La dependencia de las redes sociales en confinamiento

El pasado 11 de marzo la Organización Mundial de la Salud (OMS) decretó que el brote de COVID– 19 era una pandemia. Desde ese entonces el mundo entero tuvo que adaptarse al confinamiento absoluto como medida de protección, para así evitar el contagio del virus. En este contexto, las personas han usado mucho más que antes las tecnologías de la información, resultando como consecuencia la dependencia y adicción a las redes sociales, lo que podría provocar daños en la sociedad cuando se regulen las restricciones sanitarias.

Debido a que los hábitos tecnológicos están en constante cambio, la dependencia a las tecnologías en nuestra sociedad la percibimos como un fenómeno cotidiano, sin embargo, los confinamientos han obligado a la gente a quedarse en casa, realizar tele trabajo y pasar mucho más tiempo frente al monitor.

 Según mi punto de vista, la sociedad cada vez necesita más de las tecnologías para realizar sus tareas y hábitos cotidianos, hechos que están cambiando las formas de consumir, informar e interactuar con los demás. Hoy en día, necesitamos casi en todo momento de nuestras vidas un smartphone o dispositivo electrónico, lo que involuntariamente nos genera una adicción.

En este plano, la dependencia a las redes sociales genera una expectación constante y permanente al entorno digital, dejando en segundo plano la vida real y nuestro entorno cercano, pues entre más tiempo pasamos navegando por la web, más nos acostumbramos a dichas prácticas.

La dependencia a las nuevas tecnologías puede provocar trastornos psicológicos sumamente perjudiciales para nuestra salud. En mi opinión, si no utilizamos las redes sociales de manera responsable, nuestras conductas, relaciones interpersonales y comunicación efectiva se verán seriamente perjudicadas.

Foto de Joanna Guillén Valera

Creo que la necesidad constante de revisar las notificaciones o nuevos mensajes es un síntoma claro de la ansiedad que generan estos medios de comunicación. Expertos en la materia, mencionan que la constante liberación de dopamina provocada por las redes sociales podría terminar en enfermedades como Parkinson, Esquizofrenia o conducir a manías y alucinaciones.

Si bien la adicción a las redes sociales no genera consecuencias físicas, está comprobado por estudios internacionales que provocaría severos daños mentales y alteraciones en la salud emocional de las personas.

A modo de conclusión, pienso que la dependencia debe ser considerada una enfermedad patógena, pues es necesario que dichas consecuencias se eviten con la mayor antelación posible. Somos nosotros quienes podemos prevenir daños irreversibles en la vida y salud de las nuevas generaciones que desde su nacimiento se encuentran inmersos en una sociedad altamente tecnológica y mediatizada.

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