Desafíos y oportunidades para la mujer emprendedora en tiempos de COVID-19

La crisis sanitaria ha generado un impacto tanto económico como social. A pesar de esto, la pandemia le ha dado la oportunidad a cientos de mujeres emprendedoras de consolidar sus negocios y generar herramientas para poder adaptarse a la nueva realidad presente en todo el mundo. 

Antonia Morales y Catalina Urrutia

Algunas de las tareas que debe realizar una emprendedora son: contar inventario, preparar los pedidos y buscar proveedores, entre otros. Además debe ejecutar labores orientadas a redes sociales, como responder preguntas, tomar fotos y crear contenido. Eso y más es lo que es necesario hacer en un día, solo hablando de su emprendimiento, puesto que a eso se le suma la carga de trabajo no remunerado con la que deben cumplir en su rol de cuidadoras.

De acuerdo a la exploración de microdatos de la Sexta Encuesta Nacional de Microemprendimientos, realizada por Fundación Sol en junio de este año, las mujeres microemprendedoras informales destinan, en promedio, 60,5 horas semanales a su trabajo, de las que 25 serían no remuneradas, en contraste al total de 51,76 horas que laboran los hombres en las mismas condiciones, quienes solo llegan a 9,86 horas de actividades no pagadas.

Escritorio de una emprendedora: facturas de compras, comprobantes de envío, productos para inventariar, bolsas para empaquetar y otros elementos de la rutina.
Fotografía por Catalina Urrutia.

Maternidad y emprendimiento

Muchas mujeres buscan compatibilizar labores: la maternidad y ser proveedora de ingresos en su familia. Uno de los casos es el de Emely Chávez, quien a los 20 años decidió comenzar con un negocio de venta de maquillaje por Internet para lograr cuidar a su hija y generar ingresos extras para los cuidados de esta. Actualmente, Emely tiene 22 años y debe balancear su día entre cuidar a su pequeña, preparar los pedidos que tiene en su tienda, hacer cuentas y analizar qué productos debe comprar para revender. 

En tiempos previos a la pandemia, debía destinar un tiempo semanal para realizar la entrega de los productos que vende, dejar paquetes para ser enviados a otras ciudades y, además, efectuar algunos repartos en el centro de Concepción. Debido al COVID-19 debió suspender las entregas presenciales y los repartos. Es por eso que tuvo que derivar estas acciones a otras micropymes, primero para evitar un posible contagio y, luego, por la cuarentena que se decretó en la ciudad.

“Al principio me asusté, mi negocio es mi única fuente de ingresos, el papá de mi hija no me aporta nada. Pensé que no podría seguir vendiendo, pero muchas clientas tomaron la responsabilidad de venir a retirar los productos a mi casa y también comenzaron a surgir distintas pymes de delivery, eso me ayudó mucho porque podía darle una opción de despacho a mis compradoras. Así pude seguir vendiendo, fue más cómodo porque ese costo de los repartos dejé de asumirlo yo y comenzaron a costearlo ellas”, señaló la emprendedora con entusiasmo. 

Finalmente, la pandemia le brindó a Emely la oportunidad de seguir teniendo ingresos desde la comodidad de su casa. Si bien plantea que sigue siendo complejo atender las necesidades que requiere su hija de 4 años y de sus clientas, que le hablan a toda hora, ha minimizado el riesgo de contagios por COVID-19 sin dejar de vender.

Similar es lo que ocurrió con Ana María Candia, ingeniera civil industrial recién titulada, madre de Martín, quien tiene 3 años. “Egresé a inicios de la pandemia y mi titulación fue online. Lamentablemente no hay muchas oportunidades laborales en este momento, si ya era difícil encontrar trabajo antes de la crisis, ahora es peor. Por suerte mi esposo trabaja, pero yo también quería tener mis ingresos, por eso decidí emprender”, indicó la mujer.

El hijo de Ana María ha reemplazado el aprendizaje de su jardín por los juguetes didácticos que vende su madre / Fotografía cedida por Ana María Candia.

Ana María comenzó a vender juguetes didácticos para bebés durante esta pandemia. “Mi hijo está en una etapa súper desafiante y era difícil mantenerlo entretenido, sobre todo porque no puede ir al jardín. Buscaba juguetes que también le sirvieran para aprender, pero con la cuarentena estaba todo cerrado, no había donde comprarle algo, la única opción era pedir por Internet, pero todo era de Santiago”, señaló mientras mostraba su preocupación por la falta de emprendimientos en el rubro dentro del Gran Concepción. 

“Siempre me ha interesado emprender, cuando estaba en la universidad fui presidenta del club de emprendedores, así que aprendí a detectar oportunidades. Varias amigas que son mamás me ayudaron a difundir mis productos por redes sociales, así que he logrado vender durante la cuarentena sin problema. A veces aprovechaba de ir a entregar a domicilio cuando sacaba permiso para ir al supermercado, no se debía hacer, pero la necesidad supera todo”, comentó con algo de culpa, agregando que siempre tuvo miedo de ser fiscalizada y multada, situación que nunca ocurrió. 

Según la sexta encuesta de microemprendimiento realizada por el Ministerio de Economía, Fomento y Turismo, el 39% de los emprendimientos son liderados por mujeres. Una cifra que deja al descubierto la gran necesidad de buscar el empoderamiento económico, ya sea para financiar gastos personales o familiares. 

En la misma encuesta realizada por el Ministerio de Economía, Fomento y Turismo, se deja al descubierto que la mayoría de las chilenas emprendedoras comienza con un negocio por necesidad y no por oportunidad. Gran parte de ellas son el sustento de sus familias, deben lidiar con tareas domésticas y la crianza de hijos.

Empoderamiento económico

Muchas mujeres deciden iniciar un negocio para poder financiar gastos de crianza, mientras otras deciden hacerlo para costear viajes, sus estudios o compras personales. Ese es el caso de Fabiola Jara, quien en 2018 inició su negocio de venta de accesorios y joyas a través de Instagram. “Comencé porque quería comprar collares pero no me gustaban los de otras tiendas y los que sí eran muy caros, así que empecé mi propio negocio, siempre tratando de mantener buenos precios”, señaló la emprendedora que también comentó que ese sistema le ha funcionado bien.

Oriunda de Laja, Fabiola comenzó a vivir en Concepción por sus estudios universitarios, sus padres pagaban su alojamiento y alimentación, pero el dinero que disponía para otros gastos era reducido. La emprendedora señala que: “Esa fue una gran motivación, poder tener mi plata y elegir qué hacer con lo que tenía. No empecé con mucho, ahorré un par de meses y compré mis primeros insumos, al poco tiempo ya había recuperado lo que invertí y ya estaba ganando suficiente como para pagar mi ropa, salidas y viajes”.

Pero todo cambió con la pandemia. Debido a la suspensión de actividades presenciales, Fabiola debió regresar a su ciudad y detener las ventas. “Pensé que volvería en unas semanas a Concepción así que dejé todo en el departamento, pero comenzó a pasar el tiempo, ya no era tan fácil viajar y todas mis herramientas estaban allá, así que tuve que cerrar mi tienda temporalmente”, señaló con tristeza.

La emprendedora pasó meses sin vender, hasta que hace algunas semanas logró regresar a su departamento y llevar sus cosas a su ciudad. Para su sorpresa, pudo retomar las ventas sin problemas, explicando que: “Antes siempre hacía entregas en el Mall del Centro y envíos a otras ciudades, ahora solo estoy haciendo envíos, pero por lo menos estoy vendiendo. Antes hacía 10 a la semana, este mes hice más de 70, lo suficiente como para hacer contrapeso a lo que no estoy vendiendo de forma presencial”.

Arriesgarse y emprender no es una tarea fácil, sobre todo en tiempos de pandemia, es por eso que cientos de emprendedoras han decidido reinventarse y hacerle frente a las adversidades. A pesar de las restricciones sanitarias y la cuarentena, las mujeres han sabido salir adelante y demostrar su capacidad de liderazgo. Muchas de ellas han logrado mejorar sus emprendimientos y encontrar las capacidades para mantener a flote su negocio.

Las mujeres se caracterizan por ser optimistas e innovadoras, generando una buena llegada a los clientes. La confianza entregada en cada producto o servicio realizado es importante para aumentar las ventas significativamente. Es por eso que su papel es fundamental en el aumento de la igualdad y el empoderamiento femenino.

Fernanda Cárcamo tiene 22 años, maneja una tienda de ropa usada y expresa que a través de ella le puede dar una segunda oportunidad a esas vestimentas que quedaron en el olvido. “Comenzó con una pequeña venta de vestimenta que yo no usaba, a la gente le gustó y para poder reinventarme, empecé a buscar vestuario en tiendas de segunda mano. Mis amigas siempre me decían que yo tenía talento para encontrar prendas en ese lugar, aproveché eso y comencé a venderlas”, señala muy contenta la joven emprendedora.

Algunos de los artículos a la venta en la tienda online de Fernanda | Perfil de La Boheme vía Instagram

Igualmente, Fernanda comentó que en su ciudad no había mucho comercio online de vestimenta usada, algo que utilizó como una oportunidad para lanzar contenido original y llamativo relacionado con sus prendas. Para ella, comenzar un emprendimiento en plena crisis sanitaria ha sido un gran desafío. Al respecto expresa que: “Todo inició a principios de este año, la pandemia me ayudó a consolidar el negocio, le pude brindar todo el tiempo y dedicación que antes no hubiera podido. A la gente le da miedo ir a los locales de ropa americana, prefieren comprar por Internet y para eso está mi tienda: para traer el mejor vestuario que venden en esos lugares”.

Trabajo colaborativo y herramientas para emprender

La crisis provocada por el COVID-19 ha dejado a más de una emprendedora buscando ayuda. Es por eso que, a pesar de la pandemia, el Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género (SernamEG) mantiene el trabajo a través de diferentes programas que buscan entregar las herramientas necesarias y potenciar los emprendimientos realizados por mujeres a nivel nacional.

Pablo Veloso, encargado de comunicaciones de la institución y profesional de apoyo de los programas realizados por SernamEG explica que: “Existen dos programas de apoyo. El primero es Mujer Emprende, el cual reúne a mujeres mayores de 18 años, con o sin iniciación de actividades, pertenecientes a los quintiles del I al IV. El segundo es Mujeres Jefas de Hogar, a través de su línea independiente, donde ellas se reúnen, se capacitan y fomentan sus negocios”.

Directora Regional de Sernameg Biobío, Lissette Wackerling en el encuentro regional Mujer Emprende 2020. / Sernameg Región Biobío vía Facebook

Junto a esto, Pablo comenta que la modalidad de trabajo con las mujeres cambió debido a la pandemia, teniendo que reestructurar la forma de interactuar y capacitar a las beneficiarias. “La mayoría de los encuentros y talleres se han realizado casi en su totalidad en línea. Digo casi, porque tenemos un grupo del programa Mujer Emprende que ocupa espacios de manera permanente en Mall Plaza del Trébol para exponer sus productos, como mascarillas y otros relacionados con la pandemia”, explica el profesional de apoyo. 

Finalmente, señala que: “Muchas mujeres debieron reconvertir sus negocios, viendo la pandemia como oportunidad, en especial quienes se dedicaban a la confección y estampados, que pasaron casi en su totalidad al rubro de las mascarillas. También, otras apuntaron al lado de los implementos de higiene, como jabón. Cabe señalar que las emprendedoras del SernamEG son artesanas y confeccionan sus propios productos”. 

Históricamente las mujeres han emprendido, incluso antes de las redes sociales, ya que la necesidad de obtener sustentos adicionales y las bajas oportunidades en el mundo laboral siempre han existido. Ellas se adaptan constantemente para sobrevivir a los distintos desafíos que se presentan, ya sea desde la necesidad de llevar comida a casa, cómo seguir generando ingresos durante una pandemia y lograr la independencia económica.

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