Por los que nos necesitan y para quienes hemos fallado Entrelíneas por Nicole Reyes Cares - 14 mayo, 202116 mayo, 20210 Ante tantos casos de suicidios y la falta de esperanza por un país mejor, cabe preguntarse qué podemos hacer, dentro de nuestro alcance, para transformar la vida de quien sufre en una oportunidad digna de disfrutar. No es fácil hablar de la muerte, pese a que todos los días me visita y le pregunto cómo está ella. En más de alguna ocasión he sido atraída por la ilusión de una vida sin extrañarla y sin la amarga nostalgia que dejó su ausencia. Pero sólo se queda ahí, en una culpable fantasía. Para otros, es una decisión. Algunos estudios indican que, en Chile, las tasas de suicidios han aumentado. Otros, que han bajado. No creo que las cifras importen, porque son sólo eso: números. Sin embargo, detrás hay un hijo, un amigo, un padre, una madre… una persona que no pudo seguir resistiendo el dolor y su única salida era la muerte. Juzgarlos y tratarlos de egoístas o cobardes no es el camino para frenar este fenómeno. Reflexionar, empatizar y actuar, sí. Cuántas veces he escuchado a generaciones antiguas decir que eligieron el camino más fácil o que no pensaron en su familia. Lo intentaron. Intentaron ver más allá de su aflicción, concentrarse en su gente, esforzarse por conseguir un futuro sin sufrimiento, pero se cansaron, porque la tristeza resultó ser un mal insostenible, que no distingue a nadie ni nada. No fallaron, mas su alrededor sí. Falló el pésimo sistema de salud de este mísero país. Falló la ingrata necesidad de alcanzar el éxito en una maratón que no siempre incluye la felicidad. Y nosotros también fallamos. En personas entre 10 y 24 años, el suicidio es la segunda causa de muerte. Vencer los prejuicios y reconocer las señales son claves para una ayuda activa. Ilustración: María Ponomariova. Una sonrisa sincera, ayudar con entusiasmo y sin interés, una palabra de aliento y amor puede recompensar aquella pena invisible que cargan los que sufren. El apoyo no es más difícil en pandemia, es más real. Escucha a tu amiga con problemas de pareja, aconséjala, espérala y cuídala. No la apures en desistir de esa relación, ella lo sabe, sólo que su proceso de sanación tiene ritmo propio. Llama a ese familiar, que, aunque te diga que está bien, tú sabes que estará mejor con tu presencia. Que la escucha activa ensordezca la pena férrea. Que la empatía traspase la indiferencia y que sea la base de una comunicación libre de prejuicios y reproches. Ante la inhospitalidad sistemática, el cobijo entre especies es fortaleza. Y bueno, frente a los días en donde nos visita la amarga sensación de soledad y abatimiento, nunca es mal momento para recordar la emblemática frase de Arya Stark: “¿Qué le decimos al Dios de la muerte? Not today”.