El uso de mascarillas inclusivas

Con la llegada de la pandemia, los cubrebocas se volvieron un elemento común en la vida humana, pero para las personas con discapacidad auditiva esto puede convertirse en una dificultad comunicativa debido a la imposibilidad de ver los gestos faciales.

La mascarilla se volvió un artefacto esencial para evitar el contagio del virus SARS-CoV-2. Para asegurar que su uso sea eficiente, existe un estándar que regula sus materiales de fabricación, sus medidas y las pruebas que deben pasar para garantizar su capacidad de filtración y respirabilidad. Además, los envases deben ir etiquetados o serigrafiados según la norma.

En general, los cubrebocas deben poder cubrir desde la nariz hasta bajo el mentón y tapar los costados de la cara. Esto genera una dificultad añadida para las personas con hipoacusia, quienes se comunican principalmente por lenguaje de señas ya que esto no está exclusivamente constituido por lo que se expresa con las manos, sino que se complementa con la lectura de labios y gestos faciales. Esto último también es de utilidad al momento de que una persona con discapacidad auditiva intercambie información con una persona que no sepa dactilología ya que en ese caso, la principal fuente de información para la persona hipoacúsica, es precisamente lo reflejado en el rostro del otro interlocutor.

Para Claudia González, persona con discapacidad auditiva, ha sido un cambio complejo ya que: “La mascarilla aumentó la barrera comunicativa para nosotros, es mucho más difícil de lo que era antes poder realizar cualquier actividad cotidiana. Por ejemplo, para ir a realizar compras hay que intentar mirar la cifra que dice el tablero de la caja. Antes podías leer los labios de las personas pero con la llegada del uso obligatorio del tapabocas, eso ya no es posible”, afirma.

Según el fonoaudiólogo Cristóbal Concha, esta dificultad añadida podría traer otras consecuencias: “Muchas personas hipoacúsicas apoyan su proceso comunicativo en la lectura de labios y el uso de mascarillas interfiere en aquello. Incluso el distanciamiento de dos metros para personas que no tienen una pérdida total de la audición genera un problema ya que se les dificulta todavía más escuchar. Pero eso no es todo, los niveles de inclusión en Chile no son los más altos y al existir un impedimento extra en la comunicación, aumenta el aislamiento social, lo que puede traducirse en un aumento de la sensación de soledad, factores que pueden resultar en trastornos como la depresión”, señala.

El uso de mascarillas permite a las personas la lectura de labios. Foto: BBC.

Una alternativa inclusiva

Al evidenciar esta problemática, Wendy Schellemans, profesora del Instituto Real Woluwe de Bruselas, una escuela de educación especial con varios alumnos con hipoacusia, decidió elaborar máscaras transparentes para sus estudiantes, iniciativa que fue replicada en varios países. Este artefacto está fabricado con una doble capa de algodón, unos cordones y una lámina de plástico, que permite poder ver los labios de la persona que la usa, disminuyendo las barreras que generan los otros cubrebocas. A esto se le conoce popularmente como mascarillas inclusivas.

La fonoaudióloga Lissette Meza se encuentra a favor del uso de mascarillas que disminuyan las limitaciones comunicativas: “Un cubrebocas que permita leer los labios me parece super útil, ya que incluso para las personas con discapacidad auditiva que se comunican entre ellos con lengua de señas tener la cara tapada es una dificultad añadida dado que hay palabras en dactilología que se expresan igual y la única forma de diferenciarlas entre sí es complementarlo con la lectura de labios”, manifiesta.

Agrupaciones en el País Vasco se dedicaron a la manufactura de mascarillas inclusivas. Foto: Ferm.

El dilema de la propagación del virus

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente el 5% de la población mundial posee algún grado de discapacidad auditiva. Sin embargo, no existen mascarillas inclusivas aprobadas por esta entidad a pesar de que distintas organizaciones alrededor del mundo, que velan por la inclusión de personas hipoacúsicas, lo han solicitado.

Para el virólogo y microbiólogo Esteban Paredes Osses la no aprobación de mascarillas con protecciones transparentes corresponde a un tema sanitario: “Los tapabocas de plástico no son, bajo ningún punto, recomendables. Solo son sugeribles aquellas que se ajusten al rostro y que han sido aprobadas por la OMS, aunque existen cubrebocas o escudos faciales de plástico que pueden ser accesorias a las estrictamente recomendadas por organizaciones de salud ya que solas no cumplen el rol de prevenir el contagio”, afirma.

Un problema a resolver para la comunidad científica

El uso de mascarillas, al menos en espacios cerrados, no tiene tiempo de caducidad, por lo que toma el carácter de urgente que la comunidad científica busque una alternativa de cubrebocas segura que no signifique una dificultad añadida para las personas con discapacidad auditiva.

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