Hay que despegarse del teléfono

El uso del teléfono se ha masificado tanto que ahora es casi una extensión de un mismo, pero esta relación puede resultar peligrosa para el bienestar psicológico.

Durante estos últimos años la preocupación sobre la salud mental ha aumentado de una forma nunca antes vista, en especial entre los sectores más juveniles, tanto es así que hace un par de días el presidente Piñera anunció una ley de protección de la salud mental, donde habla de muchos problemas que está sufriendo la población de nuestro país como el encierro, estrés, problemas económicos, miedo al contagio, etc., para los que propone un programa que consiste a grandes rasgos en visitas a psicólogos online.

Sin embargo, se ha estado dejado de lado uno de las aristas más importantes que puede estar relacionado con este fenómeno, que tiene que ver con el cómo recibimos toda esta información, aquí es cuando surge un fenómeno que se ha documentado desde hace casi veinte años en textos académicos, pero que todavía no recibe la suficiente atención: la infoxicación, que se refiere a una sobrecarga informativa que sufrimos debido a una gran exposición a esta.

No es difícil darse cuenta de la conexión entre ambos conceptos, la sociedad está constantemente bombardeada por una cantidad inconmensurable de información, cosa para la que no estamos biológicamente preparados, ya que en la naturaleza los estímulos son mucho menos comunes que las notificaciones de nuestros teléfonos.

Sumado a esto, existe un problema cultural transversal que afecta a todos los sectores de la población mundial, donde las generaciones más viejas no conocen lo suficiente sobre la tecnología y no pueden enseñar el correcto uso de estas herramientas, pues ni ellos mismos lo conocen, además hay una generación más joven que hace uso indiscriminado de estas tecnologías y mirar el teléfono es una actividad más que cotidiana, es lo primero que hace al despertar y lo ultimo que hace antes de dormir.

Una persona pasa en promedio un más de 76,500 horas en su celular a lo largo de su vida, lo que equivale a 8.74 año
Foto: Puntronic.com

Son principalmente las redes sociales el foco de esta atención: hay que revisar esa nueva notificación que llegó, esa noticia tan urgente o esa imagen tan graciosa. No existe ningún filtro ni una señal para parar, los algoritmos están diseñados para causar adicción y mantenernos pegados a la pantalla. Estamos en un punto complicado, en el cual prácticamente todas nuestras interacciones son mediante estas vías producto de la pandemia, por lo que es inútil tratar de frenarlo y el ritmo de vida actual hace que el internet sea parte de nuestras necesidades básicas, por lo que nuestra única solución es hacernos cargo de este fenómeno y abogar que en el futuro la gente sea mas consiente al usar su teléfono.

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