Remedios bioequivalentes, ¿de qué hablamos?

Prácticamente existe un medicamento para cualquier enfermedad. En Chile, las familias gastan aproximadamente el 50% del dinero destinado a salud en medicamentos.

En 2015 el economista en salud, Rafael Urriola, afirmó que en Chile los remedios tienen un valor promedio de 30% más que cualquier otro país de la OCDE. Esta cifra corresponde a un tercio del total del gasto en salud de las personas. Es por esto que, muchas veces las personas prefieren comprar remedios bioequivalentes antes que uno de marca.

Hay que tener claro que en Chile existen dos categorías para referirnos a los remedios:

Original o innovador: Es el primer remedio lanzado al mercado. En su mayoría tienen un nombre de fantasía. Por ejemplo: Panadol. Normalmente las farmacias invierten más de 10 años en investigaciones pre y clínicas.

Genérico: Es aquel medicamento en cuyo nombre aparece el principio activo (componente principal). Por ejemplo: Paracetamol. Sólo invierten en desarrollar la formula, debido a que el fármaco ya ha sido aprobado.

Sello amarillo de bioequivalencia. Fotografía gentileza de CruzVerde.

Bioequivalencia

Los remedios bioequivalentes son aquellos en los que se ha demostrado que científicamente poseen el mismo principio activo y efecto terapéutico que el original o innovador. Para establecer esta bioequivalencia el medicamento  debe tener la misma composición farmacéutica que el remedio original, además de cumplir con estándares de calidad establecidos por el Instituto de Salud Pública (ISP).

Los estudios para comprobar esta característica se pueden realizar in vivo, en pacientes voluntarios que deseen colaborar o en laboratorios a través de técnicas in vitro. Hasta el 2015 el Centro de Investigaciones Farmacológicas y Toxicológicas y Bioequivalencia (IFT) de la Universidad de Chile era el único acreditado para realizar este tipo de pruebas en el país.

En 2017, el Servicio Nacional del Consumidor (Sernac) realizó un estudio para identificar las diferencias en los valores entre medicamentos genéricos y bioequivalentes, detectando que en algunos casos por comprar una caja con el remedio original se podrían comprar hasta 34 cajas del bioequivalente.

Ley de fármacos

No todos los remedios tienen un bioequivalente. Fotografía gentileza de El Mostrador.

En 2014 se proclamó la Ley Nacional de Fármacos que, principalmente, garantiza el acceso oportuno de la población a medicamentos seguros, de calidad y a un precio razonable.

Esta ley además obliga a las farmacias a vender remedios genéricos y a tener disponibles en stock los medicamentos bioequivalentes que el ISP haya aprobado.

Los médicos deben indicar el nombre comercial del remedio y, de existir, la denominación bioequivalente. En caso de ser una receta emitida electrónicamente, el paciente tiene el derecho de exigir que esta sea escrita.

Otro aspecto relevante de la ley es la de eliminar incentivos por parte de industrias farmacológicas a los profesionales de la salud para que sólo receten los remedios de la marca. Esto último era una realidad muy comentada entre la población y que generaba gran desconfianza.

 

A pesar de esto, la ley no a estado exenta de polémica: el Colegio Farmacéutico de Chile denunció que los remedios genéricos habían «desaparecido» desde la aprobación de la ley. Esto debido a que las grandes farmacéuticas se coludían con las pequeñas para no producir genéricos, ni bioequivalentes.

Los remedios bioequivalentes deben tener por ley un sello que los identifique: una franja amarilla en la caja. Esto es obligatorio desde 2012. El Ministerio de Salud lanzó un vídeo explicativo en ese año:

Precauciones

Gómez advierte que no todos los remedios en el mercado poseen un bioequivalente. “Un ejemplo de esto son los jarabes. Son medicamentos que no poseen un bioequivalente debido a que el fármaco que los compone está disuelto en la mezcla”.

¿Y las complicaciones?

“No deberían existir complicaciones por consumir uno o el otro medicamento. Es difícil que existan contraindicaciones en un bioequivalente que no tenga el original. Principalmente porque los componentes son los mismos”, comenta Verónica Moreno, farmacéutica en RedFarma. Aunque sí podría haber algunos problemas al consumir un remedio no bioequivalente. «Al no serlo el remedio pierde algunas cualidades que tiene el original. Por ejemplo, los tiempos de absorción no son los mismos, ni el efecto. O sea, si tomas un remedio para el dolor de cabeza posiblemente se demore en hacer efecto, incluso quizás no lo haga», advierte Moreno.

Es importante remarcar que un medicamento genérico puede ser o no bioequivalente. Como se mencionó, los resultados de ingerirlo puede ser diferentes. Además los valores de un original y un bioequivalente pueden ser diferentes o iguales, esto depende de lo invertido por la empresa farmacéutica para comprobar que su remedio funciona y mantiene los altos estándares de calidad que se exigen.

A pesar de la ley, muchas veces en las farmacias no tienen el stock estipulado de genéricos bioequivalentes o simplemente no lo ofrecen. Es necesario que el consumidor conozca que tiene derecho de pedir una alternativa al remedio solicitado y, en caso de existir y no estar disponible, denunciar a la farmacéutica.

Aníbal Zepeda
Estudiante de periodismo de la Universidad de Concepción
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