dejara tranquila, que o le estaba haciendo nada. Se acercó y nos insultó a ambas con más fuerzas aún. Se acerca un poco más y empuja a mi polola. Yo reacciono, le pedí que se fuera y ella no quería alejarse. Me amenazó de muerte. Tú no debes existir en la tierra. Siguió diciendo que me mataría, pero junto a otras personas logramos echarla.

Pasaron 10 minutos. Yo había ido a dejar a mi polola luego de ese ataque. No me mató, estoy viva, pero si volvió con un propósito, quitarme la vida ahí mismo, en el Parque Ecuador.

 

De las personas que habían en el parque nadie hizo mucho. Me tuvieron en suelo durante mucho rato, acorralada ya ni siquiera intenté defenderme. Fueron a buscar a mi polola de vuelta y a mi hermano que también andaba por ahí, sino fuera por ellos y la amenaza que dieron de llamar a los pacos, no salía.

Quedé con múltiples hematomas, me quebraron una costilla. No sólo fue un daño físico, sino también emocional y psicológico por tan sólo abrazar a alguien. ¿Cómo te sientes libre luego de eso? ¿Cómo te sientes luego de que una desconocida quiera matarte sólo por ser lesbiana?

Esta es una de mis peores experiencias, pero no deja a fuera otras violencias cotidianas por asumirme lesbiana, como por ejemplo el acoso escolar lesbofóbico, la violencia familiar, la violencia que se vive en cada carrete y en cada disco donde se supone que sales a pasarla bien.

«De esto puedo decir una cosa: el machismo y la lesbofobia nos matan»

Infografía: Altas cifras de femicidios y de crímenes lesbofóbicos

 

 

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