El panorama actual de los centros de larga estadía

El avance en materia de salud mental y patologías psiquiátricas se vio afectado con la pandemia.

El encierro es ahora algo cotidiano, a pesar de que hoy en un país como Chile las cuarentenas no son efectivas, desde hace un tiempo el distanciamiento social y en cierto modo el aislamiento son parte de la norma social. Claramente existe un impacto en la salud mental en la población mundial, que en estos momentos está pagando las consecuencias de una enfermedad de la cual no hay responsables y con la que hay que aprender a vivir mientras no se elimine de raíz.

Lo anterior es nuevo para la mayoría del mundo pero para muchas personas internadas con patologías de salud mental su vida entera es una experiencia similar, viendo reducida su movilidad, interacción con los demás y posibilidades de trabajar, incluso siendo mermados varios de sus derechos individuales. Esta es una realidad que quizás en la situación actual de la humanidad evoque más empatía colectiva pero en la que justamente la pandemia significó un retroceso en varios aspectos.

Inserción en una centro neuropsiquiátrico

Llegar a un dispositivo de hospitalización prolongada o larga estadía jamás es un proceso fácil, así lo confirma Paola Chesta, terapeuta ocupacional, quien señala que  “las personas que ingresan lo hacen por decisión familiar, porque ya no pueden hacerse cargo de sus cuidados. También tenemos algunas derivaciones por parte del servicio de salud, eso quiere decir que se encuentran en situación de vulneración, ya sea abuso, consumo o situación de calle“.

Existen también casos de personas que tenían una vida ocupacional activa, que en su momento tuvieron rutinas y fueron funcionales a lo que el entorno social exige pero que manifestaron una patología psiquiátrica que cambió sus vidas, generando un estigma que cargan hasta hoy: “algunos estaban trabajando, estudiando, y al final aparece la patología que genera este estigma, este prejuicio donde se cree que la persona ya no puede volver a hacer sus cosas cotidianas”, indicó Pablo Muñoz, terapeuta ocupacional que trabaja en una institución de larga estadía.

Para algunos usuarios su único acercamiento al exterior es a través de las noticias. Foto: diariodenavarra.es.

Cambio de paradigma

Hace unos treinta años que el enfoque con el cual tanto instituciones como profesionales abordan el trabajo con pacientes con patologías de la salud mental viene cambiando. Antes se abordaba desde un enfoque biomédico, que dejaba de lado factores relevantes para el desarrollo integral de una persona, centrándose en la patología y no en asuntos estructurales. Este fue el paradigma dominante en el siglo XX y, tras una serie de críticas, cambió hacia una mirada más integral y holística.

Actualmente se trabaja desde lo biopsicosocial, un modelo de salud que considera los factores biológico, psicológico y social. Por lo tanto, queda atrás la visión en la que sólo lo biológico era tomado en cuenta para los tratamientos, ahora las emociones y relaciones sociales son relevantes para mejorar la calidad de vida de una persona.

Para Chesta “validar al 100 % los derechos de los usuarios es indispensable”.

Así, este nuevo enfoque también pone énfasis en los derechos fundamentales de las personas, dejando atrás jerarquías que sólo producían más daño a los usuarios.

De este modo, Chile fue avanzando las últimas décadas en materia de derechos de personas con patologías mentales. Esto está mediado por acuerdos internacionales a los que el país se adhiere, además de de leyes como la 20.584, que establece los deberes y derechos de los pacientes; la 20.422, que se relaciona con el apoyo hacia las personas en situación de discapacidad; o la 21.331, que reconoce la protección de derechos de las personas en situación de discapacidad.

El retroceso en pandemia

Bastante de lo avanzado con los usuarios se vio reducido durante la pandemia ya que muchos de ellos están actualmente viviendo un proceso de duelo. Familias que visitan con menos frecuencia o simplemente ya no van, un proceso doloroso para personas internadas que estaban teniendo un rol social y familiar.

Antes se realizaban talleres con la comunidad, con estudiantes y hoy por los aforos reducidos resulta imposible. Pablo Muñoz señala que “se implementaron las videollamadas e incluso hay algunos usuarios a los que las familias los van a buscar para ciertas festividades o celebran el cumpleaños dentro del dispositivo”, sin embargo, no son todos.

Los familiares pueden visitar a usuarios teniendo un test de PCR negativo y respetando el distanciamiento físico. Foto: indisa.cl.

Las patologías mentales son un problema no sólo de quienes las padecen, sino también de la sociedad y, por lo demás, están más cerca de lo que parece, cualquier persona podría desarrollar una enfermedad de este tipo. El interés debe ser conocer, acompañar, respetar y por sobre todo acoger. Así quizás en un futuro no muy lejano podamos vivir en un mundo donde nadie deba permanecer aislado por una condición psiquiátrica.

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