Cineclubismo: una alternativa al cine comercial

Al hablar de cine actualmente, la mayoría de la veces se hace en base a los estrenos  de los circuitos comerciales, con cintas principalmente de producción hollywoodense orientadas a un público masivo. Sin embargo, existe una gran cantidad de producciones que quedan fuera de este sistema. Lo que se conoce como el cine de autor (en donde el director puede realizar sus filmes sin las presiones de un estudio) o cintas antiguas consideradas como patrimonio audiovisual, si bien no llegan a las grandes salas han logrado encontrar su lugar en los cineclubes.

Pero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos del cineclubismo? Estos son espacios dedicados a promover este tipo de producciones mediante el debate y la formación de públicos críticos, basándose en los principios de la democracia y la reflexión. En este sentido, se selecciona una película, luego se organiza una proyección para, posteriormente, dar pie a una ronda de comentarios por parte del público asistente, quienes son guiados por las intervenciones de un moderador.

Los orígenes del cineclubismo

La existencia de los cineclubes se remonta prácticamente a la creación del cine mismo a finales del siglo XIX en Francia. Es en este mismo país, gracias al éxito que tuvieron las primeras cintas realizadas, que la visión sobre esto comienza a ampliarse en el sentido de entenderlo ya no desde un punto de vista industrial, sino que desde uno más artístico.

Figuras como Jean Vigo o Henri Langlois (creador de la Cinemateca Francesa), comenzaron a rescatar copias de películas antiguas para volver a exhibirlas. Según comenta Luis Horta, académico y director de la Cineteca de la Universidad de Chile, aunque esto parece obvio, para la época era algo innovador, ya que “el cine solamente se entendía desde una perspectiva de mercado. Cuando una película dejaba de tener éxito comercial, simplemente se reciclaba la materia prima, ya que al estar guardadas sin ser exhibidas, sólo significaban una pérdida de dinero”.

Armando Rojas Castro (Fotografía: Wikipedia)

Así, Langlois logró conservar uno de los archivos fílmicos más importantes después de la Segunda Guerra Mundial, poniendo un valor histórico en estas. Por lo tanto, agrega el profesor Luis Horta, él empezó a exhibir cintas antiguas, “lo que hoy se llama la reposición. Fue el primero que empezó a dar películas que llamaran la atención de una generación nueva que, en los años 40 y 50 principalmente, comenzó a vincularse fuertemente con la crítica cinematográfica”.

Este mismo movimiento llegó a Chile en los años 20, considerándose como primer hito histórico la creación en 1929 del Instituto de Cinematografía Educativa (ICE) de la U. de Chile, dirigido por Armando Rojas Castro, considerado uno de los padres del documental chileno. Según consigna el sitio web Cinechile.cl, bajo el alero del ICE, al año 1934 se habían capacitado cerca de 200 profesores para apoyar sus clases con material fílmico educativo.

“Si tu te das cuenta, actualmente en casi todas las salas de clases hay un proyector, un telón y sonido, todo eso nace con Armando Rojas Castro. Estamos en una sala, en donde los soportes audiovisuales son algo cotidiano y él fue el primero que instalo esa idea en nuestro país”, agrega Luis Horta. A esto, se le suma el hecho de que en paralelo realizaba proyecciones de películas para públicos masivos, poniendo en relevancia el trabajo realizado por él en una época en que el cine chileno no genera producciones de calidad.

El cineclubismo en Chile

En el año 1954 se crea el Cineclub de la Universidad de Chile, del cual Pedro Chaskel, documentalista y montajista, fue su fundador. “Este es el primero de nuestro país y en el exhibían películas en la casa central de la U. de Chile porque era el único lugar que tenía un proyector de 35 milímetros”, menciona el profesor Horta.

Pedro Chaskel (sosteniendo la película), fundador del Cineclub Universidad de Chile (Fotografía: U. de Chile)

Esto, se convirtió en los años 50 en la única posibilidad que se tenía de acceder a otro tipo de realizaciones fuera del modelo industrial, a pesar de que la diversidad de películas que en ese entonces llegaba a la cartelera era mucho mayor. Lo que se hacía entonces en este cineclub era estar atentos a cuáles eran los movimientos cinematográficos internacionales, con el fin de poder estudiar esas películas.

Asimismo, situaron al cine en una perspectiva artística, buscando en las distribuidoras chilenas películas que les sobraban para determinar si ameritaban volver a verse. Luis Horta añade que quienes estaban a cargo de esto “empezaron a acceder y a ver todos esos materiales para luego discutirlos en un espacio de autoformación, el cual se convirtió en la semilla del movimiento del Nuevo Cine Chileno que va a reformar y repensar las prácticas de la producción y los discursos del cine en nuestro país ya en los años 60”.

De esta forma el movimiento del cineclub empezó a interesarse por estudiar el cine chileno al que, hasta esa época, nadie le había dado ningún tipo de valor. Gracias a la generación de este espacio y a la publicación de artículos académicos de cine, se les comienza a dar un significado de patrimonio histórico audiovisual, lo que permite restaurar clásicos del cine chileno como el Húsar de la muerte (1925).

Los desafíos del época actual

El cineclubismo se ha convertido en una alternativa para poder trabajar contenidos de calidad desde el desarrollo cultural. A pesar de esto, las necesidades y requerimientos de los públicos han cambiado, por lo que no sólo debe cambiar la forma de pensar el cine, sino también de mostrarlo.

Guillermo Jarpa, académico de la U. de Chile, asegura que “el cineclubismo tiene la obligación de conocer los punto de vista de los públicos, cuáles son sus visualidades y ser respetuosos con ellas, así se pueden conocer las necesidades de ellos y, a partir de esto, definir en conjunto cuáles serán las películas a ver”.

En este sentido, agrega que ellos crearon en el año 2010 la Red y, posteriormente, una Asociación de Cineclubes de Chile (2018), instancias en las que “tratamos de hacer un trabajo didáctico para otorgar herramientas para quien quiera hacer un cineclub pueda desarrollarlo”. En este contexto, como asociación hicieron además un manual de cineclubismo destinado a orientar esta búsqueda y lograr un mayor alcance para formar públicos críticos.

Conversatorio realizado en una función en la Universidad de Chile (Fotografía: Cine Club U. de Chile)

 

Quieres empezar tu propio cineclub, te invitamos a revisar la siguiente infografía para que sigas los consejos y puedas vivir la experiencia de disfrutar aún más del cine

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