El refugio más inhóspito: La calle

La calle está llena de historias, de injusticia y crueldad. A veces es necesario detenerse, observar y escuchar para comprender el mundo que nos rodea. Las personas son parte de ese mundo, de la calle. Hay quienes viven ahí y se sienten dueños de esta y hay quienes son simples huéspedes alojados en contra de su voluntad.

Generalmente, en las grandes ciudades, las personas pasan sin mirar a su alrededor, empeñadas en cumplir el propósito con el que salieron de casa y tratando de encajar en una sociedad cada vez más congestionada o absurda, para algunos. En ese tránsito, más de alguno de nosotros nos hemos encontrado con aquellas personas a las que poco se les toma en cuenta; nos piden una moneda, nos cuentan una historia, nos venden algún tipo de baratija, nos cantan, nos asustan o algunos nos hacen reír. Siempre están ahí, viviendo o sobreviviendo. Comparten nuestras mismas calles, nuestro mismo cielo y nuestro mismo mundo. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar el por qué están ahí, qué es lo que han vivido, cuales son sus carencias y cuál ha sido la cuota de suerte que nosotros tuvimos y ellos no. Las personas en situación de calle.

Es difícil resumir o dar cuenta de cuales son las razones que llevan a alguien a vivir en la calle. Es fácil encasillarlos como drogadictos o alcohólicos o sentenciarlos a ser malas personas. Pero la realidad es muchos más cruda de lo que pensamos y para la gran mayoría es más fácil ignorarlo o asumir que nuestros privilegios son una generalidad. Al respecto, pudimos conversar con don Mariano Espina, un hombre de 57 años que frecuenta las calles del sector Collao de Concepción, que nos cuenta que él no vive de esta forma por algún tipo de adicción, sino que “por ambicioso y egoísta”.

Crudos relatos

Su relato se remonta a dos años atrás, cuando tenia una vida llena de lujos, o eso quería creer él. “Yo estudié en un colegio privado, perdí a mis padres en la enseñanza media, por lo que ya mayor de edad me tuve que poner a trabajar. Me estaba yendo super bien, era chofer de una empresa de transportes. Me pasó que yo veía a mis compañeros del colegio todos con plata y estudios. Yo quería ser como ellos. Me endeudé para comprarme un auto y cosas caras hasta que ya no di más con lo que debía. Pagué mis deudas porque yo no soy un ladrón y quedé sin nada. A veces ofrezco trabajos como cortar el pasto, pintar rejas o ese tipo de cosas, pero ya la salud no me acompaña y a la gente no les gusta que me acerque, por mi aspecto”.

Persona en situación de calle pidiendo limosna. Imagen obtenida del sitio web de Diario La Tribuna.

Un relato similar nos entrega Susana, una mujer de unos 40 años que habita a las afueras del Terminal Rodoviario de Los Ángeles: “Yo vivo aquí pidiendo plata porque tuve que arrancar de mi marido. Él me pegaba y cuando lo denuncié me echó de la casa. La justicia no ha hecho nada por mí y no tengo cómo irme a mi casa (en el norte). A veces vuelvo donde él, pero al poco tiempo tengo que escapar de nuevo por los constantes maltratos, me da miedo pedir ayuda así que me quedo por aquí juntando chauchas para comer y ver si algún día me alcanza para un pasaje”. De esta historia lamentablemente no conocemos más detalles, pero Susana es firme en aclarar que nunca ha consumido ningún tipo de drogas y lo que la invade es el miedo, ya no confía en nadie porque cuando pidió ayuda “todo el mundo me dio la espalda, todo es trámite y mientras eso se resuelve no tengo donde dormir”.

Necesidad de apoyo

A pesar de estar conscientes de que las drogas y el alcohol no son las únicas causas de terminar viviendo en situación de calle, si debemos reconocer que gran parte de estas personas padece, o padeció, algún tipo de adicción. Así lo describe Pamela Mujica, miembro del área de Derechos Humanos y Situación de calle de la Fundación Gente de la Calle: “La gran mayoría de personas con las que tratamos han consumido o consumen drogas. El punto en el que nos centramos nosotros es descubrir las causas que los llevan a la situación en la que viven. Muchas veces estas personas consumen algún tipo de sustancia para alejarse de la realidad. Casos de abandono, grandes pérdidas, entornos disfuncionales, maltratos y un largo etcétera desembocan en lo mismo; falta de una red de apoyo que les permita salir del hoyo o darse cuenta de que no van por buen camino”.

En resumen, el llamado de atención que se hace, tanto a la ciudadanía como a las autoridades, es el de dejar de lado los estereotipos sociales que obligan a las personas a calzar dentro de un estilo de vida que, por distintos motivos, no es asequible para todos. Dejar de lado las miradas reacias, escuchar de vez en cuando, no sentirse más valioso que nadie son los primeros pasos para generar una integración. “El tema de la reinserción social es bastante complejo, nosotros como clínica de rehabilitación Vuelvo a Vivir estamos conscientes de que tratamos a personas que provienen de hogares con el poder adquisitivo de costear un tratamiento, además, por supuesto, del apoyo para dar el primer paso. Sin embargo, no todas las personas tienen esa posibilidad y es por eso que hemos puesto nuestros conocimientos a disposición de distintas organizaciones locales que buscan que las personas tengan la posibilidad de comenzar una nueva vida”. Estas fueron las palabras de Nicole, encargada de comunicaciones de la clínica de rehabilitación Vuelvo a Vivir de la ciudad de Los Ángeles, centro médico especializado en la reinserción social de personas con problemas de adicción a las drogas.

Cifras y pandemia

Según cifras de la seremi de Desarrollo Social y Familia, en junio de 2021 se registran cerca de 1.370 casos de personas viviendo en situación de calle, concentradas principalmente en las comunas de Concepción, Talcahuano y Los Ángeles. Esta cifra no ha variado mucho en los últimos años, situación que mantiene en alerta a las autoridades, puesto que, si bien los números no suben, tampoco se ha detectado una disminución. En una entrevista con la revista Nos, el secretario regional ministerial Alberto Moraga destaca que la cifra antes mencionada se pudo obtener gracias a la colaboración de diversos municipios de la región. No obstante, aclara, existe una “cifra negra” de personas a las cuales no se ha podido tener acceso y no forman parte de este catastro. Por lo anterior, se estima que existe mucha más gente sin hogar que no ha podido acceder a las distintas ayudas que brinda el Gobierno y otras organizaciones dedicadas a disminuir esta tasa.

Personal de la seremi y Carabines entregando merienda a persona en situacion de calle. Imagen obtenida de Revistanos.cl

Además, Moraga afirma que su cartera despliega anualmente tres tipos de ayuda: una permanente, una transitoria y la oferta de emergencia, que opera en Los Ángeles cuando hay temperaturas bajo cero, o bajo 5 con lluvia. En total, la seremi de Desarrollo Social y Familia pone a disposición 16 albergues, 4 rutas médicas y 15 rutas sociales a lo largo de la región. Lo anterior, destaca, es posible gracias a la colaboración de entidades públicas, privadas y eclesiásticas, lo cual ha permitido ayudar a cerca de 500 personas diarias.Sumado a esto, está la actual pandemia que sufre tanto nuestro país como el mundo, en donde quienes no tienen para cubrir sus necesidades básicas día a día difícilmente podrán asumir los cuidados específicos que exige el coronavirus.

Respondiendo a la problemática anterior, fue el Hogar de Cristo quien tomó cartas en el asunto y puso a disposición, con la colaboración de fondos públicos, una serie de hospederías y residencias que le permitió a los usuarios respetar el toque de queda y, de ser necesario, las cuarentenas exigidas por la autoridad sanitaria. En el mismo articulo mencionado anteriormente de la revista Nos, la jefa de Operación Social Territorial del Hogar de Cristo, Daniela Sánchez, destaca que durante el 2020 no tuvieron ningún inconveniente en relación con los contagios. Sin embargo, en el 2021, tuvieron un importante brote de 17 infectados a uno de sus centros de hospedaje que, según relata, pudieron sobrellevar de forma exitosa.

En conclusión, quienes trabajan y luchan diariamente por apoyar a las personas en situación de calle no exigen más dinero ni bienes materiales, sino algo que va más allá: respeto. Según las voces consultadas en este reportaje lo que les causa más dolor a quienes no tienen un techo sobre sus cabezas no es el hecho de no tener nada, sino el de sentirse rechazados, incomprendidos, fuera de sitio. Muchos se definen a sí mismos como unos “bichos raros”, que no aportan a la sociedad y eso es una de las tantas batallas que aún quedan por pelear.

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