La pandemia como un espacio para replantear el modelo educativo chileno

El sistema educativo tradicional que opera en nuestro país ha sido cuestionado históricamente debido a la desigualdad y estructura arcaica centrada en el exitismo, más que en las competencias que logra desarrollar en los y las alumnas ¿Es la pandemia una oportunidad para cimentar la educación desde las necesidades, dejando atrás las expectativas de éxito?

La evolución histórica de la familia chilena externaliza el servicio de la educación hacia establecimientos especializados, quedando su rol relegado a la supervisión, cada vez menos colaborativa y empática con la comunidad educativa. En tiempos de pandemia, la escuela es trasladada de vuelta a los hogares, donde este tránsito se vive desde la improvisación e incertidumbre propia de la situación. 

Este proceso se efectuó sin sopesar los efectos que esto causaría en la dinámica familiar, ya que los niños además de estar expuestos al desequilibrio emocional que genera el aislamiento de los afectos primarios y red de amistades, deben rendir en un proceso académico que tiene como principal objetivo «aprender». 

Pasan los meses y los niños y niñas están cada vez más reticentes a los contactos y/o entrega de material por canales digitales. Los apoderados están sobre exigidos, intentando generar una rutina de normalidad, donde están en constante alerta congeniando aspectos económicos, laborales, familiares y domésticos. Sumarle el rol de educadores, abrió el debate sobre lo que realmente es importante para la formación de la niñez. 

En la encuesta #EstamosConectados aplicada por la Fundación Educación 2020 a estudiantes, profesores y apoderados, los resultados arrojan que un 80% de los estudiantes no cuentan con un ambiente que les permita conectarse a estudiar y apenas un 24% cuenta con el apoyo de un adulto. A nivel emocional, los conceptos más repetidos fueron ansiedad, estrés, aburrimiento, frustración y miedo.

Atrás quedan las expectativas de conseguir el mejor promedio, asistencia perfecta, infraestructura excepcional y actividades extracurriculares. La familia se reencuentra con su rol histórico, y empieza a priorizar la entrega de valores desde lo cotidiano, privilegiando ver a sus hijos felices, jugando, colaborando en las rutinas domésticas, sin vivir sus vidas como una carrera, más bien disfrutando el ritmo, enriquecido con momentos para conectar con la naturaleza y las expresiones artísticas. 

Así, logran sostener a la familia, dejando atrás las exigencias ahora consideradas excesivas. Esperamos que este aprendizaje vital permita que el regreso de los niños y niñas a la educación presencial, sea en espacios de respeto, donde se valore la individualidad. La educación chilena necesita replantearse y hacer de esta pandemia una oportunidad de renovación que libere a la infancia de la ansiedad y el encierro en aulas tradicionales.



Ilustración de Frau Isa dentro del libro María Montessori, educadora, científica, médica, psiquiatra, filósofa, psicóloga, feminista, y humanista italiana, que sostuvo uno de los métodos de educación libre que se mantiene dentro de los más populares en la actualidad.
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