Crisis sanitaria y los relatos de la primera línea de salud en Chile Entrelíneas por Deniss Monsalve - 5 abril, 20215 abril, 20210 Cuando se pensaba que el récord de inmunización en el país traería consigo una notoria mejora en la cantidad de contagiados, la realidad nacional dejó ver un escenario completamente distinto. La cifra de personas con COVID-19 positivo solo se ha incrementado en el último tiempo y las redes hospitalarias a nivel nacional están al borde del colapso. Con más de 5.000 casos diarios y un número de infectados totales que superan el millón, Chile enfrenta uno de los momentos más difíciles desde la llegada del virus. Fue el mismo Ministerio de Salud quien confirmó que las camas de Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) están cerca de alcanzar su ocupación total y, algunas ciudades, marcan más decesos en tres meses del 2021 que todo lo que acumularon en el año anterior. Así lo relata Nakarena Momberg, enfermera que actualmente se desempeña en la Unidad de Pacientes Críticos (UPC) del Hospital Regional de Talca. “En la quincena de diciembre todo se comenzó a complejizar. Fuimos transformando camas desde la única UCI que teníamos libre del virus. Llevamos transformadas cinco UCI para atender pacientes COVID”, indica. Los centros asistenciales no dan abasto y Talca es testigo de ello. La enfermera cuenta que la situación actual del país los mantiene en constante alerta como profesionales, ya que ni el peak del año 2020 fue tan complejo como el que se está viviendo ahora. “Está todo tan crítico que cuando tenemos un paciente por morir ya sabemos que ese cupo será utilizado por otra persona que está esperando esa cama UCI”, afirma. La carga laboral se ha debido extender por obligación para poder atender a la totalidad de los pacientes y la llegada de nuevo personal ha sido inminente, incluso cuando no están preparados técnicamente para ejercer. “Hay gente que trabaja en UPC que no estaban listos para estar allí, así que se tuvieron que capacitar rápidamente. Las personas que ingresaron a atender la COVID eran recién salidos de la universidad por lo que su experiencia era nula”, concluye Momberg. Nakarena reconoce que aunque la indumentaria clínica es para su protección, es una dificultad para ejercer sus labores.Fuente: Gentileza Nakarena Momberg. Situación similar es la que vive María Paz Mancilla, enfermera y parte de la Unidad de Tratamiento Intensivo (UTI) del Hospital de Puerto Montt, quien desde la llegada del coronavirus a la ciudad nunca había enfrentado un estado tan complicado a nivel hospitalario. “Nos ha pasado en varias oportunidades que nos falta una cama, cánulas de alto flujo y hasta nos han faltado ventiladores”, sostiene. A diferencia del Hospital Regional de Talca, el centro asistencial de Puerto Montt sí ha quedado limitado en cuanto a personal, por lo que han reacomodado a los profesionales en busca de optimizar la atención. “La carga laboral se ha visto aumentada. Hemos tenido falta de equipos médicos por lo que redistribuimos profesionales según las exigencias de cada servicio”, agregó Mancilla. El panorama no es para nada alentador, ni mucho menos aislado; así lo confirma Estefani Hernández, también enfermera y quien se desempeñó hasta hace un mes en el Hospital Dr. Hernán Henríquez de Temuco. Tanto para ella, como para sus compañeras de labores, los cambios constantes son parte de la rutina. “Todo es ultra difícil. Se han tenido que convertir camas básicas en camas críticas, contratar a más profesionales y capacitarlos en tiempos cortos, incluso hacer nuevos protocolos”, declara. Lo más preocupante de todo es que la escasez de insumos médicos, sumado a la falta de personal, están provocando un debilitamiento generalizado en los profesionales. “Estamos más cansados de lo habitual, a veces es físico pero también mucho de ello es mental y emocional. Tenemos pacientes que dependen de nosotros, su vida es nuestra responsabilidad”, añade María Paz. Tanto es el agotamiento, que algunos funcionarios declaran haber desarrollado ciertos problemas a causa de su extenuante trabajo. Según relata Estefani: “Mi salud mental es horrible. Sueño con los pacientes y ahora tengo bruxismo”. Parecida es la situación de María Paz, quien reconoce vivir con el miedo de contagiar a su familia, pues ha visto de cerca lo que es estar con COVID-19. Lo que no deja de llamar la atención es que los pacientes críticos dejaron de ser solo adultos mayores, dando paso a la población menor de 50 años, quienes se han visto duramente afectados por el virus. Según el Ministerio de Ciencias, en el 2020 la cifra más alta de pacientes UCI menores de 39 años fue de 179, mientras que hasta el 31 de marzo de este año las personas hospitalizadas dentro de ese rango ascendieron a un total de 301. Dicha variación demuestra un alza de un 68% entre quienes requieren cuidados intensivos. La población adulta joven ha aumentado sus contagios de manera significativa este último tiempo. Fuente: 24Horas Data. “Hace un mes intubamos a un paciente de 32 años; llegó con las fotos de sus hijos impresas y cuando la doctora le dijo que lo íbamos a intubar decía que por favor lo hiciéramos vivir, que tenía dos hijos”, comenta Nakarena, quien dentro de sus turnos ha visto llegar a personas todavía más jóvenes e incluso embarazadas contagiadas, escenario que afirma no haber presenciado ni en el peor momento de la pandemia.