La vida y la democracia

Chile cruza la que puede ser su peor ola en esta pandemia por la Covid-19, y los contagios que van en constante incremento, pueden crecer aún más. La suma de lo anterior, con un gran proceso electoral por llegar, puede transformarse en un arrepentimiento a gran escala.

Dentro de dos semanas, Chile se enfrentará a una de las elecciones más importantes de su historia. En éstas, a diferencia de otras muchas ya vividas, los ciudadanos con derecho a voto podrán elegir –entre otros- a candidatos y candidatas a la Convención Constituyente en la que se elaborará una nueva Constitución Política para el país.

Si bien es un hecho inédito, también lo es el que nos encontremos atravesando los peores momentos por la Covid-19. En cifras, a nivel país estamos muy cercanos a tener un millón de contagios confirmados acumulados, 23 mil fallecidos y un nivel de positividad del virus alarmante, que no se apreciaba desde los primeros meses de pandemia. Con estos números, y en medio de una fuerte ola de contagios, ¿por qué no se toma la iniciativa de aplazar las elecciones?, ¿por qué esperar tener que reaccionar en vez de prevenir?, y ¿cómo se justifica una elección cuando se está buscando disminuir la movilidad?

Las elecciones en Chile se acercan a gran paso, mientras que los contagios no interrumpen su aumento. Fotografía: AS Chile.

Las principales autoridades, a vistas del proceso que se avecina, han ido implementando diversas medidas sanitarias de emergencia con el fin de intentar contener la propagación del virus entre la población. La última de éstas, ha sido la suspensión del permiso de desplazamiento general durante el fin de semana, lo que parece ser una paradoja en medio de la incertidumbre.

No resulta entendible el negar la movilidad sólo por uno o dos fines de semanas, menos cuando estamos ad portas de que millones de personas salgan de sus casas y transiten libremente para cumplir con el deber cívico. Es cierto que son dos jornadas, pero nada asegura que en ambas no habrá aglomeraciones o equitatividad de votantes. Sumado a lo anterior, va a ser complejo el velar por controles sanitarios, ya que se requerirá personal policial y militar para resguardar los centros de votación durante el día, y las urnas en las noches. El panorama es complejo, y tal vez se corre el riesgo de replicar lo visto en Francia en plena ola de contagios, cuando sufrió una caída del 20% de participación en sus elecciones municipales.

La continuidad democrática es fundamental, y también lo es la representatividad. Estas elecciones ya fueron pospuestas en una oportunidad, ¿por qué no se pueden mover otra vez? ¿son más importante que la salud y vida? No es momento para arriesgarse, sino más bien de todo lo contrario, es la instancia perfecta para que el Estado haga valer el inciso 9 del capítulo 19 de nuestra Constitución: proteger la salud de los individuos.

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