Autodefensa ante la violencia

De lo que va de 2017, ya se registran 24 femicidios consumados y 50 frustrados, según datos del Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género (SernamEG). Esta forma extrema de violencia contra las mujeres es la etapa final de una serie de vulneraciones.

Los ejemplos son alarmantes. En Chile, las niñas comienzan a sufrir acoso a los 14 años, causando daños psicológicos graves  que se expresan en síntomas de trastorno post-traumático. Desde pequeñas, deben buscar formas de protegerse ante hechos de violencia, siempre cautas, cuidadosas, alerta a lo que las calles le deparan.

Hasta 2015, el 85% de las mujeres ha sufrido acoso callejero y, el 99% de ellas ha sido acosada por uno o varios hombres a la vez. Lamentablemente, estas cifras son el reflejo de una cultura que ampara al acosador y que naturaliza la violencia en sus distintos niveles, obligando a tomar medidas diarias de precaución.  Cambiar el recorrido de vuelta a casa, siempre acompañada de alguien más y modificar los horarios para transitar por espacios públicos, son parte de las acciones para evitar una situación de acoso callejero sexual.

Lo anterior es solo una fracción de la violencia sufrida por las mujeres. En lo cotidiano existen al menos otros siete tipos de violencia: simbólica, sexual, doméstica, física, psicológica, obstétrica y económica. Todas ellas presentes en los actos más mínimos: desde la asignación de roles de género en la infancia hasta el sistema de salud sexual heteronormado que invisibiliza la sexualidad  lésbica, bisexual y transgénero.

Defensa personal

Las artes marciales existieron desde tiempos remotos con el fin de defenderse de un atacante en caso de emergencia. Hoy en día, las mujeres son víctimas de graves acosos e intimidaciones día a día, lo que incrementa la inseguridad y la impotencia de no poder responder. Por ello, existe gran interés en las mujeres de querer aprender estas técnicas.

Así lo indicó Germán Díaz, entrenador de defensa personal en la Universidad de Concepción, quien asegura que un 80% de las inscritas en su curso son mujeres.

Fuertes y conscientes

A diferencia de los talleres de defensa personal comunes, los talleres de autodefensa feminista se encargan de hacer que las mujeres se sientan seguras con su cuerpo no sólo en la calle, sino con todas sus relaciones personales. Macarena Orellana, entrenadora de talleres de autodefensa feminista y campeona panamericana de Kickboxing sostuvo que las mujeres siempre han sido privadas de la violencia y que ésta es una forma de hacerlas entender que tienen la capacidad de defenderse por si solas.

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El origen de la autodefensa feminista se encuentra en prácticas de arte marciales orientales.  En Japón , se ha desarrollado el Naginatado, “el camino de la alabarda”. Ésta era una arma tradicional del samurái que las mujeres aprendieron a usar para proteger sus casas y sus vidas. Al igual que el  PaPei, una variedad del Kung-fu enseñada exclusivamente a las mujeres rurales chinas, para poder reaccionar ante las agresiones en los campos, tal como se señala en “Poner lo invisible en relieve. Autodefensa feminista, una herramienta para la igualdad”.

Las técnicas de autodefensa se fueron replicando. De la misma manera se dio durante el movimiento sufragista en Inglaterra, en el que las mujeres adoptaron algunas técnicas de Jiu-Jitsu para enfrentarse a las agresiones ejercidas por la policía. Esto también se vio entre 1920 y 1930, periodo en el que mujeres socialistas y comunistas, residentes en Alemania, se formaron en tácticas de defensa contra los asaltos fascistas.

La socióloga Irène Zeilinger, señala que la autodefensa feminista se plantea como una forma que permite evitar o interrumpir situaciones peligrosas y tomar el control de nuestra vida en circunstancias en las que nos sentiríamos desprovistas. Otro punto especifica que luego de vivir un episodio de violencia,  este instrumento ayudaría a romper el círculo vicioso de la vulnerabilidad y volver a dar confianza en si misma a las mujeres.

Propone estrategias y tácticas que van más allá de lo físico, entendiendo que dentro de una sociedad patriarcal es imperativo que las mujeres se articulen y construyan un espacio que sirva de refugio ante la opresión sistemática e histórica que han vivido. Desde esta perspectiva, la autodefensa feminista es una herramienta que potencia el bienestar y la calidad de vida.

Las dos defensas

Hasta aquí, se entiende que hay dos aproximaciones para enfrentarse a episodios de violencia: la defensa personal femenina y la autodefensa feminista. Si bien, ambas son formas que permiten protegerse de situaciones nocivas, la primera de ellas se apoya solamente en el aspecto físico.

La defensa femenina no sugiere reflexiones acerca de los diferentes tipos de violencia, los niveles, tampoco plantea técnicas de defensa mental, emocional o verbal. Está basada en ejercicios físicos sin ninguna mirada integral de la vida. Se manifiesta como un recurso sin trasfondo político, social y cultural.

A diferencia de la perspectiva feminista, que asume una posición en la que se expresa una conexión corporal y maneras de relacionarse entre mujeres distinta, la autodefensa femenina no cuestiona los estereotipos asentados sobre lo que significa ser mujer. Además, se orienta a confrontar situaciones de agresiones en lo público, olvidando la violencia que puede darse en la esfera privada.

A continuación se presenta una la infografía sobre Acoso Callejero, en la que se dan detalles sobre esta problemática en Chile:

 

acosocallejero

 

En el siguiente video se precisan las principales ideas detrás de la autodefensa en mujeres:

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