Saga Millenium 1: un libro para llorar, sufrir y amar

Los hombres que no amaban a las mujeres es una obra de casi 700 páginas, pero escrito como si tuviese apenas 100. Enganchas a la primera lectura y lo haces con las pasiones de la adolescencia: no duermes, no comes, y no puedes pensar en nada más que no sea el texto escrito por un sueco que dejó inconclusa una saga maravillosa. Aunque ese ya es tema para otra reseña.

Stieg Larsson, periodista y escritor que saltó a la fama tras el primero de seis libros de la saga Millenium, nos presenta una obra difícil y aguda que cruza datos informativos sobre los casos de violencia de género en Suecia, a través de una historia que sobrepasa la imaginación y nos hace sentir que perfectamente estamos leyendo una historia biográfica sobre dos casos tan turbios que parecen de terror.

La novela negra se mueve en dos atmósferas que se entremezclan: un fraude financiero y la desaparición de una adolescente en una familia rica. En ambos espacios se desenvuelven los dos protagonistas: Mikael Blomkvist y Lisbeth Salander, el primero periodista de investigación, y la segunda, una investigadora privada con una pinta anarco-punk que entrega las pistas de por qué los hombres no aman a las mujeres. ¿La razón?, probablemente porque las odian.

Y es que si bien el nombre ya puede dar ciertos matices de qué tratará el documento, en la práctica quien lee se queda con la boca abierta. El detallismo de sus escenarios, los diálogos tan reales y petrificantes y la manera extremista en la que Larsson da forma a la realidad nos tiene en todo momento con el corazón en la mano. La novela cuenta exactamente eso: el abuso de poder entre las relaciones hombre-mujer, donde ellas no son más que carne que satisface los placeres de ellos.

Lisbeth Salander, caracterizada por Rooney Mara en La Chica del Dragón Tatuado, dirigida por David Fincher. Imagen extraída de Sensacine.com

Pero tal y como lo diría Virgiene Despentes en Teoría King Kong, ningún acto de violencia -por descomunal y doloroso que parezca- está justificado en la misoginia y en la propia condición de los hombres como abusadores: “Imagino que después, ninguno de esos tres tipos se identifica como violador. Puesto que lo que han hecho es otra cosa”. 

Despentes resume en dos líneas y, casi a la perfección, lo que retrata intencionalmente o no Stieg Larsson en su libro. Por lo mismo es difícil de leer: su crudeza y la manera en que corta el aliento. La historia totalmente de ficción, pero con una extraña sensación de realidad. Leer la primera de las obras del periodista sueco es entrar por una puerta sórdida y desconocida con las pasiones juveniles de los quince años: de corrido, sin respirar, riendo y llorando a la vez, y con uno que otro ataque ansioso por no saber qué pasará con nuestros protagonistas. Y tirándonos del pelo, preguntándonos cómo la ficción y la realidad a veces parecen la misma cosa.

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