La dura lucha del teatro por sobrevivir a la pandemia en Chile

Distintas agrupaciones culturales del país como “Santiago Off” y la “Otra Zapatilla” dedicadas al teatro tuvieron que reinventarse para sobrevivir durante la crisis que ha generado la Covid-19

Resulta evidente decir que el mundo de la cultura, más que ningún otro sector en la sociedad, se ha visto enormemente golpeada por la pandemia por la Covid-19. Con el cierre de los teatros, la prohibición de exhibición del arte callejero, música, performance e intervenciones sociales, muchos/as quedaron imposibilitados/as para trabajar y desarrollarse.

Y es que, a un año de la llegada de la pandemia, el teatro, que se alimenta esencialmente del publico presencial, tuvo que buscar alternativas para poder solventarse y, de ese modo, amortiguar las perdidas tanto monetarias como humanas.

La realidad

En palabras de Claudio Fuentes, por ejemplo, director de Santiago Off, fundación dedicada a la divulgación cultural que diseña, gestiona e implementa proyectos artísticos educativos centrado en las artes escénicas en la capital, nos cuenta que la situación que viven actualmente, tanto teatros nacionales como internacionales, es de un olvido institucional:

“Desde marzo nos tocó un escenario bien complejo; una, la de tener que llevar todas nuestras actividades a otras plataformas, pero también la de crear empleabilidad en nuestros compañeros del sector (…) sabemos que la institucionalidad cultural en Chile es precaria, las políticas públicas son débiles en materia de cultura, y no hay continuidades gubernamentales que generen proyecciones en las agrupaciones artísticas en el tiempo”.

imagen facilitada por Santiago Off

Ya si antes las políticas gubernamentales dirigidas a los sectores culturales eran casi nulas, como bien expone Fuentes, actualmente la situación de abandono presupuestario e institucional se evidenció más que nunca con la llegada de la pandemia: “el 2020 fue un año difícil, con anuncios por parte de la institucionalidad que no se cumplieron (…) se anunció, primeramente, que iba a ver una inyección de miles de millones de pesos para nuestro sector, pero finalmente eso fue concursable y muchos y muchas de nuestros compañeros/as se quedaron fuera, precisamente por las condiciones, que,  en su momento, fue muy polémico y despertó mucho malestar”.

No solo en Santiago

El sector teatral también se ha visto dañado por la pandemia en regiones. Concepción, por ejemplo, es una ciudad ampliamente reconocida por sus altos niveles de consumo cultural de parte de sus ciudadanos, y por presentar una variedad de expresiones artísticas en sus calles. Sin embargo, las fases que el gobierno ha predispuesto, si bien no con tanto éxito para la cultura y las artes como en otros sectores económicos (retail, malls y outlets, por poner un ejemplo) ha hecho que las actividades escénicas disminuyeran considerablemente.

Una de las reconocidas casas teatrales de Concepción, La Otra Zapatilla, dedicada principalmente a crear obras con contenido social e identidad penquista, ha sido una de las tantas afectadas en la capital de la región del Biobío.

Imagen facilitada por La Otra Zapatilla

Maira Perales Domper, integrante del colectivo, cuenta que los protocolos que las autoridades han elaborado son insuficientes para afrontar la crisis: “parecen medidas que surgen de forma tardía, además de exiguas (…) los artistas escénicos no solo nos presentamos en salas de teatro; tenemos giras, itinerancias y funciones en distintos lugares, como en establecimientos educacionales, gimnasios entre otros”.

A parte de las actividades escénicas propias que La Otra Zapatilla realiza, también están sus reconocidos talleres abiertos a la comunidad, los cuales, debido a las restricciones sanitarias, tuvieron que ser cancelados: “las medidas que han tomado las autoridades no nos están ayudando en nada económicamente. No reactivan al sector porque son inviables. Todo apunta a que seguiremos abandonados por parte del Estado, todos nosotros: los teatristas, bailarines, músicos, circenses y performers.

La situación generada por la Covid-19 en el sector también llegó a La Bandera Negra, una sala de teatro independiente ubicada en Bandera 1001, en Concepción, creada a principios del 2020 cuando la pandemia comenzó a propagarse por el mundo, y que, según Guillermo Meneses, director general del teatro-bar, ni siquiera alcanzaron a inaugurar el recinto.           

Imagen por La Bandera Negra

“Somos un espacio cultural con recinto físico, sin embargo, nunca pudimos abrir nuestras puertas de forma tradicional, o sea, con ingreso de público. Por otro lado, y como aún no hemos abierto nuestro teatro a la comunidad, no figuramos en los radares de las instituciones, por lo que estamos invisibles, por el momento, de recibir fondos u ayudas” dice Meneses.

Los protagonistas

Sin duda son tiempos difíciles para el arte, y los y las profesionales de las tablas lo saben más que ninguna otra persona dentro del rubro. Tanto estudiantes de teatro como actores consolidados han tenido que soportar las duras consecuencias de las restricciones, tales como el cierre de sus lugares de trabajo, cesantía indefinida y la incertidumbre constante.

La Otra Zapatilla

Patricia Huaiquilao, estudiante de segundo año de teatro en la ciudad de Los Ángeles, asegura que la sensación de malestar entre sus pares es generalizada: “tanto compañeros/as y profesores estamos de acuerdo que el teatro está pasando por sus tiempos más oscuros. A nivel estatal, las artes casi no tienen ningún tipo protección ni tampoco la seguridad que sí se les brinda en otros países (…) y es fácil verlo, ya que la mayoría de nosotros/as tenemos trabajos informales, no estamos cubiertos socialmente, y los proyectos, casi siempre, son auto-gestionados, y eso, dice mucho”

Por otra parte, el actor Pablo Contreras, quien trabaja esporádicamente en proyectos en diversas ciudades del país, y muchas veces de forma independiente, como otros muchos de sus colegas, afirma que “la realidad actual está sobrepasando al mundo del teatro tradicional. Los actores y actrices de las tablas están es su peor momento en décadas, y han tenido que arreglárselas por su cuenta, encontrando trabajos en donde caiga la piedra, sin poder optar a beneficios estatales como en otras profesiones”.

La perseverancia, ante todo

El comienzo de un nuevo año ha dejado atrás recuerdos amargos que nunca querremos recordar jamás, y, sin embargo, el 2021 presagia un espejismo. A pesar de que las condiciones y las restricciones por la Covid-19 continúan —y continuaran por un buen tiempo— en pro de la salud de todos y todas, a veces, las debilidades se convierten en fortalezas.          

La pandemia obligó a la mayoría a trasladar sus actividades a modalidades online, a las videoconferencias, en donde el ingenio, en muchas ocasiones, ha superado a la adversidad.

La Otra Zapatilla

Así al menos dice Maira Perales Domper de La Otra Zapatilla, la cual asegura que, si bien han estado al margen del interés gubernamental, entidades como las universidades de la región mostraron su apoyo a la cultura y las artes.

“Iban pasando las primeras semanas de la pandemia, y fuimos viendo que alternativas teníamos en nuestras manos; pensamos en hacer radio teatro, optar por alternativas audiovisuales, pero gracias a la gente que todavía está preocupada por acontecimientos culturales, como fue el caso de la Universidad del Biobío, que en conjunto realizamos un concurso de dos videos y de escritura de cuentos que fue todo un éxito” acotó Perales.

Actualmente, La Otra Zapatilla está participando de Santiago a Mil 2021 y también en el festival de Santiago Off, famoso evento chileno de artes escénicas que reúne a exponentes de todo el continente en un dialogo común: el arte.

Asimismo, y en el caso de La Bandera Negra, las funciones teatrales online, y en conjunto con la oficina co-work, y la venta de bebidas de gran variedad, hacen de este teatro independiente, un promisorio nicho cultural que promete grandes expectativas a futuro.

Una de las tantas variedades de cocteles que ofrece La Bandera Negra

“Como proyecto independiente, nos hemos convertirnos, hasta ahora, en una plataforma audiovisual que ha estado permanentemente trabajando con la ayuda de la tecnología, para presentar piezas teatrales audiovisuales, que de por sí, han sido bien recibidas por el público penquista, y eso nos tiene motivados para seguir elaborando piezas de calidad, hasta que, finalmente, podamos brindar un servicio completo de aperitivos, bebidas, y espectáculos en vivo como era nuestra idea original”, dice Meneses.      

Panorámica de La Bandera Negra

      

Finalmente, y pese a las difíciles contrariedades que han sufrido las artes escénicas en el país, las casas de teatro del país siguen manteniéndose firmes para no extinguirse, moldeando sus actividades a la necesidad del momento; con creatividad, temple, amor por el arte y, sobre todo, una fortaleza intrínseca ante la adversidad.

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