La emergencia sanitaria agudizó la precaria situación laboral de los trabajadores de las artes y las culturas, quienes mediante la creatividad se reinventan generando contenido a través de plataformas digitales. 

Por: Génesis Salazar Muñoz

Las medidas de confinamiento y distanciamiento físico, adoptadas por las autoridades de gobierno para hacer frente a la emergencia sanitaria, han implicado el cierre de las puertas de los teatros a lo largo del territorio nacional. La paralización de las actividades presenciales ha afectado a las y los artistas escénicos quienes hoy enfrentan la agudización de la desprotección social y la precarización laboral históricamente experimentada por el gremio de artistas y trabajadores culturales en Chile. 

El 27 de agosto de 2020 el Sindicato de Actores y Actrices de Chile (Sidarte) manifestó las inquietudes del gremio teatral ante las intervenciones gubernamentales. La carta destinada a la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Consuelo Valdés Chadwick apeló a la discordancia entre el compromiso previo de brindar apoyo al sector escénico y las posteriores medidas adoptadas: suspensión del programa Acciona y recorte en más de dos mil millones de pesos del Programa de Apoyo a Organizaciones Culturales Colaboradoras (PAOCC).

Ser artista en Chile

“Las constantes rebajas para la cultura de parte del gobierno hacen que no se pueda vivir del arte en este país” señaló Jordan Asken Morales, estudiante de Actuación Teatral en la Universidad de Chile. El actor penquista, quien emigró a Santiago en búsqueda de formación académica puso sobre la mesa la problemática socioeconómica que aqueja a los trabajadores del sector artístico, en su mayoría independientes, quienes acusan abandono y desprotección laboral. “Siempre ha habido una falta gigante del Estado para con el arte y la cultura en Chile. Actualmente más grave y siempre en aumento de gravedad”, añadió.

El catastro publicado en la plataforma virtual del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio señala las principales problemáticas que aquejan a las y los trabajadores de la escena artística, las cuales son: cancelación de actividades previamente confirmadas (36,4%), disminución del ingreso percibido (25,6%) y postergación de actividades (16,7%). Se recalca la precariedad general del trabajo creativo y la falta de mecanismos de protección y seguridad laboral. 

Creatividad ante la adversidad

En el Biobío, las compañías teatrales han afrontado el crudo escenario de la crisis sanitaria mediante la reformulación en la entrega de contenido. Han adoptado un formato digital llegando a las audiencias a través de plataformas virtuales como Zoom, Facebook o Instagram. “El teatro para nosotros es una necesidad, nos gusta. Tras ver que la emergencia sanitaria se extendía nos reinventamos” declaró Génesis Pavés Avello, actriz de la Compañía de Teatro Artefra.

Una de las plataformas que ha impulsado la difusión del trabajo escénico regional es el Teatro Biobío (TBB). La pandemia COVID-19 aceleró el proceso de digitalización y gestó la reinvención de las formas de experimentar el arte escénico, así se articuló la creación de TBB en Casa. “Es un programa diseñado con contenido digital, busca seguir en contacto con las audiencias, tras cada actividad artística se abre posibilidad de un conversatorio para recoger impresiones y reflexiones”, declaró la actriz y ex moderadora del espacio, Carolina Cheuquepán Garrido. El proyecto virtual ha aportado visibilidad a las creaciones de compañías locales y nacionales. 

Sin lugar a duda, el arte es un agente clave en la sociedad, en tiempos de pandemia se ha transformado en una vía positiva para afrontar el proceso de confinamiento a través de la creatividad, la reflexión y el entretenimiento que ofrece en sus diversas formas de expresión. 

No obstante, pese a su rol social, la inversión y el fomento ha sido insuficiente por parte del gobierno. Los recortes culturales y la escasa formulación de apoyo socioeconómico alzan con fuerza el debate sobre la deuda histórica con los trabajadores de las culturas, las artes y el patrimonio, quienes afrontan la crudeza de la desvalorización de su función como articulador de sentido y que, aun así, resisten a través de la creatividad y la reinvención.