La batalla entre hechos y creencias que se intensificó en pandemia

Fake News

Tras la ola de fake news en torno a la vacunación aparece el arduo desafío de defender el conocimiento.

Para bien o para mal, la ciencia ha aportado en todas las aristas del quehacer humano. Junto a los avances tecnológicos, este método es sin duda un factor fundamental para que el mundo sea lo que es hoy y sin él no sería posible este texto, la cura del sarampión o las bombas nucleares. Generalizar de esta forma lleva a muchas personas a caer en sesgos que, a través de un razonamiento que parece ser lógico, conduce a conclusiones apresuradas y simplistas. Como diría Humberto Maturana en varias entrevistas “no se debe perder la reflexión”. Aquí pongo en duda mis ideas apelando a lo que él consideró como un derecho humano: cambiar de opinión.

En un sistema económico, político y social que nos encamina hacia una competencia feroz, obligados a ser de aquí o de allá y a defender a muerte nuestro grupo y a una forma de hacer las cosas que nos polariza; se vuelve cada vez más complejo cambiar de parecer. Así, nos vamos volviendo esclavos de nuestras creencias, obviando incluso la evidencia científica que nos prueba estar equivocados.

La ciencia es, según la creencia de negacionistas, un foco de desconfianza porque representa los intereses de grandes multinacionales farmacéuticas que en conjunto con distintos organismos de control gubernamentales y empresariales conforman algo así como un nuevo orden mundial que los oprime y controla a través de microchips al más puro estilo orwelliano. Sin embargo, a pesar de que sí existen muchos mecanismos de control, la ciencia en sí no tiene moral, pero es utilizada en favor de la moral de ideologías políticas y religiosas.

El supuesto magnetismo de la vacuna se hizo viral esta semana. Foto: chequeando.com.

Claramente este conjunto de conocimientos fue y seguirá siendo utilizado por el poder para perpetuarse a sí mismo. Lo cierto es que el área presenta un constante debate que implica necesariamente el cambio de paradigmas, donde mientras más sabemos, más interrogantes tenemos y donde los fenómenos son complejos e imposibles de reducir a una respuesta binaria, como muchas veces nos hacen creer las redes sociales. 

Lo que revela esta problemática mundial a través de la actual coyuntura es que una vez más la educación falló, por lo que hoy cada vez menos personas deciden evaluando y reflexionando sobre variables reales, pero eligen de manera rápida y severa en función de lo que su sector cree, ya sea a la hora de vacunarse o aceptando ciegamente los términos y condiciones de cualquier dispensador de dopamina.

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