Dove y la necesidad de publicidad feminista

Contra la violencia y cánones de belleza impuestos por los medios de comunicación hacia las mujeres, el amor propio resulta ser arma de poder. Lejos de agradecer aquellos aciertos publicitarios, aumenta la crítica a las marcas que insisten en querer arreglarnos y no celebrarnos.

He llorado, sentido envidia, celos y baja autoestima. He odiado mi cuerpo y mi vida por culpa de las redes sociales. Perdí la cuenta de cuántas veces he cerrado mi Instagram por la necesidad de darme un respiro y dejar de sentirme insuficiente en comparación con otras personas. Veo a mis hermanas mirarse al espejo y preguntarse por qué su nariz es muy grande o su piel no es como la de mujeres que ven en revistas. Me preocupa y me enoja dimensionar lo que la publicidad ha hecho con nosotras. Pero no creo que todo esté perdido: el enojo es sólo el comienzo de la lucha contra una industria cruel y machista.

Cuando una marca desafía lo establecido, uniéndose a la causa desde un discurso real y desinteresado, comienza la revolución. Estoy hablando de Dove y su campaña para fomentar la autoestima en la era de las redes sociales.

Con un vídeo en sentido inverso, colores fríos y una inquietante melodía, se presenta una adolescente recorriendo su habitación con celular en mano alterando rasgos de su cuerpo en una fotografía. En la escena final, quedamos a solas con la verdad detrás de tanta presión y falsedad virtual: una niña triste, inmóvil y frágil. Ese es el rostro de las víctimas de la publicidad, que desean alcanzar estándares de belleza inalcanzables.

La secuencia se enmarca dentro del proyecto “#Muéstranos”, que reúne testimonios de mujeres y personas no binarias orgullosas de su cuerpo e invitando a todas a aceptarnos, querernos y no decaer ante este sistema que por tanto tiempo nos ha humillado. Más allá de gratitud por algo que nos deben, debe ser usado como inspiración para otras marcas que aún se resisten a reconocer la belleza en todas sus formas.

No basta con decir que estos cambios son necesarios. Lo saben, entonces ¿qué esperan para frenar y reparar el daño que le causaron a tantas generaciones?

La campaña es desarrollada por 39 mujeres de todo el mundo. Fotografía: The Amaranta.

No hay excusas. Ya no tendrán la comodidad de nuestro silencio. Va por todas las que han perdido su amor propio por culpa de escenarios irreales. Va por aquellas que han sido denigradas por voces violentas e inconscientes. Basta. Nuestros pelos nos cuidan; nuestras cicatrices son historias narradas en la piel; nuestros cuerpos, únicos y poderosos, son fuente de inspiración para querernos con libertad y determinación.

Todos esos momentos de angustia silenciosa, hoy se traducen en gritos de resistencia que exigen lo que nos deben: dignidad y reconocimiento a la diversidad de belleza, para que, de una vez por todas, las mujeres nos disfrutemos y dejemos de compararnos.

Nicole Reyes Cares
Estudiante de último año de periodismo UdeC.
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