Concepción se posiciona hoy como una de las ciudades más atractivas para vivir y eso se demuestra en la alta demanda de viviendas. Sin embargo, muy lejos de bajar producto de la crisis económica dada por la pandemia, los precios siguen aumentando y el mercado inmobiliario es incierto.

Producto del cambio del trabajo a modalidad online, ya no es necesario vivir dentro de la capital para poder acceder al mercado laboral, por lo que las personas ahora ponen sus fichas en regiones. De acuerdo al Blog de Yapo.cl, después de Santiago y Antofagasta, Concepción es la comuna más atractiva para vivir, con una demanda total de 151.704 solicitudes en 2020. Así también, en el último semestre del pasado año, los precios de las viviendas en general en Chile subieron en un 4,8%, alcanzando a Italia, España y la India. 

Concepción, por su parte, no es indiferente a esto. Los precios en arriendos en la urbe penquista aumentaron en un 10%, oscilando entre los 300 mil y los 800 mil pesos. No obstante, si bien el alza es general, en las casas ha sido mucho más marcado que en el caso de los departamentos. 

Tras el inicio de la pandemia, la ciudad universitaria tuvo que cerrar sus bares y vaciar sus calles de estudiantes, los que dejaron sus arriendos para devolverse a sus respectivas regiones. Debido a esto, los precios de arriendo de este tipo de viviendas se han mantenido igual e, incluso, han bajado. “Con las cuarentenas, la gente se dio cuenta de que estar en un departamento era muy incómodo, sobre todo las familias numerosas. Producto de eso, si tu buscas arriendos de casas hoy, no hay muchas opciones”, señala Patricio Fuentes, director de la Asociación de Corredores de Propiedades de Concepción (ACPC).

Mucha demanda, poca oferta

Contrario a lo que podría pensarse como consecuencia de la crisis económica producto de la pandemia, la cantidad de personas que buscan una vivienda hoy es muy alta. De acuerdo a la corredora de propiedades, Nuvia Alarcón, hoy es muy difícil encontrar arriendos: “Hay mucha demanda y todo se va muy rápido. Lo que llega a haber, es excesivamente elevados, pero son precios que ponen los dueños. (…) Todo el mundo ha crecido académicamente y las fuentes de ingreso son mejores, por lo que las personas optan por arrendar”.

Desde la ACPC hacen una revisión periódica de cómo se va comportando el mercado inmobiliario. “Hoy estamos en un mercado muy volátil. Están pasando muchas cosas que influyen en los cambios y la gente se está haciendo muchas preguntas. Yo pienso que, de aquí a unos dos años más, esto tendría que normalizarse. Lo mismo que pasó después del terremoto”, señala el director.

Asimismo, el economista y doctorado en Economía, Claudio Parés explica que el mercado inmobiliario tiene una lógica algo más compleja que la de los mercados habituales, ya que la oferta se ajusta lentamente y tanto esta como la demanda dependen mucho de las condiciones de los mercados financieros. Debido a esto, señala que “si hay un boom en la demanda, la única salida es que suban los precios”. 

Construir formas de vida

El alto precio de la vivienda, sin embargo, es un tema que se viene arrastrando desde hace muchos años. La ubicación de las viviendas en las ciudades es sinónimo del precio que tendrán, siendo las más cercanas a hospitales, bares, universidades y plazas, las más costosas. “Estamos en un mercado de libre comercio, donde hay sectores más apetecidos que otros. Normalmente esos sectores se llenan con más facilidad, lo que hace que haya una gran demanda con respecto a otros sectores de la ciudad”, enfatiza Fuentes.

En este sentido, las empresas inmobiliarias cumplen un papel importante a la hora de hablar sobre los precios y la forma en la que se construye la ciudad, una herida abierta para los urbanistas. La arquitecta Josefina Tardones explica que “es como una competencia instaurada por ellos mismos (las inmobiliarias). Por eso el 2019 se habló tanto de ‘la nueva vivienda digna’, porque son ellos los que instauran el valor para vivir”.

Y agrega que: “Ellos diseñan la forma en que vivimos. Lo que hacen es tomar un terreno y sacar el mayor provecho que pueden de este, poniendo la mayor cantidad de viviendas. Por ejemplo, en una planta ganan lo que en un departamento normal. Es un negocio muy rentable, porque reduce al mínimo la vida de algunas personas y por eso sale tan barato”.

Lo que sí ha revelado la pandemia, en palabras de Parés, es una realidad de precariedad que ya existía, pero que teníamos la impresión que podía superarse. “Lamentablemente, nos hemos centrado en que los ingresos de las familias no alcanzan para cubrir sus necesidades, pero el tema va más allá: lo que necesitamos es que cada familia tenga un lugar para vivir”, finaliza.