Llena el formulario y estás fuera Entrelíneas por Bárbara Cartes Valderrama - 14 mayo, 202114 mayo, 20210 Desde la legalización del aborto en tres causales la mujer está cada vez más cerca de conseguir que se apruebe la libre interrupción del embarazo. No solo porque fue tema de discusión durante el estallido social en 2019, sino porque también trata de una constante lucha contra el gobierno y el sistema de salud. La objeción de conciencia es el recurso más utilizado para impedir estas prácticas, porque que tanto el profesional como su equipo médico tienen la opción de dar un paso al costado y dejarles la responsabilidad a otros, con la justificación de que el procedimiento se contrapone a sus principios morales y/o religiosos. Si bien la salud pública tiene la obligación de aceptar los abortos en caso de inviabilidad del feto, peligro de la madre y violación, los centros de salud privados reservan este derecho según sus propios códigos morales y los de sus trabajadores, condicionando la atención a las pacientes. Solo basta completar un formulario para permitir, tanto al médico como a los presentes en el pabellón, negarse a realizar el procedimiento y renunciar a este. La visión de las personas sobre la vida es respetable en todos los casos, pero, ¿qué pasa con la ética médica? Preservar la vida es lo más importante y la vida de la mujer en cuestión es la que deben salvar. Ignorar eso y derivar a la paciente a otro centro de salud sería selectividad en cuanto a operaciones y procedimientos que quiera o no hacer. Las mujeres en estas situaciones no deberían rogar por un procedimiento y esperar un médico de turno que sí quiera atenderla. Entre 2017 y 2020, la causal que presentó mayor objeción de conciencia fue la violación. Según cifras del Ministerio de Salud, en el 50 % de los casos el médico se negó a participar. Fotografía por Unsplash. La medicina es una de las disciplinas más respetadas socialmente, gracias a sus capacidades científicas para a salvar vidas y mantener aquellas que se encuentran con enfermedades. Los estudiantes se gradúan de la facultad cada año para convertirse en doctores. Todos con distintas especialidades y convicciones, pero la misión siempre es la misma; salvar la vida y velar por el paciente. A casi cuatro años de legalizado el aborto en sus tres causales, las objeciones de conciencia se han convertido en una de las grandes trabas para practicar el procedimiento. No es posible que un aborto sea motivo de renuncia y no se le otorgue la misma importancia que a un trasplante o una operación estética. Rehusar ayudar a una paciente en tal estado significa negligencia. Es no compartir esos conocimientos para salvar y preservar la vida de una paciente. El aborto en tres causales está justificadísimo y ninguna de estas causalidades debería ser cuestionada.