Vivir el cine en Concepción

Por: María Soto y Bárbara Bustos

Haciendo un recuento de la historia cinéfila local, el actual panorama resulta decadente en cuanto a las salas de cines plenamente constituidas. Entre 1938 y 1964 se edificaron 10 cines en la ciudad, y a la fecha solo uno de ellos sobrevive al cambio cultural y a la industria comercial, que se manifiesta a través de la transición tanto de los espectadores como de la oferta cinematográfica.

En orden de aparición, Cine Rex es el primer cine en la ciudad; abrió sus puertas en 1938 y culminó su ciclo como el Cine Opera. La recordada sala de cine popular, bajó el telón de sus rotativas para terminar albergando el comercio de frutas y verduras conocido como la Vega el Esfuerzo. Le sigue el Cine Ducal (1940), donde actualmente se ubican locales comerciales; Cine Astor (1941), actual Discoteque Habana; Cine Cervantes (1943), conjunto de locales comerciales en la Galería Irazábal; Cine Luxe (1944), en el presente locales comerciales; Cine Windsor (1946), edificio deshabitado; Cine Alcázar o Cine Plaza (1958) en Galería Ramos; Cine Regina (1960), actual Hotel El Dorado; Cine Lido (1962), actual Sala Dos; y Cine Romano (1964), actual Galería Romano/centro de eventos y el último en apagar el proyector el 2006.

 

Este 2017, Teatro Universidad de Concepción completa más de seis décadas al servicio de la cultura en la ciudad. El que otrora fuera conocido como Teatro Central , fue inaugurado en 1963 bajo la tutela de la Universidad de Concepción como el actual punto de encuentro para las artes. Hoy, sigue exhibiendo películas como la única sala de cine independiente a las grades distribuidoras en la capital penquista. De esta manera, el cine se mantiene activo en esta vitrina del espectáculo y los eventos mediante los <Lunes Cinematográficos>.

 

La veta cinéfila de Concepción

Si bien la historia de la cultura cinematográfica en la ciudad parece estar marginada de su antiguo pedestal, agrupaciones como el Proyecto Vermut han revitalizado los recuerdos y las ansias de las tradicionales salas de cine penquistas. Con cinco versiones a su haber, esta iniciativa surge el 2012 y consta de exhibiciones gratuitas en las galerías que hace años fueran cines.

Un total de 4 mil 500 espectadores han asistido a la cita bajo la premisa de una experiencia cinematográfica distinta: algo más allá de sentarse a ver una película.

A continuación, Jorge Arancibia, encargado de Prensa y Medios Digitales del Proyecto Vermut, cuenta más acerca del proyecto:

Testigos de un pasado mejor

Así también, la experiencia de consumo cinematográfico en la época de oro en Concepción, sigue viva a través de los espectadores; como los hermanos Marcos y Gisela Valenzuela Castellanos, conductores del programa Notas en 35 milímetros en la Radio LeufuAmbos cinéfilos y profesores de historia, además de haber sido jurados en los Premios Ceres, son parte de la generación que hizo de las las de cine un hábito irresistible.

Sobre el programa de radio, Marcos Valenzuela señaló que “planteamos un programa de conversión de cine de dos hermanos cinéfilos. En un primer segmento, damos noticias sobre personajes de la industria que han muerto, películas que se están filmando, u otro dato que haya leído en la prensa extranjera. Después comentamos dos películas, y por último, conversamos sobre los estrenos de la semana”.

Gisela Valenzuela Castellanos, quien actualmente se desempeña como profesora de Historia en un liceo de Chiguayante, comentó que la rutina, entre los 70′ y 90′, consistía en pasar de la taquilla a los chocolates y confites. Mientras que su hermano, quien imparte un curso de sicología educativa en la Facultad de Educación UdeC, agregó que las funciones solían terminar en un café cercano con amigos o conocidos de las filas en la boletería, charlando sobre las películas.

Al momento de enumerar, los hermanos Valenzuela se pierden entre los clásicos que hoy representan el cine vintage para los amantes del cine. Y es que su generación apostó por horas de entretenimiento fílmico, en una época donde los rotativos permitían quedarse incluso a ver tres películas por el precio de una; sistema que se daba en cines como el Rex, el Ducal, el Lido, el Astor o el Windsor.

Las funciones diarias tenían horarios definidos: un cuarto para las tres, un cuarto para las siete y la última a las nueve y media. En cuanto a las carteleras, por lo general estas duraban una semana, sin embargo, hubieron ciertas excepciones.

“Habían películas que duraban tres días. Por ejemplo, The Wall de Pink Floyd, que tuvo mucha taquilla, la cancelaron al tercer día por el alto consumo de alcohol, cigarrillos y marihuana al interior del cine”. (Marcos Valenzuela)

 

 

En relación a lo anterior, los hermanos realizan un breve repaso a las carteleras de ese tiempo. Cometan por ejemplo, que los estrenos se encontraban en cines como el Regina, Ducal y Romano. Así también, el cine Alcázar se caracterizaba por una amplia oferta de películas mexicanas y argentinas. Por su parte, los cines Windsor y especialmente el Lido, daban filmes “picarescos” o con algunos desnudos calificados para mayores de 21 años; así como en el Concepción se exhibían varias de cine arte.

Otras de las singularidades, eran los Viernes Sorpresa del cine Concepción, que se daban uno o dos viernes al mes. Varias de las películas seleccionadas para el Viernes Sorpresa, eran filmes no comerciales, es decir, cintas que no aseguraban taquilla alta. El cine Romano por su parte, presentaba sus miércoles o jueves cinematográficos auspiciados por el diario El Sur.

Cultura y pasión

Ahora bien, Concepción no solo presumía diez salas de cines. Hasta el día de hoy, los institutos Francés, Norteamericano, Alemán y Británico, cautivan a los cinéfilos o curiosos con funciones especiales. Los llamados “ciclos binacionales”, además de enriquecer la variedad en la cartelera penquista, ofrecían diversos cursos y espacios para quienes gustaban de aprender y conversar sobre cine. Así también, la cultura cinematográfica en Concepción se extendía y manifestaba en los cine club que se formaban. Respecto al conocimiento cinéfilo, Marcos Valenzuela dice que “nosotros aprendimos a ver películas entre comillas más populares, más hollywoodenses y de la tele; mientras que los que hacían los talleres eran puro cine europeo, especialmente cine francés e italiano”.

Aunque por estos días esa vívida cultura de cine, conversaciones y estudios parece haber desaparecido, los hermanos Valenzuela advierten que no es así. Gracias al programa de radio, Gisela señaló que ha conocido a muchos que trabajan por mantener la tradición de los cine club o pequeñas exhibiciones fuera de las grandes salas, sin embargo, a diferencia de años atrás, no existe conexión entre los grupos o la difusión adecuada. En relación a esto, tanto Gisela como Marcos destacan a Alex Letelier, creador y gestor de Ciclo Ovni. “Lleva como tres años haciendo ciclos de cine semanales, que son temáticos. Ahora está con una micro sala de cine en Casa Pulpo con las butacas del antiguo cine Romano que se adjudicó de Casa Salud”, comenta Marcos.

El cine es toda una experiencia. Más allá de sentarse en las butacas. La gran pantalla que deslumbra a grades y chicos, siempre logra convocar tanto a los apasionados como a quienes disfrutan de pasar un rato. Para Gisela, el amor es la palabra clave en la motivación de quienes organizan espacios de conversación y difusión cinematográfica, así como para ella ha sido el extender su pasión a sus estudiantes.

 

“Me ha tocado llevar a gente que nunca ha ido al cine, y eso es muy emocionante. Con eso me siento súper contenta, porque yo soy profesora, entonces pienso que como tal lo que uno tiene que hacer es abrirle puertas a los demás; eso es una maravilla”. (Gisela Valenzuela)

Personas como Gisela y Marcos Valenzuela, o Alex Letelier, entre otros, trabajan por mantener viva la chispa del séptimo arte en la capital penquista, y así, no dejar morir la tradición de consumo cultural y las horas de entretenimiento que brindaba el circuito de escenarios audiovisuales que hace años habitaran en la ciudad.

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