El sistema de admisión universitaria cuestionado por sus protagonistas

El nuevo proceso de admisión universitaria aún se encuentra en desarrollo, sin embargo, ¿será este el camino hacia la solución al descontento manifestado por los y las estudiantes?

Por: Nicolás Muñoz y Lucas Tapia

La última Prueba de Selección Universitaria (PSU) se rindió el 2020 con el mismo formato que había tenido desde su instauración en el año 2003, pero bajo un ambiente de protestas, filtraciones y obligadas calendarizaciones. La mezcla de estas diversas situaciones terminó por dar fin a la PSU y dio inicio al desarrollo de un nuevo instrumento de evaluación para el proceso de ingreso a la enseñanza superior, el cual, por el momento, se denomina Prueba de Transición Universitaria para la Admisión Universitaria (PDT).

El origen de este descontento, que tomó gran fuerza luego de los hechos transcurridos en octubre de 2019 con el estallido social, se centra en la segregación a la cual se asocia el instrumento de evaluación para la admisión a la enseñanza superior. Sin embargo, a pesar de esta noción, el acceso a la universidad para los chilenos y chilenas ha ido aumentando a través de los años.

Según el informe “Acceso al sistema de educación en Chile”, realizado por Oscar Espinoza el 2017, hasta el año 1990 el 15.6 % de la población entre 18 y 24 años accedió a la educación superior, contrastando con el 53.7 % que lo hizo durante el año 2015, lo que da cuenta de un aumento considerable en el ingreso a este tipo de instituciones.

Una nueva evaluación

Luego de los acontecimientos del 2019, el Ministerio de Educación (MINEDUC) inició un proceso para modificar el sistema de admisión universitaria. Mucho interés generó este anunciado cambio, el cual, como ya sabemos, dejó tal cual las evaluaciones de Historia y Ciencias, y solamente implicó una reducción de contenido, preguntas y tiempo total para las pruebas de Lenguaje y Matemáticas, pero con un aumento en el tiempo promedio por pregunta.

Si bien los últimos datos muestran un aumento en la cantidad de estudiantes que acceden a la educación superior, estos últimos cambios no bastaron y la sensación de los protagonistas, que son quienes rinden la prueba estandarizada, es que, pese al cambio de estructura de la evaluación, esta sigue siendo igual de segregadora. “Los colegios con menos recursos, por lo general, no ven los mismos contenidos y siempre van más atrasados. Muchas veces sus alumnos no pueden acceder a un preuniversitario y aunque se presenten oportunidades donde hay ensayos o preuniversitarios intensivos gratuitos, no tendrán la misma oportunidad que aquellos con mejores condiciones económicas y que pueden acceder a un colegio de excelencia”, expresó Nayareth Riquelme, ex estudiante del Colegio España de Concepción.

Por su parte, Carla Caballero, egresada del Colegio San Rafael Arcángel de Los Ángeles, fue más tajante en su análisis y señaló que: “Sigue siendo segregador el tener que sacar cierto puntaje y dependiendo del dinero que tengas puedas estudiar lo que quieras. Creo que la educación debería ser gratuita y sin excluir las posibilidades de quienes no tienen tantos privilegios”.

Cabe señalar también que durante el proceso de admisión 2020 hubo 146 465 postulaciones, cifra que disminuyó en comparación con el año 2019. Por su parte, los seleccionados fueron 116 047, número bastante menor si lo comparamos con procesos anteriores. Estos datos, que sirven para analizar la situación a la espera de los resultados de la particular evaluación de este 2021, permiten preguntarse qué está pasando.

Estudiantes rindiendo la evaluación. Fotografía por Radio Maray.

Voces de cambio

La Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios (CONES) de la Región del Biobío es una de las organizaciones autorizadas para hablar sobre la PDT, ya que son ellos los protagonistas de este sistema de evaluación tan cuestionado por distintos actores sociales y educacionales.

“Como estudiantes secundarios, hemos pedido el fin de la prueba estandarizada y sabemos que PTU (o PDT) y PSU son prácticamente lo mismo. Si bien se redujeron los contenidos y cantidad de preguntas, esto fue solo a las pruebas de Lenguaje y Matemáticas, porque Historia y Ciencias siguen teniendo el modelo. Esto no es un cambio real, porque sigue midiendo solo el conocimiento y provocando una competencia entre los mismos compañeros y compañeras que tenemos que rendirla”, comentó Leyconi Carrier, vocera de la CONES Biobío.

Además, Leyconi Carrier señaló que este año también ha sido distinto y más complejo, ya que no todos los estudiantes tuvieron las mismas condiciones para prepararse, debido a que no todos contaban con Internet o equipamiento, y que la respuesta del gobierno frente a esto ha sido nula e incluso negligente: “Hemos hecho cabildos a nivel regional y nacional para conversar estos temas porque desde el principio de la pandemia hemos visto cómo el gobierno, de forma irresponsable, nuevamente ha vulnerado el derecho de los estudiantes a la educación y esta no se ha entregado como corresponde”, dijo la dirigente. 

Asimismo, agregó que: “El ministro y el gobierno han hecho el llamado para volver a clases presenciales. Nosotros nos negamos rotundamente porque ¿a qué educación y realidad son a las que ellos quieren volver si no han entregado la educación como corresponde este año y tampoco los anteriores?”.

Sin embargo, las quejas de los y las estudiantes no son vacías ni tampoco buscan solo llevar la contraria, sino que se basan en propuestas alternativas. Así, dentro de las opciones posibles para mejorar el sistema de admisión a la educación superior, ellos proponen que sea un bachillerato de dos años el que permita a todo el cuerpo estudiantil adaptarse a un escenario distinto, además de escoger de manera consciente y sin presiones una carrera universitaria. Esto lo complementó Leyconi Carrier diciendo: “Pedimos que sean las universidades y el mismo gobierno quienes se hagan responsables de estos bachilleratos”.

Manifestación de estudiantes secundarios en Santiago. Fotografía por La Nación Chile.

El efecto pandemia

La Covid-19 y su rápida expansión terminó por afectar a todos los ámbitos de la vida diaria y la educación no fue la excepción. Al pasar de una modalidad presencial a una completamente online y a distancia, la preparación de los y las estudiantes dependía, en gran medida, del trabajo autogestionado de cada uno.

Respecto a esta situación, Nayareth Riquelme, ex estudiante del Colegio España de Concepción, afirmó: “Me afectó bastante, porque mis posibilidades se redujeron. Por ejemplo, no podía estudiar con más personas e intercambiar conocimientos. Me tuve que preparar vía internet con material que nos entregaron mis profesores en época escolar, siendo estos mis únicos materiales de apoyo. Además, a la hora de rendir la prueba en época de verano, el calor y la mascarilla se vuelven sofocantes”.

A pesar de la habilitación de plataformas web, como por ejemplo el sitio Aprendo en Línea, que se estrenaron para que el acceso a la educación en el contexto de pandemia no se viera afectado, los esfuerzos que realizaron las autoridades no siempre fueron fructíferos.

Luis Muñoz, ex estudiante del Colegio Don Orione de Los Ángeles, ahonda en lo mismo recalcando que: “Fue difícil, ya que me preparé online utilizando solo lo que los profesores me enseñaron a través de ensayos y materias”.

Sin embargo, el confinamiento no fue igual para todos. Sofía Tapia, egresada del Instituto de Humanidades Alfredo Silva Santiago, destacó lo provechoso de haber estado en casa. “En mi caso la situación pandémica me afectó de forma positiva. Tuve más tiempo para estudiar viendo videos de YouTube y realizando los ensayos del DEMRE”, afirmó.

Estudiantes ingresando a un local de rendición. Fotografía por soychile.cl.

Futuros universitarios

No todas las personas comparten la visión de que la universidad sea el único camino al éxito. Según el Censo del año 2017, el 31 % de la población de 19 años o más, ingresó a la educación superior en algún momento, sin embargo, de quienes ingresaron, solo el 75 % terminó sus estudios.

Al respecto, Sofía Tapia manifestó que: “Si bien es importante estudiar, pienso que particularmente en Chile uno necesita tener un título universitario para que te contraten y tengas éxito. Situación que en otros países no ocurre”.

Por el contrario, Luis Muñoz, quien actualmente se encuentra en proceso de matrícula en una institución de educación superior, deja en claro que: “La universidad no es la única forma de ser exitoso en la vida, hay miles de otras, solo depende del esfuerzo y la dedicación que coloque cada uno en lo que hace”.

Nayareth Riquelme, quien mantiene la intención de ingresar a la Universidad de Concepción, plantea una dicotomía al respecto. “El problema radica en que solo tienes dos oportunidades de obtener respeto en la sociedad: ingresas a una universidad o entras a un instituto. Sin embargo, a la larga importará mucho el prestigio del instituto o universidad al que hayas asistido porque esto te abrirá o cerrará puertas en el mundo laboral”, expresó.

A raíz de esto, queda clara la percepción de algunos estudiantes que ven cómo el ingreso a la universidad, a pesar de no ser gratuito para todos y todas, se vuelve una opción casi obligatoria. Y es que en este país los caminos nunca han sido fáciles, por lo mismo, quizá sea tiempo de considerar propuestas que busquen ampliar de una u otra forma la posibilidad de acceder a la educación superior para los chilenos y chilenas, como por ejemplo el bachillerato planteado por la CONES.

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