No hay salud sin salud mental

“Cerca de las ocho de la tarde de un sábado de abril cuando comenzó todo. Sentí angustia, el pecho apretado, la respiración agitada y dificultosa, sudoración fría y mareo. Estuve así casi una hora y me calmé, pero los síntomas regresaron a la medianoche y fueron más agudos, asique partí a la clínica. Me contagié, pensé. Y parece que es grave, me lamenté.

Recuerdo que habían dos entradas: una para pacientes de urgencia no respiratoria y otra para pacientes con urgencias respiratorias, donde todo lo que entraba por ahí tenía la sospecha de llevar Covid. Me tomaron la temperatura, estaba normal; la presión arterial, también; la saturación de oxígeno, en orden y hasta una radiografía de tórax, sin novedades. La doctora que me atendió solo encontró una explicación: crisis de ansiedad o más conocida como crisis de pánico. Me derivó a un neurólogo.”

El caso de Daniel es un fiel reflejo de los nocivos efectos que la pandemia ha provocado en la salud mental de la población. El encierro de las cuarentenas, la imposibilidad de visitar a amigos, familiares, practicar deportes y viajar, pasa la cuenta. Con el foco centrado en la solución biológica de la crisis sanitaria mundial provocada por el Covid-19, se ha postergado el cuidado de la salud mental de las personas.

Danae Sinclaire es psiquiatra y conoce bien esta realidad. La demanda por atención en 2020 creció exponencialmente, comparada con años anteriores.

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Un 67% de los médicos de atención de salud primaria considera que debió dejar horas médicas de salud mental para atención de consultas relacionadas por COVID-19. FOTO: Creative Commons. Por: Elina Krima.

¿Aumentó el número de consultas por problemas relacionados a la salud mental durante la pandemia?

Si, aumentó de todas maneras, principalmente cuadros ansiosos o depresivos, en lo que me tocó observar, muchas personas que venían mejorando de una depresión o se les había entregado el alta sufrieron recaídas en sus cuadros psiquiátricos.

¿Cuál es el principal desafío de los profesionales dedicados a la salud mental de la población durante la pandemia?


Los desafíos son muchos, primero que nada se superó la demanda vs la oferta tanto en el sector público como privado. En el público la disponibilidad de horas es crítica y con la reconversión de la atención primaria a casi solo consultas respiratorias durante el peak de la pandemia, el acceso a salud mental en el sector público disminuyó muchísimo. Lo segundo es que para contener y tratar en salud mental, el único instrumento es uno mismo y al igual que todo el resto de la población, los que trabajamos en salud mental también estamos siendo víctimas del estrés de la pandemia y nuestros mecanismos de afrontamiento se ven exigidos al máximo.

¿Cómo cuida su salud mental un profesional de la salud mental?

Es difícil en estas circunstancias. Generalmente, con el desarrollo de otras actividades en el tiempo libre, ejercicio, arte, lectura, manualidades, etc. Pero por sobre todo, el autocuidado necesita tener cierto límite de horas semanales para la atención directa de pacientes, cierta cantidad máxima de pacientes bajo control, aunque esos cortafuegos en estas circunstancias se vieron sobrepasados.

¿Es más fácil o difícil dar seguimiento a los pacientes en la modalidad online?

En general existía bastante temor a la modalidad online, pero la experiencia ha sido bastante satisfactoria. En mi experiencia tiende a mejorar la adherencia a los controles al eliminar barreras de desplazamiento o el problema de tope de horario con el trabajo. Muchas veces esas eran la causa de que la gente abandonara sus tratamientos.

¿La respuesta a los tratamientos en los pacientes ha sido distinta a través de esta modalidad?

Pareciera que no, pero es difícil evaluar eso ahora, habría que verlo en perspectiva cuando esto termine, con estadísticas en mano.

Los recursos para la salud mental

Históricamente, la salud mental en Chile ha enfrentado dificultades de acceso, financiamiento, cobertura y estigmatización, elementos que se graficaron en una paulatina y ascendente curva de problemas emocionales y mentales que afectaron a gran parte de la población en los últimos años.

Las consultas de urgencia por autolesiones e ideas suicidas aumentaron por encima de un 70% durante 2020. FOTO: Creative Commons. Por: Cottonbro.

El bajo aporte estatal en esta materia, que equivale apenas al 2,4% del presupuesto total en salud al año, muy lejos del fondo mínimo recomendado por la Organización Mundial de la Salud, que es de un 6%, sumado al escaso interés de los gobiernos en crear políticas protectoras de la salud mental (Chile es parte del 40% de países del mundo que no tiene ley de salud mental), más una crisis sanitaria sin precedentes que secuestró un año entero, dejaron en el 2020 cifras inquietantes, cuyos efectos seguramente comenzarán a ser visibles a partir del presente año.

No obstante, Matías Irarrázabal, jefe del Departamento de Salud Mental del Ministerio de Salud, considera que desde el Ejecutivo se están realizando los esfuerzos necesarios para contener los efectos de la pandemia en la salud mental de la sociedad, a través del Plan Integral de Bienestar y Salud Mental asociado a la pandemia por COVID-19, cuyos ejes explica la autoridad:

“Esto tiene que ver con el fortalecimiento inmediato de la oferta de salud mental, mediante una plataforma digital que busca concentrar toda la oferta actual del Estado para el bienestar emocional de diferentes grupos prioritarios, entre ellos niños, niñas y adolescentes; personas mayores; padres, madres, cuidadores y profesores; mujeres víctimas de violencia; personas con Covid-19; personas con discapacidad, personal de salud y población general».

La segunda acción fue la conformación de una mesa de expertos, presidida por la subsecretaria de salud pública, la doctora Paula Daza y coordinada por mí. La mesa estuvo constituida por 31 representantes de la academia, sociedades científicas, organizaciones de la sociedad civil, el parlamento y distintos sectores del gobierno. Su objetivo fue generar recomendaciones generales y específicas para abordar la salud mental y mejorar el bienestar de la población en el contexto de la pandemia, con énfasis en aquellos grupos sobre los que se debe priorizar las acciones de salud mental.”

¿Cuáles son las principales problemáticas actuales en la salud mental de la sociedad, que el Ejecutivo ha podido identificar?

Según datos de la Encuesta Nacional de Salud (ENS) de este año, una de cada cinco personas ha tenido una enfermedad mental en 2020. Por ejemplo, en el caso de la depresión, la ENS muestra que un 6% de la población ha tenido esta enfermedad, una de cada cinco de estas personas ha recibido tratamiento, y una de cada tres está en tratamiento por GES. En este sentido es importante entender que la enfermedad mental no sólo es frecuente en el país, sino que también causa mucha discapacidad. En esta patología, se deben considerar los factores relacionados, como las licencias médicas, los efectos escolares, universitarios y laborales, y evidentemente familiares.

¿Existe diferencia en la cantidad de enfermedades mentales y su gravedad, entre el periodo pre pandemia y el actual? 

Las situaciones de crisis, emergencias y desastres, como la actual pandemia, al ser escenarios desconocidos que generan cambios abruptos en diferentes ámbitos de la vida de las personas y comunidades, pueden provocar miedo, angustia y sufrimiento. Particularmente para los grupos más vulnerables, si su situación no es reconocida y abordada de manera oportuna y adecuada, aumenta la probabilidad de que surjan problemas graves en su salud mental y de larga data.

En su criterio, ¿cuáles deben ser los ejes temáticos del cuidado de la salud mental en Chile?

El cuidado del personal de salud, trabajadores y mundo laboral, en general; el fortalecimiento comunitario y la comunicación social; el fortalecimiento de los servicios de salud mental; la plataforma digital Saludable Mente; la prevención del consumo de alcohol y otras drogas y la salud mental en población específicas.

La mirada del gremio de la salud

En una encuesta que realizó el Colegio Médico de Chile en septiembre de 2020 a 350 profesionales de la salud primaria del país, las consultas de urgencia por autolesiones e ideas suicidas aumentaron por sobre el 70%, en comparación con el año anterior. Al mismo tiempo, un 67% de los pacientes sostuvo que debió reducir sus consultas frente a la necesidad de enfocar sus esfuerzos en la contención del COVID-19.

Asimismo, en el mismo informe titulado “Propuestas de Trabajo para el Fortalecimiento de la Red Pública de Atención de Salud Mental Primaria y Secundaria en Contexto de Pandemia”, destacan otros datos relevantes que grafican el mal año de la salud mental en Chile: el 93% de los médicos del sector primario indicó tener menos frecuencia en los controles de salud mental de sus pacientes, mientras que un 56% afirmó que solo realiza ingresos a pacientes de urgencia. Lo anterior, en desmedro de la preocupación por la salud mental de la población, la cual se vio postergada ante la necesidad de los servicios de salud de contener la epidemia.

Josefina Huneeus, coordinadora de salud mental en Covid-19, del Colegio Médico de Chile,  considera que esta área se debiera abordar en términos de política pública: “es importante entender que la salud mental no es sólo la atención de personas enfermas, sino ocuparse del bienestar de la comunidad y en ese sentido tenemos enormes brechas de acción intersectorial en todos los aparatos del Estado, ya que el sector salud está bastante solo atendiendo a las personas que enferman, muchas veces por falta de promoción y prevención y las consecuencias de los determinantes sociales en una sociedad de alta desigualdad. Así mismo ocurre con las exigencias de inclusión social de personas con enfermedades mentales graves y discapacidad, donde no hay prácticamente acción intersectorial y es salud el área que, por ejemplo, debe proveer apoyos residenciales para evitar la marginalidad o la vida en instituciones. Así, las carencias intersectoriales son globales, en vivienda, educación, trabajo, cultura, acción municipal por mencionar algunas, tanto en promoción, prevención como en inclusión social.”

¿Cómo evalúa la calidad de la atención de la salud mental en Chile, entre la salud pública y la salud privada? ¿Cuáles son las principales diferencias que detectan ustedes, como Colegio Médico, en cuanto al financiamiento, los recursos humanos, la infraestructura y la implementación?

La salud pública cuenta con un sistema de atención de salud mental basado en equipos multidisciplinarios en los tres niveles de atención, con carencias y brechas, pero con estructura y normativas. También está considerado un trabajo promocional y de prevención en salud mental, aspecto que no está contemplado en el sistema privado. El sistema privado, salvo excepciones, carece de sistemas estructurados e interdisciplinarios, la atención de salud mental en las isapres presenta importantes restricciones de cobertura respecto de la salud física que han sido documentadas por la Superintendencia de Salud y que la población conoce en carne propia. Quizás, la principal ventaja de los GES de salud mental fue obligar al sistema privado a cubrir atención de salud mental como problemas de salud importantes, en particular la depresión, la esquizofrenia y el trastorno bipolar (a cambio del incremento de primas de los seguros). Como ocurre en toda la salud en Chile, las isapres disponen de más dinero por afiliado que la salud pública en los beneficiarios del Fonasa, lo cual sólo refleja la inequidad existente en el país y que constituye un determinante social más que afecta la salud mental de la población.

Un 45% de los chilenos encuestados por SENDA reporta haber aumentado el consumo de medicamentos sin receta médica durante la pandemia. FOTO: Creative Commons. Por: Pixabay

¿Debiera el Estado de Chile garantizarles a sus ciudadanos el acceso digno y universal a la salud mental? Si la respuesta es afirmativa, ¿a través de qué mecanismo debe ocurrir esta garantía?

Sin duda, la salud y la salud mental como parte integral de ella (no hay salud sin salud mental) debe ser considerada un derecho. El Estado debe garantizar el máximo disfrute de la salud mental responsabilizando al conjunto de sectores del Estado: salud mental en todas las políticas, a través de su promoción, protección, prevención e inclusión social de las personas con desventajas por este motivo y asegurando un sistema universal de salud y sin discriminación entre salud física y salud mental (paridad en acceso, calidad, prestaciones y cobertura). La atención de salud mental debe estar plenamente integrada a la salud general.

¿Existe una red de apoyo de salud mental en la cual participe el Colegio Médico?

Como Colegio médico nos pusimos a disposición e hicimos un trabajo colaborativo con distintas organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, para poder apoyar las medidas de salud mental que se han implementado durante la pandemia. Prestamos apoyo técnico a plataformas como www.psiconecta.org, www.hablemosdetodo.cl, https://www.uchile.cl/conversemos. Colaboramos en la línea libre de Fundación para la confianza, ONG, psicólogos y voluntarios, entre otros.

En Chile, Sólo el 19% de las personas que requieren atención por salud mental tienen acceso a tratamiento. FOTO: Creative Commons. Por: Ingo Joseph.

La esperanza

En pleno desarrollo del comienzo de la inoculación de la población mundial contra el Covid-19 y sus nuevas variantes, se abre una luz de esperanza que muestran los anhelos, las ganas de superar la crisis y de salir adelante luego del oscuro periodo por el cual atravesó la humanidad. La principal reconstrucción va a ser la de la conciencia, la de relacionarnos con nuestro medio social y respetar el espacio natural en el que permanecemos. El cuidado de la salud mental debe transitar, necesariamente, por el cambio de nuestro paradigma de vida vertiginoso, arrogante y despreocupado. La naturaleza nos lo está exigiendo.

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