Fondos sin fondo: las barreras que deben sortear los emprendedores penquistas para escalar sus negocios

Ecosistemas herméticos de apoyo y lenguaje excesivamente técnico al momento de plantear los proyectos; estas son las principales dificultades que enfrentan los emprendimientos en Concepción al momento de postular a fondos monetarios, como los que ofrece Corfo año a año.

Mientras la Cámara de Comercio de Concepción informa a la opinión pública que 191 locales comerciales de la ciudad decidieron cerrar de forma definitiva, dadas las consecuencias económicas, existen numerosos emprendedores locales que, en este mismo contexto, afirman que están enfocados en seguir funcionando.

Tal es el caso de Sara Cepeda, presidenta de este gremio, quien en entrevista con Diario Concepción pese a reconocer que existe apoyo del Servicio de Cooperación Técnica (Sercotec) y la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo), señala que este no es suficiente para asegurar la solvencia del comercio, pues a su juicio, “la pandemia se ha extendido demasiado”.

Por su parte, estos organismos estatales han realizado numerosos llamados mediante sus redes sociales, para que los emprendedores e innovadores de la zona postulen a nuevos fondos, como el “Programa de Apoyo a la Reactivación” (también conocido como “PAR Impulsa”) que apunta a subsidiar emprendimientos liderados por mujeres.

En cuanto sucede este debate, se asoman voces como la directora regional de Corfo, Macarena Vera, quien destaca las cualidades de este tipo de programas, con frases como “estamos conscientes de los problemas que la pandemia ha generado para las emprendedoras de nuestra región, por lo que esta convocatoria (PAR Impulsa) está dirigida precisamente a ellas”. Sin embargo, la afirmación contrasta con el oscuro panorama que, semana a semana, manifiestan los principales actores del comercio penquista.

En consecuencia, distintas voces del “ecosistema emprendedor” de la capital del Biobío se refieren de forma negativa al camino que han debido enfrentar para buscar financiamiento o apoyo para sus ideas, o bien, sus proyectos de vida. Experiencias con más o menos trabas que otras, ayudan a construir la ruta del emprendimiento penquista: aquel que, por los más diversos motivos, tuvo dificultades para acceder a los recursos que necesitan.

Entre ellos, se señalan factores como la dificultad para acceder a información clara sobre las bases de postulación a determinados fondos, o incluso, la predominancia de un lenguaje tecnicista que, en ciertos casos, pudo haber sido excluyente para algunos emprendedores.

Tal es el caso de la abogada Karen Muñoz, quien tras haber intentado entrar a un programa de Corfo mediante un proyecto de educación legal, concluye que “hay que manejar un ‘idioma específico’ para poder postular”, lo cual, truncó sus planes de seguir trabajándolo al alero de esta entidad.

Otro aspecto que Muñoz explica sobre los fondos de Corfo, es que algunos de ellos tienen líneas de acción específicas, lo cual limita el tipo de proyectos que, en definitiva, son merecedores de escalamiento. Por ejemplo, menciona que en una convocatoria se puede estipular que solamente serán aceptados aquellos proyectos relacionados con “prevención de la Covid-19” o “enfoque de género”.

Por otro lado, Karen cuenta que, en una misma categoría de postulación, pueden convivir personas que están recién aprendiendo a emprender, mientras que otros ya tienen su empresa constituida con anterioridad. Esto, a su juicio, es injusto y representa una evidente desigualdad en cuanto a conocimientos necesarios para avanzar, o en jerga especializada, seguir escalando. “Hubo personas que solo tenían una idea y querían aprender, en tanto, otras lo tenían todo listo. Estas últimas fueron las que finalmente avanzaron”, recuerda.

Se trata de un diagnóstico que, si bien no es lapidario con el manejo de Corfo, efectivamente es negativo. A este, se suma la periodista Paula Cifuentes, directora ejecutiva de la consultora Kalibra Partners, quien también pone su foco en el exceso de lenguaje técnico, al que coloquialmente denomina “corfoniano”, como requisito para escalar proyectos.

Además de consultorías, Kalibra Partners realiza talleres, capacitaciones y contenido propio mediante la revista Empoderadas. Fotografía: Facebook de Kalibra Partners.

Asimismo, recalca que una de las principales falencias que deberían corregirse es la existencia de un “círculo” cerrado de emprendedores e innovadores -ya consolidados- que, según ella, obtienen la mayor parte de los fondos del organismo estatal. Como contrapunto, Cifuentes destaca el apoyo -incondicional de acuerdo con su experiencia- que entregan los centros de investigación de las universidades, por lo cual, afirma que estas llevan la delantera en cuanto a apoyar proyectos autogestionados.

De igual modo, Cifuentes señala que existen metas pendientes en cuanto a género, dado que, a su parecer, muchas veces las mujeres no tienen la misma oportunidad de participar en las actividades de Corfo a raíz, principalmente, de la carga horaria de estas.

Sin embargo, aquellos no son los únicos motivos de descontento que priman entre los actores del emprendimiento penquista. Por esto, la comunicadora audiovisual Romina Avilán decidió fundar el e-commerce CO4, cuyo nombre se debe a un juego de palabras a partir de los conceptos “colaboración, comunidad, confianza y cohesión”.

Respecto a las falencias de la ayuda estatal a los emprendedores, Avilán señala que existe desconocimiento sobre los reales criterios de postulación, mientras que las explicaciones oficiales tras no obtener uno de ellos tampoco son claras, lo cual ejemplifica con CO4: “Postulé a un fondo donde me dijeron que no tenía oportunidades de crecimiento con mi proyecto, el cual hoy está creciendo a pasos agigantados”. Asimismo, explica que las posibilidades para los emprendedores son mínimas, puesto que los centros de apoyo y asesorías no dan abasto.

CO4 se plantea como un co-work y, a la vez, una tienda virtual de productos “hechos a mano” por emprendedores de la zona. Fotografía: Comunicado CO4.

Comentarios como el de Romina, revelan que muchas veces los criterios de selección parecen no ser los indicados. Dicho en otras palabras, el éxito que, hasta el momento, ha tenido CO4 es una prueba de que la exclusión de un fondo o capacitación oficial no es definitoria sobre la calidad de un emprendimiento, o en este caso, una idea.

Entre el éxito y el fracaso de un proyecto

Sin embargo, las historias satisfactorias al momento de postular a fondos Corfo existen, y no son patrimonio exclusivo de experimentados empresarios con años de experiencia y una robusta red de contactos. Así, a lo largo de los últimos años se han asomado ideas exitosas, cuyo crédito corresponde a nuevas generaciones de la región del Biobío, por lo general, en el área de la difusión cultural.

Tal es el caso de Sebastián Fierro, gestor cultural penquista, quien, pese a reconocer los prejuicios que existen sobre la adjudicación de fondos, señala que, a su juicio, esto sucede porque no existe tanta gente que se dedique al emprendimiento. Asimismo, recuerda con especial motivación su experiencia al haber postulado a estos, en su caso, del Ministerio de la Cultura y las Artes.

Fierro explica que logró adjudicarse algunas convocatorias tras “entender las mañas” del lenguaje técnico común en estas instancias, el que asume, no se encuentra al alcance de cualquier persona. Sin embargo, estima que esto sucede no por una responsabilidad directa de las entidades oferentes, sino, a causa de las deficiencias estructurales del sistema de educación chileno en todos sus niveles. Así, desmiente categóricamente que exista un halo de “secretismo” en torno a los criterios de selección de estos fondos, al menos, en lo que respecta a la cultura.

En otras palabras, lo explica la periodista Constanza Rivera, quien también postuló a convocatorias de este tipo. Rivera señala que es fundamental ser proactivo al momento de anotarse para un fondo, lo cual grafica comparando el proceso de postulación con un trabajo de magíster universitario. Es decir, a su juicio, hay que estudiar exhaustivamente antes de presentar un proyecto de innovación o emprendimiento.

En el caso de Constanza, su experiencia se centró en las postulaciones al Fondo de Apoyo a Iniciativas Comunales (FAICC) y al Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR). Ambas llegaron a buen puerto, considerando además que, en la etapa de formulación, ella y su equipo de trabajo contaron con el apoyo del Instituto Regional de Administración de Empresas (IRADE).

Espacios de innovación y desarrollo

Cabe destacar que un eje fundamental en el funcionamiento de esta “nube del emprendimiento” son los co-works, es decir, espacios compartidos de trabajo, donde se suelen intercambiar ideas, consejos y asesorías sobre el desarrollo de cada emprendimiento.

En el caso de Concepción, uno de los más espaciosos es Meet, ubicado en San Martín 553, por lo que su administradora, Francesca Pastorini, es una voz autorizada para referirse a la situación actual de la actividad en la comuna. En esa línea, destaca el aumento en el número de emprendedores y sus “ganas de crecer en algo que los apasiona”, pese a asumir que muchos otros pueden haber perdido sus fuentes laborales.

De igual manera, discrepa de las voces críticas con el manejo de los fondos estatales. Francesca afirma que las oportunidades que se entregan -sobre todo en estos tiempos- son fundamentales para salir a flote en inversión, afinar detalles y pulir el trabajo ya realizado. No obstante, Pastorini cree que, de todos modos, se debe simplificar la metodología para adquirir este financiamiento.

En sus redes, Meet se define como un “espacio estimulado por la colaboración, conexión y emprendimiento para trabajar tanto en equipo como en modalidad individual”. Fotografía: sitio web de Meet.

Esta conversación con distintos actores, partícipes del desarrollo emprendedor de Concepción, da cuenta que las cortapisas al momento de “dar un paso más allá” en el escalamiento de una idea son efectivas: las hay desde no manejar una serie de conceptos específicos, hasta criterios de exclusión, que no necesariamente se ajustan a las particularidades de quienes necesitan acceder a esta oportunidad.

Sin embargo, los testimonios de esta “ruta del emprendimiento penquista” prueban que las posibilidades de crecer efectivamente existen. Que estas sean más o menos accesibles, depende de factores como la constancia, la preparación previa o una sólida red de contactos, a juicio de lo que expone cada participante de este “círculo”.

No obstante, sus palabras ponen en entredicho la facilidad para lograr estos cometidos, ya que el desenlace de sus historias es disímil. A su vez, esto remarca una secuencia de desigualdades a la hora de enfrentar llamados como los que año a año ofrece Corfo, Sercotec u otros organismos gubernamentales.

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