La vocación de trabajar gratis: la Medicina Veterinaria y el erróneo concepto que se tiene de ella

La estudiante de Medicina Veterinaria de la Universidad de Chile, María José Cofré Fuentes, tiene un diagnóstico de ansiedad donde, a raíz de situaciones específicas, enfrenta diversos episodios. Muchas veces, su condición se vio empeorada por la constante presión en redes sociales que ejercían sus seguidores de Instagram al hablarle solo por consultas médicas. Pero el gran problema no era la supuesta preocupación de potenciales clientes con sus mascotas, sino que la mayoría recurría a ella cuando la salud del animal era paupérrima.

“A mí me hablaban demasiado para pedirme casos clínicos, y al principio lo que hacía era contestar calmadamente y escucharlos. Pero después eran como 10 casos al día y tuve que sacar de mi perfil que estudiaba Medicina Veterinaria”, explica la estudiante.  Y es que la joven es popular en redes sociales debido a que realiza cosplay de personajes de anime, por lo que es ampliamente conocido para sus seguidores lo que está estudiando. Sin embargo, manifiesta que mantener público ese dato era “demasiada carga, porque se ‘dateaban’ para ir a hablarme sin seguirme, así que ahora solo leo y les digo que vayan a la veterinaria”, comenta.

Y es que específicamente en nuestro país, la profesión se encuentra profundamente precarizada. Según lo expone Cofré, la legislación respecto a esta rama de la medicina es reciente, pues “si bien antes era una carrera del área de la salud, no teníamos seguro, ni la certeza de que en una situación de emergencia pudiéramos hacer algo”, asegura, haciendo alusión al previo conocimiento del cuerpo humano que poseen para, posteriormente, avocarse a su especialidad.

La poca cultura existente en Chile respecto a esta profesión da pie a que se cometan un sinfín de injusticias con los médicos y médicas veterinarias. De hecho, son variadas las experiencias de profesionales amedrentados por redes sociales tanto por no querer atender gratis a una mascota, como porque estos mueren en consulta, responsabilizando de lleno al experto en la materia, sin ser consciente de que las mascotas domésticas requieren del mismo cuidado y atención que cualquier miembro de la familia.

Consulta médica de rutina. Imagen extraída del sitio oficial de la Universidad Santo Tomás.

Bajo la lupa del estrés laboral constante

La también estudiante de Medicina Veterinaria de la Universidad de Chile, Amanda Briones Sambuceti, indica que hay una forma legal de defenderse de las “funas” o ataques por redes sociales para hacer frente a los perjuicios que esto pueda ocasionar. Al respecto, explica que: “A través de los documentos de atención y hospitalización, en caso de haber, se puede determinar desde hace cuánto tiempo el animal tenía los síntomas y cómo estaba al momento de llegar a la consulta médica”.

De esta forma, pueden validar que los medicamentos recetados eran los correctos y, en casos extremos, comprobar que la muerte de la mascota no fue por negligencia médica sino debido a la irresponsabilidad de sus dueños. Y es que la situación que describen ambas estudiantes de la Universidad de Chile es un factor que influiría profundamente en la conducta de muchos médicos veterinarios, debido al estrés constante que les significa enfrentarse a personas que les exigen trabajar por amor a los animales.

De hecho, una encuesta online realizada en 2014 a 10.000 practicantes de veterinaria por el Centro de Control de Enfermedades, dio cuenta de que uno de cada seis veterinarios estadounidenses habría considerado el suicidio. Ello porque en comparación al resto de la población, son muy propensos a sufrir depresión, soledad extrema u otros desórdenes psiquiátricos.

Esterilización a perro. Imagen extraída del sitio oficial de la Universidad de Guadalajara. 

La psicóloga Orietta Lucero, manifiesta que estas sensaciones son más normales de lo que parecen, porque la insatisfacción laboral a la que muchos veterinarios se ven expuestos puede desencadenar, fácilmente, una depresión. “Cada persona tiene su propia historia de vida por lo que influye, por ejemplo, el esfuerzo que hizo para estudiar, las expectativas que se hizo de su futuro, el contexto actual que vive y, por supuesto, sus propias características de personalidad”, explica.

En ese sentido, no es difícil imaginar que la constante desvalorización de su trabajo y la poca ayuda estatal que reciben los profesionales para desarrollarse en un ambiente sano, son “factores que intervienen y pueden hacer que esa insatisfacción laboral termine en una profunda depresión que lleve al suicidio”, sostiene.

Ante ello se hace sumamente necesario mejorar la educación de la comunidad respecto a la Medicina Veterinaria, además de que el Estado pueda encargarse de regular tal profesión. Cofré enfatiza en que no existen campañas informativas sobre la importancia que tienen los y las médicas cuando se trata de controlar enfermedades provenientes de animales, o vigilar que éstas no entren por las fronteras. Es por ello que ambas estudiantes ven con ilusión los nuevos procesos políticos, los cuales podrían reivindicar la trascendencia de la carrera, desprivatizando los servicios médicos y creando sistemas públicos a los que las personas puedan acceder para tratar a sus mascotas.

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