La infancia: deuda del ayer y del mañana

“Los niños son el futuro” es una frase cliché, pero que resulta ser cierta. Entonces, ¿por qué la infancia no está siendo cuidada como merece?

Los niños, niñas y mujeres no estamos seguras en este país. Me atrevo a decir que ni en este ni en otro. Elegí una carrera que no compatibiliza con mi sensibilidad; todos los días la realidad me parece intolerable por lo enfermiza que resulta ser. Todos los días hay noticias de niños que han sido vulnerados o mujeres que han sido asesinadas. ¿Cómo se puede ser feliz sabiendo que hay tanto dolor en el mundo? es una pregunta que creo que no tiene respuesta, o por lo menos ninguna que me parezca correcta.

Ayudar a criar a dos niñas ha sido la aventura más compleja y humanizante que he experimentado. Fue con ellas que despertó una parte de mí que estaba dormida: la constante sensación de temor por el mundo que las rodea, que logra convertirse en una preocupación capaz de paralizarme y activarme. En ese orden.

Con ellas aprendí que los miedos, las penas y la rabia tienen su génesis en la infancia. Su alma es una hoja y cada acto está escrito con tinta permanente, en donde cualquier borrado deja marcas. Ciertas heridas siempre las recordarán, aunque no quieran; el inconsciente actúa de maneras extremadamente poderosas y extrañas.

Habitamos en una sociedad enferma, fracturada, envenenada y sin ninguna mejoría. Estamos condicionados por la ley del más fuerte, cuyas principales víctimas son los niños. Ellos, en su ingenuidad, merecen algo más. De una vez por todas, merecen un Gobierno que los ampare y leyes más severas con quienes los dañan.

En 2020, un 62,5% de los cuidadores principales reconocen el uso de métodos de disciplina violentos en la crianza de niños, niñas y adolescentes, según informe de la Unicef. Fotografía: Freepik.

Son dignos de ser amados y cuidados, y también de ser concebidos a consciencia. Una infancia sana es resultado de una maternidad deseada. Sin embargo, mientras mentes ignorantes y negligentes sigan en el poder, nada cambiará.

El Estado no ampara a los más desvalidos, por eso, las abuelas seguirán protegiendo a sus nietos de relaciones paternales fracasadas; las madres solteras seguirán luchando y triunfando admirablemente, sin un padre, pues decidió abortar, porque sí, los hombres también abortan; muchos niños seguirán sufriendo en el anonimato y sólo se visualizarán en cifras. Hasta que el Gobierno decida hacer su trabajo, la infancia seguirá siendo una deuda pendiente y, al mismo tiempo, la clave para que la humanidad, finalmente, logre evolucionar.

Nicole Reyes Cares
Estudiante de último año de periodismo UdeC.
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