¿Quién falla en los debates presidenciales?

Durante los últimos meses, los presidenciales han tenido distintas instancias para argumentar si merecen o no llegar a la Moneda. En estas, ningún candidato logra posicionarse como el claro vencedor del evento.

Los debates presidenciales se han instaurado como una tradición del proceso eleccionario en todo el mundo. La importancia que pueden tener estas discusiones ha llevado a que cada vez se realicen con más frecuencia y que lleguen a una mayor parte de la población.

Usualmente, un candidato logra resaltar, siendo admirado por su capacidad discursiva y por la calidad de sus ideas, posicionándose como la principal opción presidenciable, pero cada vez, estamos más lejanos a ello. Es difícil elegir un ganador cuando todos los participantes han tenido un rendimiento tan deplorable en los debates.

Más allá de quién podría ser más afín a nuestros ideales, solo se logran ver intervenciones y respuestas vacías, lo que no es solo una falta de respeto para el debate como formato de discusión, sino además para el electorado.

No es cuestionable solo el rol de los candidatos, también lo es el de los medios y equipos de periodistas detrás de estos espacios de diálogo. Más que crear una instancia de discusión, han generado rondas de preguntas, muchas de las cuales no abordan grandes problemáticas que se viven día a día en nuestro país. 

Dos años después de un estallido social que evidenció situaciones de desigualdad, corrupción y malestar social, es increíble que siempre se planteen las mismas preguntas sobre temas tendenciosos. Si bien la situación en la Araucanía, la inflación y las pensiones son los principales temas de preocupación, no son los únicos. Poco se habla sobre las zonas de sacrificio, protección a la infancia o sobre propuestas concretas para eliminar o disminuir la brecha de género o solucionar el acceso a la vivienda y la calidad de esta.

Estos espacios de debate deberían permitir una discusión más completa, no con tiempos de un minuto y medio por intervención, en los que los moderadores absorben parte de este o segmentos de diez minutos que solo permiten que estos temas se sigan banalizando. 

Es comprensible que por la cantidad de candidatos se deba generar un formato que permita la palabra de todos, pero ¿por qué no realizar debates temáticos?, ¿o aumentar el tiempo de estos?. La labor principal de estas instancias es generar diálogo, debatir ideas y propuestas, e informar, pero tanto el horario como el formato de estas discusiones no permiten que se transmita la información de forma óptima y a todo el electorado.

Parece ser que ni los medios ni los candidatos saben lo qué es un debate.

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