El veto presidencial y la justificada ira del profesorado

La falta de respeto hacia la labor de los profesores es innegable.  Han trabajado horas tras horas, incluso sacrificando su tiempo fuera de las aulas y pareciera que cualquier modificación a su favor se convierte en su peor pesadilla. Tan solo cabe recordar cuando se anunció la “jornada completa”, que según muchos “expertos”, pretendía evitar el cansancio de estudiantes y profesores, ya que con esta no existía la necesidad de enviar tareas. Este es, claramente, uno de los tantos fallidos proyectos enviados en “pro” de las necesidades de los docentes, quienes se sienten atropellados por su trabajo.

La pandemia requirió un sacrificio por parte de los profesores; muchos de ellos sin sustento económico -debido a los malos sueldos- para comprar parte de los equipos y así realizar clases de manera remota. Pese a aquello, muchos se atrevieron a dar clases a los estudiantes en sus propios hogares, sin importar el clima o el lugar, puesto que su vocación fue más fuerte. Sin embargo, para el gobierno y parte de la ciudadanía, esto está invisibilizado. 

El veto presidencial que fue anunciado el seis de octubre, sobre el proyecto que modificó la ley n°19.070, fue mal recibido por el profesorado, ya que este proyecto ya había sido trabajado desde 2018, tramitado y aprobado. Entre las aristas que contemplaba el texto, estaba la modificación del estatuto, la titularidad docente y la consagración de manera oficial de las vacaciones de invierno, las cuales fueron vetadas por el Presidente Sebastián Piñera, desencadenando nuevas manifestaciones en contra del mandatario, justamente cerca del segundo aniversario del 18 de octubre.

Al parecer este veto no es tan complejo como parece, ya que a juicio de Gerardo Vergara, jefe de UTP del Liceo José Miguel Carrera de Recoleta y profesor en la Escuela Mercedes Fontecilla de Quilicura, este no necesita sustento económico real por parte del Estado. “Este significaba para el gobierno un recurso económico que les fuera a afectar al bolsillo, ya que para la billetera estatal no está establecido que haya más gasto con las peticiones que estamos haciendo y que el congreso aceptó por parte de nosotros y por ende hoy día debería ser ley, por lo tanto  los profesores hoy estamos, no sé si enojados, pero muy decepcionados de este gobierno más de lo que ya estábamos”, sentenció.

Hérex Vega, presidente del Colegio de Profesores de la Región de Ñuble relata la complicada situación que viven los profesores por el veto: “Por esencia rechazamos profundamente el veto presidencial del gobierno de Sebastián Piñera, puesto que se estarían perdiendo derechos adquiridos por el profesorado, por ejemplo, las vacaciones de invierno, con este veto se estaría impidiendo mejorar las condiciones laborales y la titularidad de los que faltan, el derecho a negociar. Leyes que ya estaban votadas y aprobadas en el Congreso, aunque se haya ganado algo sobre el agobio, pero es insuficiente” sentenció.

Una de las exigencias que aún no se resuelve por completo es la cantidad de alumnos por sala, que en el sistema público puede alcanzar los 40. Fotografía: El Confidencial.

Deudas y más deudas

La denominada deuda histórica es otro punto de quiebre en la larga historia de desprecio hacia los docentes en nuestro país, que según los antecedentes manejados por el Colegio de Profesores, comenzó paralelamente con la municipalización -la cual va en proceso de retiro- en 1981. En aquella ocasión, se  comprometió un pago de una asignación especial, bajo la ley 3.551. Sin embargo, este acuerdo fue incumplido durante el periodo de la dictadura de Augusto Pinochet, que, a pesar de que en 1990 fue derrotada en las urnas, no se reconoció esta falla hacia los profesores hasta 2008, pero muchos profesores -la gran mayoría jubilados- han muerto esperando soluciones que no han llegado. 

Pero no se puede hablar de deudas sin un salario digno: otra arista en la que algunos profesionales de la educación están completamente de acuerdo, ya que el sueldo no se compara con las exigencias. El profesor de excelencia Gerardo Vergara asimila de forma compleja el escenario: “Hemos tenido que sacar y exigir tres leyes hasta este momento para poder darle titularidad a los profesores que llevaban más de una década trabajando en las escuelas. Además con las famosas extensiones horarias que los profesores están contratados por 30 y le dan 14 más para poder hacer su trabajo año a año y estamos a disposición de los directores si las quieren dar o no. Es un desmedro económico grande para los docentes que estamos hoy día reclamando”.

Algunos profesores debieron explorar su propio bolsillo para las clases en línea, ante la falta de recursos. Fotografía: BBC.

Tamara Vera, profesora del Liceo Bicentenario de Cerro Navia sacó cuentas de lo pagado y no deja de encontrarlo insuficiente, dado el trabajo fuera del aula: “También está el tema de la remuneración, que ya es sabido que es baja. El valor por hora de un profesor es 15.000 bruto, la hora. Y por ejemplo mi contrato es de 44 horas a la semana. Entonces yo podía calcular 44×15.000 y sacar mi sueldo ‘semanal’ pero no, al final esas 44 horas a pesar de que las trabajo semanalmente, hago mucho más” afirmó, agregando que para poder conseguir una mejora de sueldo debe ser evaluada y calificada como “buena profesora”.

Estos temas recobraron su relevancia por el veto de Piñera, ya que, en vez de reconocer el acuerdo entre diputados, senadores y docentes, tomó este trabajo y lo lanzó por la borda, obligando a los profesores a nuevamente salir a las calles en pro de sus derechos laborales, que no se encuentran garantizados. Beningna Missene, profesora del Liceo Bicentenario Marta Brunet de Chillán, también considera un fuerte golpe que esto justo ocurriera tras dar por terminado el Estado de Excepción: “Es una burla, estuvimos trabajando 24/7, haciendo malabares para que los estudiantes respondan y creo que fue el peor momento para haber realizado esa acción, considerando, además, que ya le queda tan poco a Piñera para irse que esté haciendo estas ‘pavadas’”, declaró. 

Si observamos solo un poco más atrás, durante el periodo de la pandemia, los profesores se vieron obligados a trabajar en condiciones infrahumanas. Tamara también nos cuenta que para ella fue muy difícil en lo económico y en lo mental: “El servicio local no me entregó ningún insumo, internet, computador, nada, para desarrollar mis clases tuve que acomodarme con mis propios recursos, con mi internet, etc. Asimismo, tuve que entregar mi número personal para trabajar, lo que implicó contestar mensajes de estudiantes y apoderados hasta altas horas de la noche o los fines de semana, no teniendo un descanso mental. Muchas cosas que el profesor hace por voluntariedad después son exigidas y ahí se comienza a cuestionar, erróneamente, sobre la vocación del profesor”, aseveró.

Parte del profesorado, que no puede conseguir mejores contratos, dependen de cada peso para sobrevivir. Fotografía: Erreius.

Sin ayuda y con exigencia

Uno de los reclamos que más ha sonado durante las últimas manifestaciones, se repitió por parte de Carlos Díaz, el máximo representante del Colegio de Profesores, quien exige la destitución de la máxima autoridad del país, Sebastián Piñera: “Él no tiene altura moral, para seguir en su mandato y por eso se llamó a la marcha, porque como profesores, profesoras y estudiantes no vamos a parar nuestras movilizaciones hasta que deje el cargo como Presidente”. 

Y ahí es cuando se cae en la cuenta de la exigencia que le ponemos encima a los profesores, mientras para que para los candidatos no existen mayores requisitos para postularse a cargos públicos, los docentes, según Gerardo, deben estar capacitándose para siempre: “Nosotros creemos que somos una de las pocas profesiones que nos estamos evaluando cada cuatro años permanentemente además de las evaluaciones de parte de los directores cada año, profesionales somos y se nos trata como técnicos, donde nos tienen que decir poco menos lo que tenemos que hacer y eso para nosotros en una falta de respeto”. 

Tal aseveración coincide con la visión de Tamara, pues añade que es por esto que siguen luchando por la titularidad docente: “nos pueden tener bajo la modalidad de ‘a contrata año tras año’ quiere decir que siempre está esa inseguridad de si el otro año tendré trabajo o no. A diferencia de otros trabajos que, ya al tercer contrato pasaba a tenerlo indefinidamente, la única forma que existía para pasar a ser titular es a través de un concurso público que las municipalidades nunca efectuaban. Y cuando sí se hacía, la cantidad de profesores que pasaban a titulares era mínima”.  Algo en lo que también están de acuerdo todos los entrevistados.

Observar que nuevamente ocurran estas situaciones es engorroso, considerando que los profesores son parte tan importante de nuestra educación primaria y secundaria, y que a pesar de todo esto, estén dispuestos a enseñar nos enseña que en el fondo la cuestionada vocación de profesor debería ser tratada como tal. Ellos no viven de abrazos, sino como todo en esta vida también necesitan pagar sus cuentas y, ante todo, estabilidad.

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