¿Cómo es parir en pandemia?

Los protocolos han cambiado, y la situación es distinta. Tres chilenas cuentan su experiencia.

En Chile, dada la pandemia de COVID-19, se aplicaron ciertas medidas de prevención de contagios en los centros de salud. Así, cuando una mujer solicita consulta por síntomas de parto, y se determina que está en labor, se pone en marcha el protocolo local de cada hospital para hacer el respectivo ingreso. 

En esta situación, la mujer tiene acceso al derecho a tener una experiencia de parto positiva -basada en el respeto, dignidad y comunicación-, al acompañamiento, libre movimiento, contacto piel a piel con el bebé, y lactancia temprana. 

El proceso comienza por llenar una encuesta sobre presencia de sintomatología sugerente de coronavirus junto con un control de temperatura, para determinar si la gestante porta la enfermedad. Si la mujer está en trabajo de parto, queda a criterio de cada hospital local solicitarle un PCR negativo. Después de nacido el bebé, la mujer se queda sola con el recién nacido por lo que dure su estadía, ya que las visitas están restringidas. 

El derecho a optar con acompañamiento en el proceso también puede o no ser restringido dependiendo de las condiciones sanitarias. En cuanto a las consultas ginecológicas prenatales, si es que se pueden realizar de forma presencial, queda a criterio de cada establecimiento si puede entrar o no un acompañante, manteniendo siempre las medidas de protección sanitaria. Este es el testimonio de tres mujeres que parieron durante la pandemia. 

Google
Debido al COVID-19, se aplican ciertos protocolos sanitarios al momento del parto.

Lulú 

Lulú dio a luz a su hija Agatha, el 2020, en el Hospital Félix Bulnes, donde en ese periodo no existía la posibilidad de acompañamiento. No era su primer hijo, sin embargo. Durante el nacimiento de su primogénito sufrió violencia obstétrica, así que «tenía altas expectativas para este parto», cuenta.  

Su experiencia fue positiva. Señala que llegó al centro de salud sintiendo que estaba en trabajo de parto, sin embargo, debido a que no estaba suficientemente dilatada, tuvo que devolverse a su casa, en Renca. Volvió en la mañana siguiente. “Me ingresaron con 5 cm de dilatación a las 9 AM”, señala, “y me tuvieron hasta las 5, aprox. La atención en todo momento fue monitoreada y acompañada,y a eso de las 6 me llevaron a sala de parto con 8 CM de dilatación, me consultaron como quería tenerla”. 

Su estadía hubiera transcurrido sin mayores resaltos de no ser por un detalle. Al respecto, reflexiona que “lo único fome es que al parecer la matrona que me atendió debía hacer cambio de turno y andaba media apurada, porque cuando comencé a pujar me hizo una episiotomía sin mi consentimiento”. La herida, posteriormente, se abrió e infectó. Como consecuencia se le duermen las piernas si pasa mucho tiempo sentada, cicatrizó mal y perdió sensibilidad en la zona. De parte del hospital no se hicieron responsables. 

 En cuanto a atención posparto, esta  “fue buena pero lenta, justo me tocó el feriado del 21 de mayo así que había poco personal, me dieron de alta al 4 día por la misma razón”. 

Javiera

Para su nombre se usó un seudónimo, ya que no quiso compartir su nombre ni el de su bebé dada la complejidad de la experiencia para ella.  «Era mi primer bebé, los controles del embarazo fueron penca y cada ciertos meses”, comienza, y precisa que “el primero fue presencial y luego fueron telefónicos y así se repetían.  Las matronas que me atendían eran bastante agradables pero la calidad de atención arruinaba todo”. 

El día del parto llegó acompañada por su pareja y su mamá al Hospital San Borja Arriarán cercano a las 9 a.m. pero debió pasar sola a la sala de espera, en medio de fuertes dolores, indicando que en el lugar se encontraban más mujeres en la misma situación de soledad.  Luego la hicieron pasar a la sala donde se encontraban más mamás en trabajo de parto, mientras sus familiares esperaban fuera. 

El proceso, cuenta, fue duro.  “Juro que fue horrible todo el proceso de tener a mi hijo. Medio hospital me metió mano, las contracciones me hacían gritar, estaba a punto de desmayarme y no había nadie a quien darle la mano o en quien apoyarme”, señala.  

Tuvieron que practicarle una cesárea de emergencia, ya que a su bebé no se le sentían sus latidos, para lo cual no estaba preparada. Inmediatamente tras el procedimiento su hijo tuvo que ser reanimado. No lo conoció hasta varias horas después. Ella no pudo hacer contacto, a su hijo le dieron leche en fórmula y lo dejaron con su su padre y familiares.  Una vez despierta, se tuvieron que quedar por una semana en el hospital. 

“fue la peor semana de mi vida, con mi hijo recién nacido y yo prácticamente partida por la mitad, dolía hasta el alma la herida, dolía no poder darle leche, porque no me salía todavía, dolía que me culparan a mi porque mi hijo estaba así y aún duele la soledad que sentÍ”, confiesa.  Pensó que iba a ser distinto, concluye. 

EPA
Aunque lo exige la norma, no siempre se cumplen los derechos.

Aún duele la soledad que sentÍ. Luz.

Luz

“Yo no busqué estar embarazada, sólo pasó, aunque siempre quise ser mamá”, comienza. Era mediados de enero de 2020 y la posibilidad de una pandemia era remota. 

Las consultas ginecológicas, aunque menos de las habituadas, se realizaron presencialmente en su CESFAM correspondiente, y que su experiencia de parto “fue buena y a la vez muy dolorosa”. Luz comenta que durante su embarazo tuvo diabetes gestacional, y que tuvo a su bebé en la semana 39, temiendo que tuviera que ser por cesárea. Indica que “el día que que tuve a mi bebé yo rompí aguas, creo que a las 8 de la mañana, y un poco antes de las 11 mi bebé ya estaba fuera, fue un día domingo temprano, entonces cuando fui a la clínica no estaba el anestesista, por lo que tuve que aguantar mucho el dolor”. Aún así, describe ese día como idílico.

Señala que su hija salió muy pronto, por lo que no le alcanzaron a inyectar la segunda dosis de penicilina, necesaria dado que estaba positiva por estreptococo. Al segundo día de nacida, su bebé tuvo que ser hospitalizada en neonatología del Hospital de Talca, dado que le habían salido resultados muy altos en un PCR, y para evitar riesgo de infección debían aplicarle antibióticos

 La lactante estuvo internada seis días, uno de los cuales no pudo asistir, dado que a resultado de un brote de covid en el recinto médico las visitas tuvieron que ser restringidas a tres días a la semana, lo cual le causó un gran pesar. 

”Eso me partió el corazón porque cuando la iba a ver sólo podía estar una hora, y eso fue muy duro, y todo esto por la pandemia, porque tengo entendido que antes las mamás podían estar ahí 24/7 si podían y si querían con sus guagüitas”. Esta situación, reflexiona, es lo más doloroso que le ha traído la pandemia.

Top