El impacto de la soledad en tiempos de COVID-19

Muchas familias se encuentran separadas desde inicios de la pandemia. Producto del confinamiento y distanciamiento social, encontrarse con seres queridos se ha vuelto cada vez más difícil de concretar. Pero pese a la esperanza, la tristeza e incertidumbre de los chilenos se ha visto en aumento.                                                                                                    

  Antonia Morales Mansilla

Azotados por una crisis sanitaria sin precedentes, cada ciudadano en el mundo debió adecuarse a un estilo de vida nuevo, uno que no le ha permitido estar junto a sus queridos. Más de una familia tuvo que separarse y comenzar un confinamiento en diferentes partes del país, dejándolos aislados de los que más quieren.

Ya sea por motivos laborales, de salud o seguridad, muchos han tomado la decisión de mantener distancia con sus seres queridos. Nadie pensaba que la pandemia afectaría tanto a la vida diaria, esa que en estos tiempos es anhelada por aquellos separados de la gente que más aprecian.  Hoy más que nunca, miles de familias añoran verse y recuperar todos los momentos perdidos que les quitó el Coronavirus.

 “La pandemia ha potenciado problemas no sólo biológicos, sino que también psicológicos”, mencionó el psicólogo Daniel Rivera Vallejos. De acuerdo con él, muchas personas han desarrollado depresión, ansiedad y cuadros de estrés, así como el surgimiento de miedos irracionales y trastornos del sueño.

De igual manera, Daniel Rivera, añade que: “La crisis sanitaria, en sí, constituye una amenaza constante para todos y todas; ya sea física y/o psicológica y todo lo que ello conlleva, por ejemplo: la falta de estabilidad laboral, cesantía y la incertidumbre de no saber cuándo acabará todo. Principalmente, nos encontramos con personas que reportan sintomatología ansiosa y depresiva”.

El desafío de estar lejos de casa


Ángelo y su familia antes del inicio de la pandemia, reunidos en las vacaciones de verano | Archivo personal de Ángelo Canales

Desde el 15 de marzo, Ángelo Canales se encuentra en Concepción, a 968 kilómetros de La Serena, donde vive su familia. Debido a sus estudios Ángelo se encontraba en Concepción, la pandemia lo encontró de sorpresa y por seguridad decidió realizar confinamiento voluntario en la ciudad.

Hoy, a ocho meses del comienzo de la crisis sanitaria en Chile, Ángelo aún no puede ver a su familia, no solo por miedo al contagio inminente que viajar a una ciudad lejana resulta, sino que no tiene los permisos necesarios para hacerlo. “Desde marzo que no veo a mis padres. Antes, iba cada vez que podía, son parte fundamental de mi vida y el no poder verlos me hace sentir triste. Lo que más me afecta es estar solo aquí en mi casa, no siento ánimo para hacer las cosas”, expresa con voz triste el estudiante.

La reducción del contacto físico y social ha desencadenado una serie de problemas psicológicos difíciles de controlar. El psicólogo, Daniel Rivera, agrega que “La familia constituye uno de los recursos externos más importante como mecanismo de afrontamiento frente a situaciones de estrés, como puede ser el contexto que nos encontramos vivenciando. Estar lejos de la familia, físicamente, podría aumentar los efectos psicológicos negativos”.

Recursos tecnológicos como mecanismo de acercamiento

“Hablar por videollamada me ha mantenido en contacto con mi papá que no veo desde febrero”, mencionó Sofía Risco. Su padre se encuentra en Santiago por motivos laborales y no han tenido contacto en persona desde que inició la pandemia. Al igual, Sofía agrega que “siempre es complicado cuando no puedes ver, compartir o hablar con alguien que quieres mucho. Antes, al menos, sabía que eventualmente podría ver a mi papá, ya sea para un fin de semana largo o vacaciones. Hoy, todo se vuelve más complejo porque ambos no sabemos qué pasará”.

Videollamada de Sofía con su Padre a pesar de la distancia| Fotografía: Antonia Morales

En este contexto, expertos como Daniel Rivera, recomiendan realizar videollamadas con la familia. El psicólogo comenta que: “Hay personas que prefieren quedarse en casa, debido al alto riesgo que conlleva compartir con más personas, por lo que las videollamadas resultan sumamente importantes para mantener el contacto, potenciar los vínculos y sentirse acompañado en este contexto de amenaza e incertidumbre”.

“La videollamada ha sido mi mejor aliado, al principio me daba mucha pena ver a mi familia a través del teléfono, actualmente, espero con ansias la hora en la que podemos hablar. Las llamadas pueden durar hasta 3 horas, el tiempo pasa volando cuando hablo con mi familia”, comenta Ángelo respecto a las medidas que tuvo que realizar para no perder contacto con sus personas cercanas.

La angustia de estar lejos de casa les ha dado la oportunidad a miles de personas de reconectarse con los seres queridos. Hoy más que nunca, la salud tanto mental como física es primordial.  Miles de kilómetros pueden separar físicamente a la gente, pero el corazón siempre se mantendrá unido a las personas que más quiere.

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