Elecciones presidenciales del 21 de noviembre: un proceso vivido entre filas y una ola de calor

Millones de chilenos y chilenas se movilizaron a sus centros de votación para emitir el sufragio y elegir a sus representantes a nivel presidencial, parlamentario y de consejeros regionales. Proceso que dejó un sabor amargo y denuncias a lo largo de todo el territorio chileno.

Un domingo de altas temperaturas ambientó la extensa jornada de votaciones que, en esta oportunidad, se realizó en un solo día en el que la ciudadanía se presentó a cumplir con su deber cívico. En el contexto de una pandemia mundial, ya se han llevado a cabo otros procesos democráticos que han funcionado de buena manera, sin existir grandes muchedumbres ni controversias con respecto a la organización de parte del Servel (Servicio Electoral de Chile).

La dificultosa primera vuelta 

Una de las elecciones realizadas en un escenario pandémico fue la de convencionales constituyentes, donde se tomó la decisión de habilitar dos días (15 y 16 de mayo) para que la comunidad expresara su voluntad. En cambio, para la arista presidencial se optó por convocar a todos para una sola fecha, lo que concentra más gente en los centros de votación, situación que se vivió este 21 de noviembre. En una cita tan importante, la participación fue bastante alta, exactamente 7.115.590 ciudadanos manifestaron su postura política en esta ocasión, lo que provocó largas horas de espera en las comunas más grandes del país.

Comparada con la elección presidencial realizada en 2017, donde votó un 46,72% del universo total, es decir, 6.703.327 individuos, este año la superó con más de 400 mil votantes, según la información entregada por el organismo encargado. Aunque, hasta el momento, la mayor convocatoria ha sido la del plebiscito nacional por una nueva carta magna, donde acudió un 50,95% (7.569.082 personas).

Filas realizadas por chilenos para votar en el plebiscito del pasado 25 de octubre de 2020, la mayor convocatoria desde que el voto dejó de ser obligatorio. Fotografía gentileza del medio ABC Internacional.

Los factores climáticos mencionados anteriormente, sumado a la congestión vehicular en las calles cercanas a los locales transformaron el hecho de ir a sufragar en una experiencia poco grata. Tomás Aravena, quien asistió como vocal en el Liceo Técnico Femenino de Concepción, señala que la organización durante las capacitaciones fue muy deficiente. “Al llegar solo estaba el número de mesa y las cajas para las papeletas, después de varios minutos aparece una persona que nos hace rellenar un formulario, luego pasamos a un gimnasio a ver unos videos de Youtube”.

El joven penquista indica que no hubo más explicación además de los videos y una muestra de lo que es un facsímil válido, objetado y blanco. “Bajo mi criterio fue muy pobre, porque no nos explicaron las formas de proceder, por ejemplo, en una marcación asistida. Cuando llegó el momento con mis compañeros no sabíamos cómo actuar y eso retrasó mucho el proceso”, comenta. 

Desde una mirada profesional, el administrador público Manuel Vidal valora la seguridad y eficiencia del sistema electoral en nuestro país, aunque recoge observaciones respecto a lo vivido en estas primarias. “Creo que hubo poca preparación en lo operativo. Faltó pensar de manera previa en las aglomeraciones que se darían por la magnitud de la instancia. Además, se pudo cuidar más a la población por el clima que estaba pronosticado, con instalación de toldos en los establecimientos y resguardar el respeto a los grupos preferentes como adultos mayores y personas en situación de discapacidad”, sugiere el trabajador público egresado de la Universidad de Concepción.

Nicolás Valdés, de la comuna de Los Ángeles, nos comenta que en su vivencia se presenció un complejo dilema con la circulación vehicular. “Me tocó en el Colegio San Gabriel Arcángel y fue sorprendente la excesiva masa de gente que asistió. Gracias a la buena disposición de los vocales se agilizó todo, sin embargo, el problema fue que habían demasiados autos estancados sin poder entrar ni salir por la congestión. Tampoco había estacionamientos libres o alguien dirigiendo el tránsito y eso generaba un estrés mayor”.

Respecto a quienes se quedaron sin votar, Manuel señala que “mayormente pasó por no llegar a tiempo a los recintos. La institucionalidad es clara en ese sentido, sin embargo, se entiende que en muchos lugares hubo problemas de locomoción para acercarse a los locales”. No obstante, el profesional hace énfasis en el factor protocolar, indicando que “antes se tenía un mayor control de la hora de cierre, ya que la espera se hacía dentro de los establecimientos”. 

Se registraron numerosas protestas de rezagados que no tuvieron acceso a su local, los que denunciaron el acto a través de imágenes y videos en redes sociales.  Este hecho se repitió en comunas como Puente Alto, Maipú, Ñuñoa y Providencia. La fotografía corresponde a un establecimiento en Maipú, gentileza de Noemi Bernales.

Hoy en día, las hileras deben hacerse en el exterior y eso hace que sea más complejo verificar quienes estaban antes de las seis de la tarde. La información oficial de Servel dice que “las mesas receptoras se cierran a las 18 horas del día de la elección, siempre que no hubiere algún elector que desee ejercer su derecho haciendo fila al interior o exterior del local. Si hubiera electores con intención de sufragar, se deberá recibir el voto de todos ellos antes de proceder con el cierre de la votación”.

Tomás también se refirió a esta arista, indicando que muchos se fueron antes porque se demoraban demasiado “me incomoda y molesta que algunos se hayan quedado con las ganas porque su establecimiento cerró, eso se lo adjudico a la sobrecarga que tuvimos los operarios ese día. En mi experiencia, por ejemplo, no tuve tiempo para almorzar y lo único que queríamos era que terminara el día”. A pesar de esto, indica que en su caso se extendió el tiempo para que todos quienes estaban aguardando pasaran a sufragar, cerrando cerca de las 18.45 horas. 

En adición, también se acusaron ineficiencias en cuanto a las capacitaciones. Romina Infanta cumplió el rol de apoderada en la comuna de Lebu y confiesa que “muchos vocales de las mesas en la que fui apoderada no sabían qué hacer después de que los ciudadanos sufragaron, lo que atrasó el proceso”. Tras esta experiencia, reflexiona en la posibilidad de “preparar a los trabajadores desde mucho antes, quizás un mes antes del día de las elecciones. También creo que deberían asistir más funcionarios que puedan colaborar en situaciones de duda. Seguramente esto no ocurre por falta de recursos”. 

Las numerosas opciones de candidatos a los cuatro cargos a elegir transformaron la papeleta en un facsímil cuyo doblado retrasó a gran parte de los asistentes. Fotografía de Agencia Uno.

Una mirada al futuro

Los años 2020 y 2021 han marcado un antes y después en la historia electoral chilena. El cuestionamiento principal que ha surgido apunta a la gestión de los recursos y el tiempo para adaptarse a las altas convocatorias de los últimos meses.

En cuanto al futuro cercano, se espera que la segunda vuelta del 19 de diciembre sea una instancia mucho más eficiente y rápida. Manuel Vidal piensa que “en esta circunstancia no debería tomar mucho tiempo, ya que es una decisión con dos únicas alternativas. Probablemente, también existan filas por tema de aforos, pero deberían ser mayormente dinámicas”. Tal como mencionaba el administrador público, en esta ocasión se elegirá exclusivamente el cargo de presidente, mientras que antes hablábamos de cuatro decisiones en juego. 

A pesar de eso, las expectativas se sitúan en una mejor gestión para la circulación de vehículos y un sufragio agradable tanto para los encargados de dirigir como para el universo de votantes. Esto incluye una mejora en el establecimiento de horarios para respetar los tiempos de alimentación de los trabajadores, Tomás cuenta que “no tuvimos horario de almuerzo ni opción de comer algo, si nos demorábamos más por querer comer una colación, la gente se enojaba”.

Si hablamos del método de selección de autoridades en un nivel macro, las opiniones sugieren diversas medidas. Romina cree que “las funciones de un vocal deberían estar incluidas en el currículum escolar y ser parte de la formación, es algo muy importante y que la mayoría desconoce”. Esta perspectiva responde a la eliminación de la educación cívica dentro del programa educacional, que solía ser una asignatura hasta el 1998, cuando se eliminó de la malla curricular de la Enseñanza Media. 

Otra de las sugerencias es la de Francisco Santana, candidato a diputado por el distrito 21 en las últimas elecciones, quien propone utilizar los avances tecnológicos para el futuro. “Cabe la posibilidad de que exista un sistema que pueda señalar la congestión en cada local a través de una aplicación que pueda aportar datos en tiempo real mediante los apoderados de mesa que se encuentran en los recintos”.

Por otro lado, hay una responsabilidad enorme en los trabajadores para hacer todo más agilizado, por lo que una correcta capacitación es fundamental, “se podría explicar mejor la cartilla que entregan, porque la información en el folleto es demasiado escuálida y poco clara para quienes fuimos por primera vez, que era el caso de todos en mi mesa”, finaliza Aravena. 

Algunos sitúan como una posibilidad viable la opción del voto electrónico, indicando que evitaría los problemas de circulación y hacinamiento. Sin dejar de lado el conteo final, que sin duda es un tema que da pie a conspiraciones y desconfianza respecto a la legitimidad del resultado. 

Ahora bien, este medio incluye sus propias deficiencias para las que no tenemos certeza de poder solucionar con efectividad. Entre ellas, se temen problemas de ciberseguridad, autentificación y verificación.

Lorena Donoso, académica de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile y consejera del Instituto Chileno de Derecho y Tecnologías indicó en un conversatorio de la universidad ya mencionada que “el desafío es súper grande. Jurídicamente, el sistema debería garantizar estos pilares, ya sea la autonomía de la voluntad de la persona desde el punto de vista del proceso; que se pueda garantizar que no haya manipulación y desde el ámbito de la legitimidad; la auditabilidad. Esto es esencial para poder comenzar a conversar sobre una posible votación electrónica”.

Si bien la alternativa digital puede aumentar la participación y reducir costos, también puede enfrentar riesgos que pongan en duda la democracia. Se deben cumplir estándares claros y convincentes para garantizar un resultado justo que incluya a todas las generaciones.

Enfrascarse en una discusión respecto a cambios radicales en los pilares democráticos del país puede ser una causa que tome años. Por el momento, las miradas se centran en las elecciones de la segunda vuelta que están a menos de un mes. Al tratarse de una facultad establecida legalmente y una manifestación de ideales, el organismo estatal responsable tiene como deber recoger las demandas exigidas por la población durante las experiencias pasadas y mejorar la eficacia de esta.

Para muchos, el sufragio es la única instancia en la que expresan su ideal o activismo político, por ende, la exigencia de la presencialidad para efectuarlo implica sacrificios de tiempo y dinero que pretenden ser devueltos con la ejecución de un acto justo, expedito y agradable. Hasta ahora, es una deuda que debe ser pagada y satisfacer tanto a ganadores y perdedores.

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