¿Por qué el ghosting se convirtió en algo tan común en las relaciones sociales?

“¿Habré dicho algo malo? ¿Será que está enojado? ¿Por qué dejó de hablarme?”. Esas son las preguntas que rondan por la cabeza de una persona que pierde el contacto con alguien tras llevar mucho tiempo hablando. Puede ser un familiar, amigo o pareja, que de un segundo a otro se esfuman y todo se convierte en un círculo vicioso de cuestionamientos.

La tecnología nos ha entregado herramientas increíbles. Tenemos la posibilidad de comunicarnos al instante desde cualquier lugar del mundo, lo que ha significado un gran paso para mantener el contacto con nuestros seres queridos y, en especial, poder sobrellevar la pandemia a distancia. Podemos hacer videollamadas, enviar mensajes de voz y escribirnos, pero también existe un lado complicado, oscuro y doloroso. Supongamos que llevas meses hablando con una persona, se llevan bien y tienen mucho en común, entonces, ¿qué pasa si, de un día para otro, desaparece sin dar ninguna explicación?

Ese es el ghosting, una práctica que se ha convertido en algo muy común en las relaciones actuales debido al avance de las redes sociales. Consiste en el término de la comunicación, sin advertencias o justificaciones, para no volver a tener ningún tipo de interacción con la otra persona.

“El rechazo y las rupturas son lo suficientemente difíciles, pero ser víctima de ghosting puede ser traumático”, afirmó la experta en relaciones y codependencia emocional, Darlene Lancer, para Psychology Today. Un bloqueo comunicacional insensible y abrupto que, para quienes lo sufren, pueden llegar a desarrollar problemas emocionales producto del estado de incertidumbre constante.

El primer paso para sobrellevar el ghosting es reconocer que no fue tu culpa. Fotografía de Jamie Grill Atlas.

La realidad es que ambas partes pierden, ya que la persona que lo hace puede llegar a sentir culpa y remordimiento por no dar un término claro. Entonces, ¿por qué lo practican si no es saludable para ninguno de los dos? Es una pregunta que nadie puede responder, salvo ellos. Sin embargo, a pesar de lo que digan, nada justifica el daño que pueden llegar a causarle a una persona ni por muy molestos o aburridos que estén con ella.

Dejar de contestar no es la forma de terminar una relación. Cada uno tendrá sus razones, pero también existe la responsabilidad afectiva y debe ser respetada. Hay que decirle al otro que no hay interés en mantener algo más, de esa forma no habrán malentendidos y ambos podrán tener el panorama completo para iniciar el proceso de aceptación.

Finalmente, hay que preguntarse: “¿Me gustaría que me hicieran esto a mí?”. Nadie quiere sentirse desplazado, por lo mismo es una acción que debe terminar. La empatía es una virtud que se pierde cada vez más por el individualismo, pero no hay que olvidar que los sentimientos de los demás son igual de importantes que los nuestros.

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