El incremento de la obesidad infantil producto del confinamiento

La población adulta de nuestro país tiene malos hábitos alimenticios. De acuerdo a cifras oficiales, Chile ocupa el segundo lugar de los países de la OCDE con mayor prevalencia al sobrepeso. Una problemática que también afecta a los niños, quienes cada vez sufren más por esta enfermedad.

Sentados durante horas mientras escuchan las clases virtuales, esa es la realidad que enfrentan miles de estudiantes de enseñanza básica que no tienen otra opción más que obedecer y adaptarse. Una situación que ya refleja los estragos negativos de esta modalidad, puesto que el informe del Mapa Nutricional 2020 reveló un incremento de dos puntos porcentuales de sobrepeso y obesidad en este grupo etario. Cifras que se miden bajo la muestra de más de ocho mil alumnos que cursan prekínder, kínder, primero básico, quinto básico y primero medio de establecimientos municipales.

Al mismo tiempo, el estudio evidenció una diferencia entre ambos sexos, debido a que los varones entre cuatro y diez años tienen una mayor prevalencia a tener obesidad; mientras que las niñas -en general- mantienen sobrepeso y peso normal.

Por su parte, la directora ejecutiva de Elige Vivir Sano, Daniela Godoy, afirmó que la pandemia ha tenido un impacto significativo en este grupo, ya que “han disminuido sus posibilidades de tener un espacio para hacer deporte o actividad física”.

Es así como surge una preocupación aún mayor: contagiarse de coronavirus y tener obesidad. El riesgo de sufrir consecuencias fatales se hace más factible, dado que tener una enfermedad de base incrementa las dificultades para superar el virus.

Cuarentena vs. Nutrición

Era inevitable que mientras más casos se registraran por día, más medidas restrictivas tomaría el Gobierno. “La cuarentena es un arma de doble filo, porque por una parte nos protege de no contagiarnos, pero por otra nos deja encerrados en las casas sin poder hacer una actividad física tan sencilla como caminar”, sostuvo Catalina Saavedra, nutricionista egresada de la Universidad de Talca, quien ha visto esta problemática de cerca.

Los establecimientos rurales y en situación de vulnerabilidad tienen más prevalencia a padecer obesidad. Fotografía de Getty Images.

“Ellos no tienen la iniciativa de hacer ejercicio a menos que sus padres los motiven. Ahora con la tecnología, claramente es mucho más tentador quedarse acostado mirando televisión que saltar la cuerda o hacer abdominales”, resaltó. En ese sentido, es complejo intentar revertir los números si no hay un cambio desde el núcleo familiar, ya que la alimentación también debe ir equilibrada con el ejercicio.

La frustración de los profesores

Constanza Parada lleva dos años trabajando como profesora de educación física en la enseñanza básica del Colegio San Ignacio de Talca. Ella junto a los docentes han luchado interminablemente para sortear los obstáculos que les impuso la pandemia. “Los niños se cansan más en las clases online, de modo que es más difícil mantenerlos concentrados o motivados, en especial cuando se trata de nuestra clase”, señaló.

El año pasado, los estudiantes del colegio no tuvieron clases de educación física hasta octubre. Fotografía de Weezevent.

La única oportunidad que tienen para ejercitarse es una vez a la semana, por lo que el establecimiento optó por implementar un plan para mejorar la actividad física de sus estudiantes, sin embargo, no tuvo el recibimiento esperado por los profesores encargados. “Nos comprometimos a grabar más de 50 videos con ejercicios para que nuestros alumnos pudieran estar más activos. Teníamos la esperanza de participación, pero no los tomaron en cuenta”, reveló Constanza.

El compromiso de Junaeb

“Es fundamental reconocer la obesidad como una enfermedad que tiene consecuencias importantes en la calidad de vida de los estudiantes y que, a largo plazo, genera altos costos individuales y familiares”, explicó Jorge Albistur, director regional de Junaeb.

Por esa razón, la institución anunció una serie de medidas de acción como el fortalecimiento del Programa de Alimentación Familiar, aumentar los espacios deportivos, aplicar con fuerza la Ley de Etiquetado de Alimentos, entre otras, para así revertir las alarmantes cifras. Además, generaron un compromiso por apoyar la salud mental que “se ha visto especialmente perjudicada por la pandemia, con contextos de encierro prolongado que aumentan el estrés y la ansiedad”, declaró el director.

En ese sentido, Saavedra recalcó que sufrir problemas de alimentación puede afectar de tal manera que es muy sencillo desarrollar trastornos emocionales, por lo que su recomendación es cambiar los hábitos con pequeñas acciones. “Es prácticamente imposible cambiar el peso de un día para otro, pero se puede comenzar con definir los horarios de la comida o intentar dormir ocho horas. Los cambios se hacen de a poco, no es recomendable presionar a nadie”, confirmó.

La obesidad y el sobrepeso suelen ser el primer escalón para desarrollar otras enfermedades, por eso es fundamental atribuirle la importancia que merece para evitar que las cifras empeoren. A fin de cuentas, la salud física y emocional de los niños van de la mano, por lo que es indispensable tratarlas con cuidado, en especial en estos momentos de emergencia sanitaria producto de la pandemia.

Top