La urgencia de una educación emocional infantil

La infancia es una etapa donde, además del desarrollo cognitivo, se adquieren experiencias afectivas y sensoriales que ayudan al posterior desarrollo del sujeto. A raíz de lo mismo, la educación emocional debe ser tratada desde una edad temprana tanto en las familias como en las escuelas.

En 1995 Goleman estableció el concepto de inteligencia emocional a nivel mundial, lo que se transformó en una idea innovadora que debía ser establecida en todos los ámbitos de la sociedad. Así surgió la necesidad de la educación emocional, que se transformó en la respuesta a diversos problemas conductuales y psicológicos.

Por consiguiente, se fue generando mayor consciencia respecto de la carencia en los programas educativos actuales de tratar temas tan básicos y universales como las emociones y la urgente necesidad de un cambio en este ámbito.

La educación emocional trae consigo la capacidad de poner límites, mejorar la autoestima, expresar los sentimientos de forma sana y constructiva y desarrollar relaciones interpersonales que edifiquen la identidad del sujeto, constituyéndose como un factor indispensable para el bienestar mental y social del mismo.

En el caso de los infantes, el proceso de enseñanza en la educación preescolar y escolar, suele ser también el inicio de su actividad social, donde adquieren sus primeras experiencias de aprendizaje e intersubjetividad y que mantienen en el inconsciente hasta la adolescencia. A través de ellas guían su comportamiento cotidiano, o como algunos investigadores lo llaman, ejercen una regulación interna de las emociones a partir de lo aprendido en la infancia.

Reconocer y posteriormente validar las emociones de un niño o niña permite que pueda expresar tanto sus sentimientos como sus opiniones de forma asertiva, reforzando su autoestima e identidad. Fotografía por Valeria Sabater.

No obstante, en caso de que algún alumno/a presente alguna dificultad para relacionarse o de tipo conductual dentro del establecimiento escolar, es derivado a algún especialista, tratando su caso como aislado y evidenciando la carencia de recursos de la institución para ser eficiente en la resolución de este tipo de problemas.

Según lo sugieren diversos estudios, con la correcta regulación emocional en una edad temprana los niños/as tendrán un efecto positivo en las habilidades académicas, pudiendo beneficiar tanto el rendimiento escolar como su salud mental, aportando a un desarrollo integral.

Si bien, las emociones y la salud mental son temáticas que comenzaron a visibilizarse hace poco, han sido temas desarrollados e interiorizados por las nuevas generaciones. Hoy la deuda está en políticas públicas eficientes que destinen un mayor gasto fiscal a estas temáticas tanto en el área de salud como en la educación.

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