El mundo post pandemia Entrelíneas por Felipe Almendras - 9 abril, 20219 abril, 20210 Reflexiones en medio del agobio y cansancio pandémico. Era un día con un amanecer radiante, los pajaritos cantaban, las calles vacías y la familia se reunía al unísono de la radio y la televisión. En coro se anunciaba el fin de la pandemia… Hoy en día constituye una escena propia de mi delirio de estar encerrado hace más de un año frente a las pantallas por horas. Quizás es inoportuno pensarlo justo en el momento más álgido de la batalla contra el virus. Pero sin duda, será un futuro recuerdo que espero contarles a mis nietos; el día en que se acabó la pandemia. Por supuesto, esto será un proceso gradual y no sucederá de la noche a la mañana. Pero resulta fílmico de tan solo pensarlo. Desde luego, muchas cosas hemos aprendido en estos meses y cada uno de nosotros tendrá reflexiones distintas. Hay un dicho que me hace mucho sentido; “Siempre supimos lo que teníamos, pero nunca pensamos que lo podíamos perder”. Bien lo sabrán aquellos que se salvaron de la muerte o quienes lamentaron la partida de un ser querido sin siquiera despedirlo. Cuánto hemos perdido en el encierro, y cuánto valor han tomado las pequeñas cosas de la vida. Soy un nostálgico de la libertad. Los jóvenes vemos pasar la mejor época de nuestras vidas encerrados entre cuatro paredes. Estamos condenados a un arresto domiciliario, ¿por qué este castigo? Imaginemos como será ese mundo post pandemia. Los expertos dirán que el Estado se deberá fortalecer y la red de salud se revalorizará. Otros dirán que viviremos los “nuevos locos años 20” y viene un derroche económico que los bancos ven con buenos ojos. Los más osados apuestan por un desenfreno sexual. Los antropocéntricos verán como la frágil existencia humana sucumbe ante lo microscópico. Tal como en los “Felices años 20”, la gente buscará inevitablemente más interacción social. Gentileza: Clarín. No soy un adivino, pero a mi parecer, la vida tendrá un sabor distinto; un gusto a libertad. Sentiremos el calor de los abrazos, caminaremos junto a nuestros abuelos, valoraremos las clases presenciales, apreciaremos las sonrisas anónimas, contemplaremos la ciudad de noche, correremos por la cancha tras un balón, brillaremos los viernes por la noche, bailaremos hasta el amanecer, seremos inmortales en las juntas con nuestros amigos y sucumbiremos ante el deseo de recorrer el mundo.