Las más de 7 vidas de la Galería Alessandri: Un patrimonio humano y social penquista Entrelíneas por Emilio Senn - 30 junio, 20211 julio, 20210 Inaugurada en 1945 como parte del plan de reconstrucción post terremoto de 1939 y bajo la premisa de un paseo peatonal techado, el tiempo ha llevado a la Galería Alessandri a convertirse en uno de los centros comerciales más conocidos e insignes del Gran Concepción, sino el más. No obstante, el mismo paso del tiempo y sus consecuencias han tenido al edificio y sus locatarios en medio de una amarga polémica hace más de 15 años. Primero que todo, es importante mencionar que pese a su reconocimiento y significado histórico y popular, la Galería Alessandri jamás ha sido oficialmente declarada un patrimonio urbano ni cultural. Tal información es clave para comprender lo que ha pasado con el edificio que alberga el comercio local y sustento de 70 locatarios, desde 2004. Desde su apertura como centro comercial en la década de los 60, la galería tuvo una impecable e implacable época dorada hasta mediados de los años 90. Asentada en el corazón de Concepción, sus corredores llegaron a estar repletos de personas que día a día concurrían por el lugar; hoy, el promedio estimado es de 3.000 (en el año 2005 se registraban 15.000). La cantidad de visitantes, transeúntes y clientes es solo un indicador más del deterioro que golpea a la Galería Alessandrí hace ya 25 años, pero cuyas primeras señales aparecieron incluso antes. Daños estructurales, insalubridad, problemas eléctricos y desprendimiento de material son algunos de los problemas que los 70 locatarios enfrentan en su vida laboral cotidiana. Razones de sobra para que tras un abandono de décadas, los microempresarios que dan vida a la galería encontraran esperanza en un proyecto de remodelación que a más de 15 años de su propuesta no ha logrado concretarse. Evidencia de daños estructurales y condiciones insalubres de la Galería Alessandri. Fotografías cortesía de Food Court S.A. El edificio de la discordia La telenovela de la Galería Alessandri no es una clásica donde los “pobres locatarios” se aferran a su vieja y amada casa para que no sea demolida por una villanesca y ambiciosa inmobiliaria. Todo lo contrario, son precisamente ellos quienes han luchado contra viento y marea por llevar adelante el proyecto que remodele la galería. “Una manito de gato no basta”, dice Teresa González, Presidenta de la Asociación Gremial de Locales Establecidos de la galería y testigo en primera persona del desgaste del edificio y decadencia del comercio local. La empresa Food Court S.A presentó en 2020 un proyecto para la “nueva Galería Alessandri”, consistente en la edificación de un remodelado centro comercial de más de 100 locales, un patio de comidas, dos subterráneos, 140 departamentos y 4.500 metros cuadrados en oficinas. Una idea moderna de tono amigable con el medio ambiente, social y sin precedentes en América latina. Rápidamente la propuesta se manifestó como un sueño para los locatarios, ya que además de varios beneficios como el no pago de arriendo por 15 años, la modernización de la galería y sus nuevos atractivos e implementos atraerían una ola de clientela perdida con los años. “En un inicio fue el Ministerio quien dijo: ‘ya que estamos acá hagamos algo importante. No sólo una galería, sino algo más imponente dada la ubicación”, cuenta Patricio Cabezas, Director Ejecutivo de Food Court S.A. Así fueron los primeros acercamientos entre la empresa, el Ministerio de Bienes Nacionales (propietario de la galería) y los locatarios, cuando las tres partes parecían estar de acuerdo en concretar el proyecto. Desde entonces y con el propósito de instaurar un nuevo modelo de comercio y urbanismo nunca antes visto en el país, la empresa inició rápidamente los trámites de permiso de edificación mientras se realizaban también los estudios de viabilidad de la iniciativa. Finalmente, de manera fluida y en plazos inmobiliarios normales, el proyecto fue aprobado en 2009 por una comisión especial conformada por el Intendente del Biobío, Secretarios Regionales y la alcaldesa de Concepción de la época. Sin embargo, cuando todo parecía marchar viento en popa, uno de los primeros golpes al proyecto vino del gremio de los arquitectos. Se acusó entonces a la empresa de atentar contra el patrimonio local y la historia de Concepción, incluso el comité arquitectónico y ambiental del Colegio de Arquitectos de Chile se refirió a la propuesta como una “aberración arquitectónica”. La mala fama que ganó el proyecto en su primera etapa acarrearía problemas aún más grandes. “Cometimos el error de no comunicar”, admite Cabezas, aludiendo a la ola de desinformación sobre el proyecto que ocasionó el rechazo popular y por ende, también un cambio de actitud en las autoridades frente a la idea. Proyecto de remodelación presentado por Food Court S.A en 2020. Fotografía de Diario Concepción. Guerra no declarada y el futuro “Se hicieron cosas que después tuvieron que deshacerse, porque ni Bienes Nacionales ni nosotros teníamos la experiencia”, reconoce Teresa al ser consultada sobre la abierta disputa entre el Ministerio y el proyecto con que en primera instancia parecían de acuerdo. Una serie de modificaciones en los requisitos, ghosting, cambios en los plazos otorgados y otras malas prácticas de parte del Ministerio de Bienes Nacionales, fueron comprobadas y expuestas en una reciente sesión con el Senado para discutir el futuro del proyecto que ya llevaba cerca de 10 años estancado. A la reunión no asistió el propio Ministro, Julio Isamit, lo cual sumó un desaire y agravante más a la lista de amargas situaciones que los locatarios han tenido que atravesar. “Ellos nunca quisieron que se hiciera el proyecto, jugaron con nosotros”, sentencia Teresa. Mientras la Presidenta de la Asociación Gremial de Locatarios alude a intereses económicos, el Director Ejecutivo de Food Court también sospecha que la mala reputación que adquirió el proyecto hizo que autoridades del Gobierno entorpecieran su avance. No obstante, pese a los malos ratos y obstáculos que estancaron por años la iniciativa, luego de la más reciente reunión con el Senado y el arribo de un nuevo Gobernador a la región, tanto locatarios como la empresa son positivos y optimistas. “Vamos a realizarlo, quizá no como teníamos pensado pero se hará”, comenta Patricio, también haciendo referencia a las modificaciones que se hicieron al proyecto inicial para cuadrar con el actual Plano Regulador de Concepción, entre las cuales estuvo bajar de 23 a cinco pisos de edificación. De esa manera, el arquitecto penquista Ricardo Soto, se refiere a cómo el proyecto de remodelación de la galería instauró un debate en la ciudadanía sobre la edificación y crecimiento urbano. “Por sobre lo construido, lo edificable y visual, está el valor de la “comunidad de locatarios” que son el verdadero patrimonio que da sentido a lo que hoy conocemos de esta galería”, comenta.