Marichiweu: ¡nunca más sin los pueblos! Entrelíneas por Kathia Cancino - 9 julio, 20219 julio, 20210 El triunfo del “apruebo” hace un par de meses solo traería consigo victorias posteriores: paridad y escaños reservados para naciones originarias. Pero nadie podría prever, en primera instancia, que la Convención Constitucional estaría presidida por una mujer mapuche, en un trascendental hito de reivindicación. Chile históricamente se ha configurado como un Estado unitario, explica la abogada constitucionalista Sofía Britto, y ello puede reconocerse tanto en la Constitución de 1980, como en la de 1925. “Esto tiene mucho que ver con esta narrativa que se ha instalado en la forma en que se enseña tradicionalmente la historia de Chile. De pensar en la Pacificación de La Araucanía, justamente con el fin de unificar la nación”, menciona. Es así como no existían para los gobernantes de la época otros pueblos, porque no se entendía la necesidad de la plurinacionalidad en ese momento. Britto afirma que el triunfo histórico no solo envuelve a la paridad, sino también a los escaños reservados y la reivindicación que la propia Constitución puede otorgar a los integrantes de pueblos originarios fuertemente vulnerados. “El pueblo mapuche durante estos últimos años de retorno a la democracia siguió siendo llamado terrorista (…) pero ahora tendremos una Convención Constitucional integrada por la Machi Francisca Linconao, que fue víctima de represión del Estado y fue injustamente apresada”, indica. Y es que, en términos de reparación, una carta magna escrita con una mirada pluralista marca un precedente en la relación vertical entre Chile y los mapuches. Para el profesor de historia de la Universidad del Bío-Bío, Cristóbal Núñez, este hecho es completamente reivindicativo. “No solamente existe un hito de participación, sino también puede tener aires de un carácter pacificador. Podríamos hablar de que, ya teniendo este grado de representatividad por parte de los pueblos plasmado en la Constitución, esto también podría significar el apaciguamiento del conflicto que ha existido constantemente en La Araucanía, lo cual sería muy bueno”. Pero la mirada desde la academia podría ser contradicha por el constante olvido del Estado de Chile hacia los mapuches, generando dudas en todo proceso institucional aun cuando éste podría considerarse como la victoria de una gran mayoría, que pretende esperanzadoramente cambiar el modelo neoliberal y vulnerador de nuestro país. Pacificación de la Araucanía. Imagen extraída de la Biblioteca Nacional de Chile. Desde la divergencia, la valentía y el miedo No es fácil creer en un sueño colectivo cuando se nace bajo el yugo del estigma. Más aun cuando la creación de instancias reparatorias es casi inexistente y en un contexto histórico donde la palabra pacificación posee una fuerte connotación negativa. Magdalena Chicagual, perteneciente a la organización Mujeres Mapuche Autoconvocadas, recorre este sentimiento desde el propio entendimiento de la represión. De hecho, ella explica que no ve el desarrollo de la Convención Constitucional y la plurinacionalidad como algo importante, “simplemente porque es un proceso más de la institucionalidad del Estado chileno”, manifiesta. En efecto, ella enfatiza en que el proceso no vendría desde los pueblos o desde la propia comunidad mapuche, quienes actualmente están viviendo un proceso histórico, pero diferente, de reivindicaciones en el Wallmapu. Ello porque, desde su mirada: “Lo que salga en la instancia será para continuar con la homogeneización de las diferentes realidades que vivimos los pueblos quienes hemos sido despojados de nuestros territorios e historia, haciéndonos creer que todos somos ‘chilenos’, pero ahora desde el concepto de la plurinacionalidad para seguir aceptando reglas e imposiciones contra nuestra gente”. Elisa Loncón, en discurso como presidenta electa de la Convención Constitucional. Imagen extraída desde El Mostrador. Sobre este punto, Núñez explica que tal sensación es completamente lógica. “El hecho de que haya existido tanta represión y una conducta cuestionable por parte de los organismos y del propio Estado, causan este ambiente de desconfianza, por eso se puede hablar de una forma bilateral de la Constitución: o puede ser un éxito satisfaciendo la mayoría de las demandas, o puede darse un gran fracaso”, aventura el profesor. Sin embargo, el académico de la Universidad del Bío-Bío enfatiza en que la elección de presidenta y vicepresidente marca una pauta en el grado de representatividad que existe dentro de la misma Convención: “Es a través de ambos cargos que podemos ver claramente los intereses del grupo mayoritario, que es la gente que no está asociada a ningún interés específico como lo sería un partido o una coalición política”. Y, bajo esta misma línea, se enmarcaría el camino transitado por otros países en tema constitucional. Sofía Britto indica que en América Latina existen muy pocos países que no tienen una regulación respecto a la plurinacionalidad, porque en la mayoría de los territorios existe un reconocimiento de sus derechos. De esta manera, el nuevo reto que enfrenta la Convención será restaurar la confianza perdida en la institucionalidad, a través de la integración de todas las voces y de la reparación de todos a quienes el Estado de Chile tuvo la oportunidad de vulnerar.