Hablar desde lo histórico, la reivindicación y la alegría

La importancia de hablar desde lo constantemente marginado y reprimido es la nueva forma de comunicar, gracias al panorama actual alentador que nos presenta la democracia: una Convención Constituyente plurinacional presidida por la lingüista mapuche, Elisa Loncón.

Triunfo. Definido por la RAE como acción y efecto de triunfar. De quedar victorioso. Lo que vimos en las pantallas de la televisión abierta el domingo en la tarde, tras horas de incertidumbre, fue el éxito. La victoria. Una suerte de retribución o tributo de las y los constituyentes para con los pueblos originarios, sobre todo con la nación mapuche, constantemente reprimida e históricamente olvidada por el Estado de Chile.

Primero se observó el alboroto, la tónica represiva que es la base del Gobierno actual. Una cámara invisible en el espacio registraba dos tomas diferentes de la misma película; por una parte, la institucionalidad y sus representantes más reacios minimizando los gritos y las protestas de su contraparte y, por la otra, la evidencia clara de que refundar Chile y sus policías no son un pensamiento aislado.

La segunda sensación flotó en el aire desde el retraso en la ceremonia inaugural de la Convención, como una forma de paralizar el accionar de Carabineros y Fuerzas Especiales, hasta instalarse en el podio presidencial con felicidad, gritos y lágrimas.

Un domingo constituyente cualquiera se transformó en un domingo histórico. Lastimosamente, la notable sensación inoperante de ser mandatados por las autoridades de Chile no haría posible disfrutar tan largamente la gloria. Los más escépticos podrían aventurarse a pensar en una maniobra de boicot por parte del Gobierno en el evidente retraso de la primera sesión de la Convención Constitucional. Y es que, pese al extenso tiempo de preparación y gastos fiscales importantes para garantizar el desarrollo de la instancia, las condiciones no fueron óptimas hasta tres días después de la elección de presidenta.

Existe un entredicho en lo que no se ve, pero se interpreta: desde la vulneración de manifestantes a metros de la ceremonia inaugural al desinterés de disponer un lugar en reclame para comenzar a sesionar. Una tónica común que vemos desde el comienzo de las protestas populares del 18 de octubre, hasta hoy y sus días venideros: la profunda desconexión del poder central.

Es por ello que, en esta nueva edición de Entrelíneas, creemos en la necesidad de conectar con la audiencia y marcar una pauta de cómo deberían converger las diversas ideas para informar desde la pluralidad, desde los grupos marginados hasta la crítica constante a todo cuánto rodea al poder. Por la construcción de un nuevo modelo de comunicación que permita desaprender lo aprendido y mejorar, siempre y en cada instancia.

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