El rol de la mujer en tiempos de pandemia y su lucha contra el machismo

En el mundo, las mujeres que están en posición de liderazgo político u organizacional demostraron su gran capacidad para decidir, comunicar y resolver problemas de la actual crisis sanitaria. El Centro de Estudios de la Mujer (CEM) abordó este debate durante el 2020 y concluyó que el liderato femenino es inclusivo, porque comparte el poder, crea y fortalece las identidades de grupo.  

Desde aquella premisa, se desprenden diversos ejemplos. Cómo olvidar el discurso emotivo de la ministra de Defensa española, Margarita Robles, en el Palacio del Hielo, cuando acompañó a miles en su dolor. La tenacidad de Angela Merkel que prefirió permanecer de pie, casi al borde del desmayo, durante una ceremonia en Berlín o la eficacia de las medidas de la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, para contener la propagación de la COVID-19.  

Tales casos producen gran admiración. Pero indagando en la memoria reciente, intenté aproximarme a la realidad nacional. ¿Qué encontré? Es una pregunta difícil de responder.  Comprobé, que, a pesar de tener grandes lideresas en distintos campos profesionales, no pueden relucir porque el poder permanece en manos de los hombres, como si fuera una pichanga con tiempo agregado. 

Expresidenta del Senado, Adriana Muñoz (PPD) durante una ceremonia en el Congreso Nacional. Fotografía: Cooperativa.

No es posible que, en un país que tuvo a la primera mujer presidenta de la República, queden vestigios de machismo en las organizaciones. Dicho de otro modo: grandes líderes nacionales han sido silenciadas y denostadas tan solo por cuestionar la paupérrima gestión masculina en cargos de interés nacional. 

Y en esa misma línea, me parece un disparate que estas mismas transgresiones deliberadas pasen desapercibidas, sobre todo, para los colegas que compartimos el rol de informar, atendiendo a la libertad de expresión e imparcialidad.

Que la expresidenta del Senado, Adriana Muñoz, aún espere las disculpas del mandatario por su desaire en el palacio de La Moneda o que la máxima autoridad del Colegio Médico, Izkia Siches, deba publicar un comunicado para frenar una ola de ataques misóginos por parte de sus “colegas”, “ministros” y “rectores” es inaceptable en estos tiempos. Pero es la realidad. 

La equidad de género es una merecida redistribución del poder, que, desde sus orígenes estuvo celosamente custodiado por hombres. Lamentablemente, ese sueño a nivel nacional, por ahora, dista enormemente de lo que se plantea mundialmente si no se cambia la percepción y conducta por parte de sus autoridades, puesto que no estará exento de situaciones similares en el futuro. 

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