Lo que la COVID-19 se llevó en los chilenos EntrelíneasPor Jesús Herrera Bravo - 5 abril, 2021 Quizás nadie dimensionó las consecuencias que dejaría el coronavirus cuando llegó en marzo de 2020 a nuestro país. Una enfermedad que también cambió la vida de las personas, sobre todo, a nivel físico, pues ya son varias las secuelas que los especialistas han encontrado en pacientes que pasaron por la enfermedad. Es casi mediodía y ella sabe que debe salir a comprar algunas cosas para abastecerse. Camina lento, pero segura. Toma fuerzas de flaqueza e inspira profundamente, como si fuera una lucha interna, pero no se deja abatir frente a la adversidad. Johanna Tapia, de 36 años, se contagió de COVID-19 en diciembre, cuando asistió a una reunión familiar para celebrar año nuevo y desde esa fecha que nada es lo mismo. Lamentablemente, la mujer cursó la etapa más grave de la enfermedad y tuvo que ser intubada por casi dos semanas en el Hospital Dr. Antonio Tirado Lanas, ubicado en la ciudad de Ovalle. Tras salir de la UCI, su vida dio un giro. Y es que notó, que, a pesar de haberse salvado de la muerte, algo no andaba bien. “Desde que partí del hospital sentí que algo había cambiado. De pronto, mi cuerpo se sintió cansado, con dolores musculares y falta de oxígeno. Ahora me cuesta mucho realizar tareas domésticas”, señaló. Intubación de paciente COVID-19 en Unidad de Cuidados Intensivos. Fotografía: Red de Salud UC. Así, como el caso de Johanna, miles de chilenos han quedado con problemas de salud luego de haber contraído el virus SARS-CoV-2. De acuerdo con un estudio, realizado por el Departamento de Kinesiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, halló patrones de secuelas en pacientes contagiados con COVID-19 en condiciones graves. La investigación publicada en la revista Pulmonology,reportó que un 40% del total de personas que fueron internadas presentaron complicaciones en el funcionamiento de sus pulmones en los meses posteriores a la enfermedad. Viento que deja secuelas Pese a que la medicina moderna trata de evitar que el paciente sufra alteraciones que puedan repercutir en su vida diaria, la llegada del coronavirus cambió este panorama. Esto, debido a que la intubación invasiva, medicamentos sedantes y los días que promedia una hospitalización en la UCI, producen un fuerte deterioro a nivel de órganos que son vitales. La Sociedad Chilena de Medicina Física y Rehabilitación (SOCHIMFYR), demostró en un trabajo con diferentes organizaciones interdisciplinarias ––en la que participa la Unidad de Telemedicina de la Universidad de Concepción–– que el daño a nivel físico se encuentra, principalmente, en el compromiso de la función cardiopulmonar y neuromotriz. Además, se menciona la afectación sobre diversos sistemas (renal, vascular, hepático, tegumentario y nervioso). Para Walter Muñiz, técnico en enfermería que trabaja en un Centro de Salud Familiar (CESFAM) de Ovalle, es normal recibir personas post COVID-19 con secuelas. “En algunos casos, los pacientes que llegan demoran hasta tres meses en recuperar el gusto y olfato. A otros se les debe administrar oxígeno porque les cuesta respirar”, indicó. Una extraña enfermedad En primera instancia, se creyó que la población infantil y juvenil serían afectadas en menor grado por el virus SARS-CoV-2. Sin embargo, la comunidad médica encendió las alarmas cuando se reportaron casos de fenómenos inflamatorios que atacaban, principalmente, a varios órganos en aquel grupo etario. Tal condición se denominó Síndrome Inflamatorio Multisistémico Pediátrico (PIMS), que, genera una insuficiencia multiorgánica y shock en los pacientes, produciendo en algunos casos, la muerte. El sarpullido color rojizo en manos y pies es un síntoma de la nueva enfermedad. Fotografía: Radio Infinita. El informe epidemiológico del pasado sábado 03 de abril ––que entregó por primera vez un reporte enfocado en población infantil y adolescente–– dio a conocer que, se han confirmado 174 casos de PIMS en menores de 0 y 18 años. Asimismo, reveló que la enfermedad se ha dado un 56,9% en hombres y un 43,1% en mujeres. Para José Zúñiga, médico pediatra y docente de la Universidad Católica del Norte, aclara que la curiosa enfermedad no se genera cuando el niño o niña está cursando la infección por COVID-19, sino que es un cuadro infeccioso que se desarrolla entre dos a tres semanas después. “El sistema inmune del niño comienza a reaccionar frente a la infección con una tormenta inflamatoria a nivel de órganos”, explicó el profesional. Si bien, la afección se manifiesta en un bajo porcentaje en la población infantil y adolescente, de los 174 casos se deben lamentar tres decesos hasta la fecha. El llamado del Dr. Zúñiga es mantener la precaución y, si en caso de presentar síntomas como fiebre, ronchas rojas en la piel, lengua “aframbuesada”, descamación de piel en pies o manos y malestar general, debe acudir a un centro asistencial para recibir la ayuda de especialistas. Según un reciente estudio conjunto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el gobierno chino sobre los orígenes de la COVID-19, lo más probable fue que la transmisión del virus se originó a partir de los murciélagos hacia otro animal ––aún desconocido–– y que posteriormente pasó a los humanos. Aunque esta es una de las hipótesis más avaladas por la comunidad científica, todavía quedan piezas del puzzle por completar.