Ponerse en el lugar del otro es lo que nos falta

Los municipios han detectado que el grupo etario mayormente rezagado corresponde a adultos en etapa laboral activa, a lo largo de todo el país. Los números siguen en aumento y poco se habla de las razones que se esconden detrás de este suceso.

Si bien el proceso de vacunación en nuestro país podría calificarse de exitoso, pues ya ha logrado inmunizar a más de un 50 % de la población objetiva con las dos dosis, siguen habiendo grupos de adultos jóvenes de 30 años en adelante que se mantienen rezagados.

Según los datos del Departamento de Estadísticas e Información en Salud (DEIS), hasta el 13 de mayo existían 899 215 personas rezagadas en el rango de edad entre 40 y 49 años, pese a que durante un mes completo este grupo estuvo como prioridad en el calendario de inmunización contra el coronavirus. Cabe preguntarse entonces: ¿por qué se ha producido este estancamiento?

Los malintencionados dirán que este grupo etario se puso cobarde con la pandemia; los conspiranoicos, por su parte, muy probablemente afirmarán que los adultos manejan más información y “por algo” muchos no quieren vacunarse. Lo cierto es que olvidamos que ellos son el corazón de la fuerza laboral de nuestro país. 

Resulta inaceptable que, durante los últimos días, hayan aumentado los testimonios de trabajadores que denuncian las malas prácticas de sus empleadores, que les niegan un derecho que resguarda el bien común. Igual de inconcebible es que, cuando finalmente ellos logran vencer las trabas de la burocracia y asistir a los vacunatorios, luego de eternas horas de espera, les comuniquen que no queda stock de vacunas por el día.

Trabajadores que no disponen de tiempo en la semana, hacen fila para vacunarse el día sábado, en horario de rezagados. Fotografía de CNN Chile.

En medio del caos, hagamos una pausa y pongámonos en el lugar del otro. No sirve de nada que hayan habilitado vacunatorios en horarios vespertinos o reforzado los horarios de rezagados durante el fin de semana, si grupos de otras edades deciden hacer uso de ellos, haciendo la espera innecesariamente larga a los trabajadores, que terminan yéndose a sus casas por hastío.

Es un chiste de mal gusto que pareciera repetirse como un loop eterno. ¿Cuál debería ser nuestra principal preocupación este 2021? Disponer de todo tipo de herramientas para que la fuerza laboral, sus familias y la comunidad en general se informen y participen en el proceso de inmunización que lleva adelante el País. 

No hay que olvidar que los trabajadores son la piedra angular de toda actividad económica y, por ende, necesarios para que prevalezca el bien común. Hoy la salud de ellos, ellas y de todos nosotros es prioridad para salir de esta crisis. Tenemos que procurar su vida y seguridad. Es un imperativo ético, es lo que nos falta.

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