Pobreza infantil: Los inconvenientes para diagnosticar la situación en Chile

Entre la incertidumbre de la situación económica y pandémica, la pobreza infantil refleja en sus cifras un descuido en las mediciones, la salud y la poca ambición de mejorar en este apartado.

En medio de la pandemia por COVID-19 y todas las consecuencias que el virus ha traído en el mundo y, sobre todo, al país, uno de los factores que más preocupación genera en varios sectores es la que están viviendo los niños y niñas a lo largo de Chile. Sin ir más lejos, varios sectores han mostrado su preocupación ante las mediciones que realizan las instituciones sobre la realidad de los menores de edad. Ante este panorama, el Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales ha emitido un informe que expone en cifras la actualidad de los niños y su situación pobreza. En el documento se señalan dos aspectos de distinción a la hora de calificar la vulnerabilidad, una es la monetaria, donde se miden los ingresos de las familias; mientras que otra es una multidimensional que incluye una serie de parámetros donde los niños y niñas se desarrollan.

La base de esta discusión radica principalmente en la importancia de medir el contexto actual para contribuir a la eliminación de la misma, lamentablemente, los problemas para trabajar en la pobreza infantil comienzan al momento de querer realizar mediciones concretas de los diversos factores que envuelven a este problema social. Para UNICEF, la correcta medición y análisis permite que los países sean capaces de diseñar políticas públicas que busquen y logren eliminar la pobreza infantil y monitorear su impacto. A pesar de esto, la situación nacional dista de tener un sistema de medición capaz de obtener estos datos, sin ir más lejos, actualmente el sistema para cuantificar la situación de los mejores de edad es a través de la encuesta de caracterización socioeconómica (CASEN).

Cifras de UNICEF señalan que debido a la pandemia, serán 86 millones de niños entrando a la línea de la pobreza infantil Imagen: mppn.org.

La realidad de las mediciones en Chile

Lo importante en estas mediciones es “tener en cuenta que la pobreza infantil es diferente a la adulta, debido a las Lo importante en estas mediciones es “tener en cuenta que la pobreza infantil es diferente a la adulta, debido a las diferentes necesidades que presentan los niños en comparación a los adultos”, señala el economista Álvaro Silva, quien también apunta a las metas de desarrollo sustentable que entrega las Naciones Unidas, ahí se establecen las dos mediciones de necesidades en niños, una monetaria y otra multidimensional. «Esos índices van por dos líneas diferentes en cuanto a la operabilidad, ya que, mientras que la primera se construye utilizando la canasta básica de alimentos y la canasta básica de bienes y servicios no alimentarios, generando así la línea de la pobreza y pobreza extrema; la segunda busca identificar hogares en donde ciertas necesidades trascendentales para el desarrollo de las personas y, sobre todo niños y niñas, no se ven cubiertas independiente del ingreso monetario. Entre esas se encuentran educación, condiciones de la vivienda y salud».

Y es que el impacto de, por ejemplo, una malnutrición en infantes está asociado a su desarrollo psicomotriz, cognitivo y físico. Así comenta Javiera Norambuena, nutricionista de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, dando el ejemplo que El 19,9% de los niños pertenecientes al primer decil, de menores ingresos, presenta problemas de malnutrición, mientras que, en el décimo decil, de mayores ingresos, este porcentaje es 8,6%. Esto desencadena en niños que no tienen la voluntad de escoger qué comer, cómo prepararlo, o a qué hora ingerir alimentos dada su edad (menores a 6 años), presentando los mayores porcentajes de malnutrición, lo que puede ser entendido como una violación a sus derechos humanos.

Respecto a ese último apartado, la problemática en las mediciones está presente mundialmente, es complejo establecer un parámetro de estudio que englobe a niños y niñas de diferentes latitudes, de ahí en más que cada región genere sus estándares de medición según su realidad. Por ejemplo, Constanza Coletti, socióloga de la Universidad de Concepción, señala que, en diversos países de África y Medio Oriente, las mediciones contemplan mutilaciones genitales en niñas y adolescentes. Problemáticas que son delicadas y que significan un atropello a los derechos humanos que organizaciones mundiales acordaron proteger. En el caso nacional, no se ven tales negligencias y por lo tanto no es necesario incluir dichas mediciones. Dentro del análisis se contemplan cinco aristas que son: educación, salud, trabajo y seguridad social, vivienda y entorno, y por último redes y cohesión social.

El año pasado se creó el nuevo Servicio de Protección Especializada, con el que se espera dejar de lado la nefasta imagen que dejó el SENAME, marcando la vida de miles niños y niñas a lo largo del país.  Imagen: El Rancagüino.

El SENAME y sus negativos casos

Para la experta en políticas públicas, Luna Bratti, enfocarse en los ingresos para realizar estas mediciones es insuficiente para recorrer el camino, debido a que, como se mencionaba anteriormente los niños y niñas tienen diferentes necesidades respecto a un adulto. La también investigadora señala que «son importante dos cosas, lo primero es entender y reconocer que hacer una encuesta para niños es propiamente cara, pero con los sistemas actuales, como la CASEN, actualmente se puede elaborar un registro de menores en situación de pobreza, pero no hay un informe que detalle puntualmente la situación detrás de esos números”. Y es que hoy en día no existe una institución que se encargue de elaborar un informe anual sobre estas mediciones, no hay un documento que relate cuantos niños componen el catastro. Ahora bien, es necesario considerar que también debería confeccionarse una encuesta nacional sobre la situación de pobreza en los menores, puesto que es un tema que debe trataste y tener índices anuales, dado que la CASEN no es entrega resúmenes anuales. Para Bratti, la situación se agrava respecto a la situación del servicio nacional de menores. “Algo que me parece impresionante es la situación del SENAME, porque incluso en estas instancias esos niños son dejados de lado, porque se tratan como situaciones separadas, en las mediciones no consideran a los niños de esos centros como pobres, aún cuando es de conocimiento público la situación que se vive dentro”, concluyó.

Según el informe OCEC, los pueblos originarios junto con la región de la Araucanía, del Ñuble y de Coquimbo mantienen los niveles más altos de pobreza infantil. Imagen: La Tercera.

En búsqueda de esa cohesión social que permita obtener datos más fidedignos y que desemboquen en una mejora sustancial en los infantes del país, se piensa en las reformas necesarias de los apartados que velan por el cuidado de los menores, así lo cree la antropóloga Paula Cortez. “Las sensaciones son pésimas, hoy en día existen grandes falencias en niños y niñas. Basta con ver el caso de ciertas instituciones a cargo de estos, como el SENAME, desde mi perspectiva creo que deberían abolirse, puesto que llevan años con malas prácticas, robo de dinero, extravío de menores”. Y es que el gasto fiscal que conlleva la mantención de estos centros hace pensar que el sistema funciona, lamentablemente, la realidad dista mucho de aquello. Córtez, considera que “El mecanismo optimo debería basarse en gran parte en un trabajo de campo transversal, que no se quede solo en las ciudades ya que hay muchos infantes abandonados a lo largo de este país, casos en lugares recónditos que no logran llegar al ojo público. Con opiniones directa de niños y jóvenes, terminar con este adultocentrismo, son los niños quienes tienen carencia y de seguro que ellos y ellas lo perciben distinto”.

A esos dichos, se debería sumar la visión un tanto paternalista que se vive en el país, en donde es el estado quien entrega responsabilidades a las familias. En palabras de los profesionales consultados, se deja ver que en Chile hay un sistema familista, son los gobiernos quienes históricamente le han dado mucha responsabilidad a las familias, donde estas tienen que hacerse cargo muchas veces de necesidades muy básicas como la salud y la educación. Se ve desde un punto de vista muy lucrativo donde todas esas cargas pasan al jefe o jefa del hogar y esto hace que los niños y niñas tengan una sensación de explotación desde sus primeros años. En ese sentido, los infantes tienen que hacerse cargo con cubrir necesidades básicas, es sabido que el estado no podrá cubrirlas todas

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