El equipo de refugiados que luchan en Tokio Deporte por Marco Uribe - 29 julio, 20214 agosto, 20210 Tokio 2020 ya está en marcha. Grandes momentos se esperan en los juegos olímpicos de verano que comenzaron con grandes atletas diciendo presente en esta edición que tuvo una serie de inconvenientes tras su realización. Sin dudas uno de los equipos que más llama la atención es el equipo de refugiados, compuesto por deportistas que, por diferentes razones, se vieron obligados a buscar rumbos lejos de su país y que en Japón buscarán hacer historia. Para la ONU un refugiado es aquella persona que, por motivos de violencia, persecución o guerra, se ha visto obligado a abandonar su país. En el sitio oficial de las olimpiadas, señalan que esa definición se encuentra la base del equipo quienes “son un símbolo de esperanza para los refugiados de todo el mundo y sirve para aumentar el conocimiento y la atención mundial sobre la magnitud de la crisis internacional de los refugiados. El comienzo del equipo La primera aparición de este equipo fue en Rio 2016, donde en primer lugar se comenzó con una larga lista de 43 potenciales atletas, todos con el estatus de refugiados por la ONU. Finalmente, fueron 10 los deportistas que se presentaron en Brasil. Un año antes se acordó la creación del grupo para apoyar y ayudar a las promesas del atletismo que podrían verse afectados por la crisis humanitaria que afecta a diversos países. En esta edición serán 29 atletas de diferentes naciones quienes competirán bajo la bandera del equipo de refugiados del Comité Olímpico Internacional. De esos 10 atletas de Rio 2016, dos lograron avanzar de ronda en sus disciplinas. El judoka Popole Misenga se metió en los octavos de final en su categoría menos de 90 kilos. Mientras que la nadadora Yusra Mardini ganó su serie en los 100 metros mariposa. El presente de los deportistas Esos atletas continúan entrenando bajo el amparo del COI, de hecho, muchos de ellos se financian con becas que la misma organización otorgó tras el éxito de las presentaciones en Rio 2016. En ese sentido, Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, dio un mensaje de apoyo a los atletas donde menciona que “estos inspiradores jóvenes han superado inmensos desafíos, desplazamientos forzados e importantes contratiempos para, en el escenario olímpico, ser ejemplo de la esperanza y las aspiraciones de los más de 82 millones de personas desplazadas por la fuerza en el mundo”. Como preparación a estos juegos olímpicos, el COI apoyó a 56 atletas con financiamiento para sus disciplinas, esa lista se redujo a los mencionados 29 deportistas, quienes provienen en su mayoría de Siria, uno de los países más azotado por la crisis humanitaria, 9 atletas sirios dirán presente en Tokio. Países como Sudán del Sur, Afganistán, Eritrea, Irak, Camerún y Venezuela también cuentan con atletas dentro del equipo. En esa misma línea y cuando los ojos del mundo se posaban en la inauguración de Tokio 2020, el presidente del COI, Thomas Bach, tuvo un momento para hablarles a los deportistas refugiados, a quienes les dijo que “con su talento y espíritu humano demuestran el enriquecimiento que suponen las personas refugiadas para la sociedad”, añadiendo que “han tenido que huir de sus hogares por violencia, hambre o simplemente por ser diferentes. Hoy, les damos la bienvenida con los brazos abiertos y les ofrecemos un hogar tranquilo. Les damos la bienvenida a nuestra comunidad olímpica”, cerró Uno de los últimos atletas en obtener la beca del COI fue el atleta James Nyang Chiengjek. Originario de Sudán del Sur, tuvo que lidiar con la inestabilidad de su país, entre la guerra y los constantes secuestros de personas se vio obligado a huir a Kenia. James ya integró el equipo de refugiados en Rio, luego de ser descubierto por veedores de una escuela keniata a la que acuden grandes promesas del maratón. Tras su participación el fondista en una entrevista para el sitio de la ONU señaló que “sabrán que hay una oportunidad. Cuando haces algo, debes hacerlo con todo tu corazón y sabiendo que la puerta se abrirá algún día. Esperamos que, en el futuro, muchas otras personas refugiadas tengan también este tipo de oportunidades”. Sin dudas, la participación de estos atletas es más que meritoria por su actualidad deportiva. Más allá de la bandera que representen, la vinculación con su país yace en sus corazones y, de seguro, piensan en su gente a la hora de representar al equipo de refugiados. La labor social, humanitaria y deportiva de la Organización de las Naciones Unidas y el Comité Olímpico Internacional marcaron un precedente en Rio 2016, seguirán haciendo historia en Tokio 2020 pues será la primera vez que el equipo de refugiados participe de los juegos paralímpicos que suceden una vez terminados los juegos regulares. Sin dudas, una iniciativa necesaria para dar esperanza y fe a miles de personas que atraviesan complicados momentos en sus países de origen.