Lighthouse: horror de metáforas y sutilezas

Quién habría imaginado que solo dos personajes podrían superar a la mayoría de las producciones que hoy destinan un gran presupuesto en maquillaje y retoques computacionales para crear monstruos que ciertamente acabarían teniendo pesadillas luego de ver Lighthouse.

Argumentos como “el grupo de amigos jóvenes se va de excursión”, “la familia se instala en una nueva casa con un futuro lleno de esperanzas”, o la mejor a mi gusto: “mi peluche está embrujado 3”, hoy son parte de los grandes clichés del cine de horror. He visto tantas veces estas historias que incluso llegué a pensar que ese era el límite de este tipo de films, que ya no se estrenaban tramas distintas porque no quedaba nada más que inventar. Realmente me encontraba secuestrado por la idea de que el jump scare era el alma de este desprestigiado género. Por suerte estaba muy equivocado.

La película está basada en un hecho real que tuvo lugar en 1801. Fotografía extraída de: The New Yorker.

Vamos directo al punto, Lighthouse es brillante desde cualquier perspectiva. Es probable que solo peque de ser un tanto densa, pero ello no le resta ni un ápice de genialidad. Robert Pattinson junto a Willem Dafoe encarnan a los protagonistas de una obra que destaca tanto por el intelecto de su guion como por la magistral interpretación que los actores hacen de éste. La trama que transcurre en una isla en medio del océano obliga a estos dos personajes a darle ritmo a la cinta mediante su único deber: mantener en funcionamiento un faro. Puede que lo anterior te haga pensar que se trata de una película monótona. Sin embargo, lo único monótono de esta trama es la cromática blanco y negro que viste a su fotografía, lo cual en mi opinión dista tanto de ser un desacierto como aquella isla del continente más cercano.

El metraje de Robert Eggers nos presenta un terror que no comienza de inmediato pero que cuando surge te acompaña por más tiempo del que quisieras. Quizá lo puedas identificar en las primeras sensaciones de incomodidad al terminar la cinta. Ese horror, el verdadero horror, se camufla en los oscuros secretos y recuerdos que esconden los personajes. Pero cuidado, no te regalarán nada de forma explícita. En Lighthouse los fugaces detalles en los diálogos, las ínfimas sutilezas en la escenografía o las metáforas disfrazadas de sueños son un desafío para el espectador que tendrá que elucubrar bastante para hallar ese terror oculto en la historia.

Si tuviese que aconsejar a alguien antes de ver este rodaje le diría que no lo vea solo, que lo mire consigo mismo y con nadie más ya que los secretos que guarda El Faro no son para cualquiera, aunque seguramente sí lo son para ti. Si aún tienes dudas en torno a ver o no este film es mejor que lo hagas, así quizá me ayudes a aclarar las que yo tengo después de verlo.

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