El agobio laboral sufrido por profesores y profesoras

Actualmente en nuestro país la mayor parte de los establecimientos educacionales se encuentran aún realizando clases a distancia, todo esto a costa de la salud mental de los educadores y educadoras.

El trabajo en línea llegó para ayudar a reactivar la gran mayoría de labores que realizábamos de forma presencial, sin embargo, este sistema no ha sido condescendiente con quienes imparten clases y que día a día ven cómo la barrera entre su vida laboral y personal es cada vez más transgredida.

Dentro de la ciudad de Los Ángeles las clases online han sido el principal instrumento de enseñanza utilizada por los y las docentes. No obstante, lo que debía ser una herramienta que facilitara la vida en momentos de pandemia se ha transformado en un verdadero suplicio.

Enseñando en casa

Nathalie Seguel, profesora de Lengua y literatura de la Escuela Thomas Jefferson, nos cuenta cómo ha sido tener que lidiar con esta nueva forma de vida: “Ha sido un año muy difícil. Debido a la falta de un horario fijo hemos tenido que ser muy flexibles y dar de nuestro tiempo familiar para responder a los alumnos. Hay una doble presencia que todos vivimos de distintas formas, seamos o no seamos padres, tenemos otras responsabilidades que debemos tratar de llevar de la mejor forma, pero es difícil”, afirmó.

Además, Nathalie hizo hincapié en su itinerario laboral: “Con los apoderados se puede tener horarios de atención, pero con los niños, por el contrario, es más difícil. Si bien, uno trata de ser rigurosa con las reglas respecto al horario, te sientes mal sino respondes a tus alumnos, ya que conoces sus realidades y entiendes la familia de esfuerzo que hay detrás”, expresó.

Por último, aludió a su salud mental comentando las repercusiones que ha tenido esta modalidad de trabajo: “De los once años que llevo en el área de la educación nunca había tenido licencia, pero ahora tuve que recurrir a una debido a problemas de sueño originados por el agobio laboral que se produce al tener que asistir a reuniones sumamente extensas, incluso reuniones en días feriado. De todas formas, la licencia no te deja tranquila, porque sabes que tus alumnos te van a necesitar”, sostuvo.

Una de las clases en línea impartidas en la Escuela Thomas Jefferson. Fotografía por Carol Otárola.

En cuanto al área rural de Los Ángeles la situación, lamentablemente, no es muy distinta. Andrea Rifo, profesora de educación general básica de la Escuela Coyanco, comentó su experiencia en este último tiempo: “La carga laboral ha aumentado y ha sido todo más estresante al tener que pasar desde la sala de clases a un aula virtual, y sobre todo en el ámbito rural. Como la gran mayoría de los niños no tiene acceso a un computador, uno envía actividades todos los días a través de Whatsapp”, afirmó.

Al igual que Nathalie, Andrea recalcó la distorsión en su horario laboral habitual: “Cuando estábamos en la modalidad presencial uno igual se traía trabajo para la casa, pero era menos. De esa forma se podía conservar un horario para la familia. Ahora no se puede, porque recibo llamadas y mensajes durante ese mismo horario. En otras palabras, ha invadido nuestra vida familiar”, expresó.

Acerca de su salud mental, Andrea hizo alusión a trastornos del sueño provocados por la carga laboral: “Estoy bastante ansiosa, con problemas de sueño, debido a que me acuesto sobre la una de la mañana revisando mensajes y preparando guías. Aunque, a pesar de todo el agobio, me gusta mi trabajo”, sostuvo.

Profesora impartiendo clases a distancia. Fotografía por Nicolás Muñoz.

Frente a la situación actual Soledad Jara, psicóloga del área de convivencia escolar del DAEM, aseveró que: “Hemos evidenciado que los profesores de nuestros establecimientos educacionales presentan afectación en relación a su bienestar emocional y salud mental. Esto en torno a que presentan dificultades a la hora de poder desconectarse de lo laboral y, a su vez, desconectarse de las preocupaciones domésticas cuando están trabajando”, expresó.

Otro punto importante que aclaró Soledad es el impacto que tiene en la enseñanza la existencia de problemas mentales en quienes se desempeñan dentro de las escuelas: “Para lograr un aprendizaje significativo se debe lograr un vínculo positivo entre el profesor y el alumno. Entonces si tenemos un profesor con cierto grado de desgaste físico y emocional, claramente ese profesor no va a poder disponerse a su trabajo con la motivación que se requiere para que los resultados sean de calidad”, afirmó.

Por último, recalcó el contexto en que nos encontramos como sociedad: “Estamos en un período de crisis, donde las emociones son principalmente de incertidumbre, es por esto que los espacios de autocuidado son cada vez más necesarios. Necesitamos generar acciones para atenuar el impacto emocional, ya que este desgaste también repercute en nuestro comportamiento en las distintas áreas donde nos vinculamos”, sostuvo.

El panorama actual que viven los profesores y profesoras dentro de la comuna de Los Ángeles es sumamente preocupante. Los mismos quienes constantemente han sacado adelante un sistema educacional lleno de falencias, hoy nuevamente invierten todo de sí mismos para seguir educando a la nueva generación de chilenos y chilenas. Pero, emerge la pregunta ¿a qué costo?

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