Precariedad entre paredes: dilemas y desafíos de la política habitacional en Chile Entrelíneas por Consuelo Victoria Vidal Mendoza - 15 diciembre, 202015 diciembre, 20200 El debate que se da respecto a la vivienda en Chile trasciende el simple hecho de tener un techo, el hogar digno implica una fortaleza no solamente en los cimientos de una persona o familia, también tiene una estrecha relación en cómo ésta se desarrolla dentro de la sociedad. Si bien durante el estallido la consigna del derecho al habitar de manera digna no tomó mayor protagonismo, la pandemia permitió visibilizar de manera más clara las grandes falencias y desigualdades que existen en torno a este tema. Así, esta idea toma aún más fuerza pensando en la redacción de una nueva carta magna para el país. Conforme a los datos que arrojó el informe elaborado por la encuesta CASEN a partir de la cuenta pública del año 2016 en Chile, se obtuvo que un total de 1.247.890 viviendas deben ser ampliadas o mejoradas. Este déficit cualitativo, según el mismo estudio, responde principalmente al poco espacio y a la baja calidad que presentan los hogares más precarios del país. También resaltan factores como el escaso acceso que tienen algunos barrios a los beneficios de la ciudad o el mismo hacinamiento, sobre todo en residencias arrendadas por inmigrantes. En la comuna de Santiago existen las conocidas “nanoviviendas” que pueden llegar a los 17 m2. Fotografía extraída de: Stepienybarno. Muchos de los problemas que han aquejado a más de un millón de viviendas en el país se expresaron durante las manifestaciones del Estallido Social. En este contexto, una de las formas de protesta que más llamó la atención fueron las diversas muestras escénicas e intervenciones visuales protagonizadas por estudiantes de arquitectura pertenecientes a distintas universidades a lo largo de Chile. Esta original forma de dar a conocer las falencias que presentan tantos hogares consistía en algo tan simple, pero a la vez llamativo, como esbozar un trazado con tiza en el piso representando y dando cuenta del pequeño espacio que en muchas ocasiones tiene que habitar un núcleo familiar completo. Gabriela Cisternas, estudiante de arquitectura de la Universidad del Bío-Bío, quien participó de forma directa en estos espacios de “arquivismo” en la ciudad de Concepción, comenta a Entrelíneas el porqué de la necesidad de visualizar a nivel nacional estas realidades: “Aunque la problemática habitacional no ha sido un tema protagonista dentro de las consignas de octubre, existe una gran parte de la población que padece de hogares pequeños, de pésima calidad de construcción, en entornos degradados y estigmatizados, sin áreas verdes ni espacios públicos. Esas personas no son solamente las que postulan a viviendas sociales, son quienes compran un departamento pequeño y carísimo o los migrantes que arriendan en cités contemporáneos. Creo que es un tema urgente a solucionar porque es fundamental para la gente tener un espacio de cobijo digno donde habitar”. Viviendas precarias: un dilema sociodemográfico e histórico Más allá de cualquier indicador material que presenten los problemas habitacionales del país, existe una dimensión que afecta y agudiza esta situación tanto como el hacinamiento o la baja calidad de la vivienda. Nos referimos al componente geográfico, el que se manifiesta como la ausencia de diferentes servicios: espacios públicos de calidad, acceso a la salud, sistemas de transporte público, dotación de personal policial, entre otros. Estas carencias inciden y tienen un peso relevante en la calidad de vida de quienes habitan en zonas periféricas o segregadas de los centros urbanos. Toda esta precariedad existente en torno al estándar de las viviendas adquiere un matiz aún más preocupante cuando se observan las diferencias entre comunas con grandes brechas en cuanto a su ingreso per cápita. Según un reportaje publicado por Ciper, en las cuatro comunas de la Región Metropolitana con mayor índice de pobreza disponen de 3,5 metros cuadrados de áreas verdes por habitante, mientras que en las cuatro con mayor riqueza cuentan con 8,7 metros cuadrados por habitante, siendo el entorno residencial un factor que incide al momento de evaluar y valorar la calidad de un hogar. El costo de una vivienda ha crecido casi 68% en ocho años, mientras que los ingresos de los hogares solo lo han hecho en 24,7%. Fotografía extraída de: Ciper. El arquitecto Maximiliano González enfatiza en la profunda desigualdad que viven grupos de menores ingresos en comparación con el estrato socioeconómico más alto. Desde materiales, aislación y espacios, la brecha se hace muy notoria: “El estrato socioeconómico alto disfruta de lujos y amplios espacios interiores, con aislación excepcional ante el exterior. Asimismo, con grandes áreas exteriores, con hectáreas en donde podrían vivir cinco familias de estrato vulnerable”. Respecto a aquellas viviendas subsidiadas por el Estado, González afirma que éste se preocupa de entregar el mínimo equipamiento para vivir, pero que no garantiza ni cumple con los estándares óptimos. Si continuamos indagando en torno a los problemas presentes en los tipos de viviendas en Chile podemos encontrar más situaciones marcadas por la desigualdad, las que se dejan ver en la cantidad de metros cuadrados que puede llegar a tener un hogar respecto de otro. Según un estudio realizado por Geobussines en base a los datos que arrojó el Censo del año 2017, una casa ubicada en la comuna de Lo Barnechea tiene en promedio 112 metros cuadrados, distanciándose notoriamente de una residencia que se encuentra en Puente Alto, la que en promedio no supera los 44 metros cuadrados. Para la historiadora Alejandra Brito, la precariedad en las viviendas tiene sus raíces en los primeros atisbos de urbanidad en el país a inicios del siglo XX, dentro del contexto y proceso histórico denominado como Migración Campo-Ciudad, donde los problemas de higiene y hacinamiento llegaron hasta los oídos del mundo político, formando parte del periodo que hoy recordamos como la Cuestión Social. Sin embargo, los motivos por los cuales actualmente se protesta responden a la política habitacional que ha operado desde la dictadura de Pinochet hasta ahora. Brito señala que: “Las construcciones para la familia proletaria moderna que se dieron desde 1940 hasta 1970 en general son de una alta calidad. Pero a partir del modelo neoliberal que impone la dictadura, el concepto de una residencia digna y confortable para el sector popular es reemplazado por una gestión con un carácter tendiente a erradicar a los pobres de las zonas urbanas, las que finalmente se transformaron en los espacios exclusivos de las élites. A partir de ahí, se levantaron una serie de poblaciones pensadas como viviendas sociales de muy baja calidad y en la periferia de las ciudades”. Un rol protagónico durante la pandemia El 41% de las piezas en casa antigua o conventillo se encuentran en situación de hacinamiento. Fotografía extraída de: La Discución. A pesar que la consigna de la vivienda digna no fue una de las más potentes durante los meses de protesta, debido a la pandemia del coronavirus salieron a la luz las grandes falencias que existen en torno a este tema. El llamado a respetar la distancia física y quedarse en casa para evitar contagios, no fueron medidas pensadas y adaptadas a la realidad del país. En brotes comunitarios o domiciliarios, aquellas familias que no cuentan con condiciones óptimas se han contagiado en su totalidad. Nicole Gay, directora del Cesfam Pedro de Valdivia de Concepción, destaca que estos hechos se ven sobre todo en la población migrante, donde viven muchas personas en pocos metros cuadrados y en malas condiciones. Debido a la crisis económica producto de la pandemia, muchas familias han tenido que recibir allegados en sus hogares, potenciando así el problema de vivienda y hacinamiento. Mercado Libre realizó una encuesta a sus usuarios donde el 49% de los encuestados se encuentra disconforme con los espacios que tienen. A raíz de lo anterior, el 68% de las personas consultadas en la encuesta evalúan la necesidad de un cambio de residencia producto de la pandemia. Desde la perspectiva de salud, Nicole Gay menciona que existe una relación entre la vivienda y la calidad y expectativa de vida de las personas. Además de la importancia e influencia en temas de salud mental, relaciones familiares y sexuales, entre otros aspectos. Pensando en el futuro del país Sebastián Abudoj, seremi del MINVU de la región del Biobío, mencionó a Entrelíneas la importancia de la conversación en torno al tema de vivienda en la redacción de la nueva Constitución destacando que, junto con temáticas como salud y pensiones, es una prioridad para los habitantes del país. Además, cree que se requiere más que establecerlo en la carta magna y que las verdaderas garantías para el habitar digno serán a través de una ejecución adecuada en las políticas públicas, la participación de las personas y los presupuestos que permitan materializar una mejora en la política habitacional. Para Abudoj, el derecho a la vivienda digna no es solo una prioridad para el futuro, sino que lo es hoy en día y siempre tuvo que serlo. El seremi destaca el hogar como un espacio de desarrollo personal y familiar, sobre el cual debe darse una conversación amplia en torno a la construcción de barrios que entreguen las condiciones adecuadas para las diferentes necesidades de las personas que los habitan. Muchos consideran que el hogar digno trasciende un tema de edificación. El arquitecto Maximiliano González también destaca la importancia del entorno y como éste tiene estrecha relación con la calidad de vida, enfatizando en la necesidad de áreas que permitan la recreación de los habitantes posibilitando un crecimiento cultural, económico y social, además, resaltando que “se deben disminuir las diferencias socioeconómicas que distancian a las personas y no permiten avanzar hacia una sociedad justa y equitativa”. El dilema habitacional en Chile recae en diversos factores, algunos de ellos son palpables y otros se manifiestan en los contextos precarios y carentes de oportunidades en los que viven tantas familias. Sin embargo, pareciera haber consenso en la necesidad y urgencia de reivindicar el derecho de las personas a vivir en un hogar digno y de calidad. Es de esperar que en el futuro que se avecina en este país se redacte una Constitución capaz de plasmar de forma consciente y ejecutable las políticas que permitan nivelar hacia arriba las brechas existentes en torno a la vivienda.