Be Prepared: Cómo los Scouts Enfrentaron la Pandemia

Un movimiento que se basa en las actividades al aire libre no tiene cabida en el contexto actual. Eso parece a simple vista, pero desde los más altos estratos de la asociación, hasta cada uno de los beneficiarios que componen los grupos, hicieron posible algo que pocos se habrían imaginado: la adaptación de scout al modo online.

La historia del escultismo en Chile tuvo inicio en 1909, con una excursión realizada el 21 de mayo de ese año,  convirtiéndose en el segundo país a nivel mundial en adoptar el método propuesto por el fundador del movimiento, Robert Baden-Powell. El concepto es simple, los jóvenes pueden ser un motor de cambio para la sociedad, para lograrlo se prepara a adultos animadores que por medio de actividades al aire libre logran generar un ambiente de aprendizaje. ¿Pero qué ocurre cuando los privas del contacto, la naturaleza y toda la mística que rodea al escultismo? El lema conocido por la mayoría reza “siempre listos” y aunque nadie previó lo que ocurrió en 2020, no hubo tiempo que perder, pues la única solución era adaptarse.

Una nueva realidad

Decir que se logró superar la crisis es quedarse corto, distintos grupos a lo largo de Chile se vieron afectados, he incluso algunos tuvieron que cesar sus actividades, por ello la realidad nacional es difícil de traducir en términos generales. Para hacerse una idea, la organización de la asociación se divide por territorios llamados Zonas, que a su vez se dividen en distritos. Nuestro protagonista será el Distrito Río Andalién, el cual abarca desde la calle Tucapel en Concepción hasta la comuna de Tomé, y hacia el norte limita con Florida. Actualmente dentro de este hay un total de 8 grupos activos.

Uno de aquellos es el Alfa Cruz, distinguidos por su pañolín azul con líneas blancas, quienes hace tres meses celebraron un consejo donde fue elegido el nuevo responsable del grupo, Marcelo Ramírez. Antes de asumir como responsable, estuvo a cargo de la Tropa, una unidad intermedia compuesta por adolescentes de entre 11 a 15 años, y según contaba su experiencia en el primer año de pandemia, los niños ya se habían adelantado al panorama. Con servidores de discord que manejaban desde antes del covid, las actividades online empezaron de buena forma.

Sin embargo, Marcelo reconoce que el verdadero desafío era traducir el escultismo en actividades online y juegos de computadora. Una anécdota memorable son las ceremonias que tuvieron lugar: cuando un niño o niña alcanza cierta edad, debe pasar a otra unidad, los menores avanzan a intermedia y los de intermedia pasan a mayores, a esto se le llama “ceremonia de paso”, y con la creatividad propia de los jóvenes, aprovecharon su ingenio para dar la bienvenida a los nuevo integrantes de la Tropa dentro del juego Minecraft: “Programamos ceremonias dentro de juegos, para hacer el paso de manada a tropa nos juntamos en Minecraft, les hicimos una guía a los niños para que lo instalaran y preparamos un escenario con castillos y puentes”.

Por su parte, el grupo Andalién suele reunirse dentro de la Universidad del Biobio, pero sus actividades dentro del campus tuvieron un hiatus de casi dos años. Su pañolín es de color azul a rallas amarillas y verdes, a la cabeza de los dirigentes y guiadoras se encuentra Alejandro Lizana, quien va cumpliendo su tercer año como responsable. A diferencia de otros, el grupo Andalién alcanzó a tener una actividad presencial antes del encierro, pero Alejandro reconoce que se presionaron demasiado con la modalidad online: “Fue todo nuevo, el primer año bastante desgastante debido a que teníamos actividades todos los sábados. Nunca frenamos y eso creo que desgastó no tanto a los chiquillos, sino más bien a los dirigentes”.

Antes de ser dirigente o guiadora, todo animador debe pasar por un curso de capacitación. Créditos: Grupo Andalién

Gracias a este esfuerzo la deserción de beneficiarios fue mínima, y como dirigente reconoce que, a pesar de que algunos tomaron la decisión de dar un paso al costado, su compromiso no fue mermado y solo fue una forma de recalcar la confianza entre los jóvenes y los adultos: “al inicio de la pandemia nos dijeron que no volverían hasta que regresara a ser presencial, y cuando retomaron en septiembre los chicos volvieron. Eso indica que el trabajo que habíamos realizado con ellos años anteriores toma frutos ahí, quedando claro que ellos son responsables”.

Las nuevas reglas

Ya se mencionó con anterioridad, el desafío más grande era traducir el método a la realidad que se está viviendo, y eso precisamente fue una de las cosas que frenó el retorno presencial. Antes de cualquier cosa la necesidad primordial era mantener las actividades, y la persona que veló por esta continuidad fue la directora del Distrito Río Andalién, Nicole Zambrano: “la Asociación Guías y Scouts de Chile necesitaba continuar con las funciones. Al ser una institución a nivel nacional, hay que pagar sueldos, continuar con una serie de temas administrativos que se mantienen gracias los grupos scouts de todo Chile. En mi caso como representante territorial, tuve que tratar de velar para que los grupos siguieran funcionando, mediante la implementación de una nueva forma de actividades online, pero que siguiéramos tratando de pagar el registro a Santiago, ya que la asociación debía mantenerse en pie”.

Para estar dentro de la asociación es necesario inscribir al grupo, con lo cual se necesita un mínimo de 40 participantes registrados, y lo cierto es que, aunque algunos lograron sobrepasar esta cifra, otros tuvieron que hacer un esfuerzo para pagar la inscripción a beneficiarios, quienes suelen tener dificultades para hacer esto. Aunque se espera que con esto se financie los procesos administrativos, lo cierto es que lo que verdaderamente se destaca es la misma voluntad de seguir, Nicole aseguró que “tratar de mantener a los niños, yo creo que eso fue lo más importante, incluso más que si cancelaban o no el registro institucional. Que el grupo se cohesionara y que mantuviera todo su trabajo durante este periodo, que los niños se quedaran, los adultos generaran actividades entretenidas aun siendo online para cautivar a los chicos y chicas”.

Pero a medida que el país avanzaba en medidas para volver a la normalidad, los scouts tomaron su parte de este proceso. Lo primero fue organizarse, en conjunto con personal médico y el Seremi de salud se conformó una comisión para el retorno seguro. De este nació el protocolo, diseñado para asegurar que se volviera a actividades presenciales con el menor riesgo posible. Esta información empezó a ser interiorizada por los coordinadores zonales de salud, de ahí llego a los voluntarios zonales, para finalmente ser captado por los voluntarios zonales quienes estarían a cargo de dictar los cursos de acreditación.

Pese a que se debe declarar una lugar fijo en la hoja de ruta, es posible indicar otra área para la actividad. Créditos: Grupo Alfa Cruz

Pía Martínez es una de las formadoras que está activamente apoyando los cursos para los dirigentes y guiadoras. Se unió a los scouts en 2018 y a pesar de que actualmente no es miembro activo de ningún grupo, sigue al servicio de la asociación. La llamada acreditación consiste en un curso que se toma de forma voluntaria, con una duración de una semana, no obstante cada grupo con pretensiones de volver a reactivar debía tener a todos sus animadores con el curso aprobado. Al respecto Pía comenta que esto consistía “más que nada para ver si las personas entendieron el protocolo, ante cualquier cosa es fácil leerla pero puedes no entender nada, por ello se hacían preguntas capciosas para asegurar que se rijan a las normas”.

Con todo listo, lo que ahora toca es el papeleo. El protocolo contempla una serie de documentos, donde se verifica que el grupo está en condiciones de reactivar, además de especificar en las hojas de ruta el cómo y dónde se llevarán a cabo las actividades. Este es un proceso riguroso que toma una semana completa, Pía es parte del equipo que aprueba y asiste a los grupos con las hojas de ruta, la cual fácilmente se divide en 6 documentos por cada uno. Al momento de recibirlos tiene 48 horas para revisarlos, en caso de que exista alguna observación se dispone de un día para hacer correcciones y luego otras 48 para la evaluación final. En caso de que se apruebe lo único que queda es llevar la actividad a cabo, en esto ella toma la iniciativa y asegura que ha estado en la reactivación de la mayoría de los grupos del distrito: “por lo general nosotros conocemos todos los lugares. Hemos ido a casi todos los grupos, el día que inician  actividades o un sábado posterior, independiente de si es en una zona habitual nosotros estamos ahí”.

De regreso a la acción

Ya hablábamos del grupo Alfa Cruz, quienes a pesar de no ser los primeros, sí que fueron uno de los más veloces a la hora de reactivar. Esto se debió a la predisposición que tenían los dirigentes y guiadoras a iniciar lo antes posible. Su responsable hace cuenta de ello: “teníamos súper claro que apenas pudiéramos volver lo íbamos a hacer, teníamos todos los documentos listos, todo lo que nos pudieran pedir. Cierta parte dependía de la gestión de los apoderados, que era la compra de los botiquines, y eso se hizo casi instantáneo, los apoderados se enteraron y al día siguiente tuvieron todo comprado”.

Ya en la práctica les tocó velar por el cumplimiento de las normas y poner a trabajar su creatividad, después de todo las actividades no debían tener contacto. Las caminatas son una opción, y por su parte algunos juegos tenían que ser modificados, sin embargo es tal el entusiasmo que incluso se plantean no cerrar el año y seguir hasta marzo.

Actividad presencial Andalién. El sábado 11 de diciembre dieron por cerrado este año de actividades. Créditos: Grupo Andalíen

En el caso del Andalién la situación fue similar, dado que el mismo Alejandro estaba a cargo de las acreditaciones del distrito le fue sencillo motivar a los equipos de su grupo para realizar el curso. Con ese desafío superado adaptar los juegos y talleres no les tomó demasiado tiempo, retomando tradiciones tan comunes como juntarse al inicio de la tarde para hacer los gritos de unidad, qué en pocas palabras es la forma en que se presentan a los demás antes de dar inicio a las actividades.

Uno de los eventos culmines en los campamentos scout es el fogón, una ceremonia en la que todos se juntan en torno a una pira de fuego para hacer danzas. El distrito se hizo eco cuando el grupo Salesiano con sus pañolínes rojo y amarillo fueron los primeros en llevar dicha actividad a cabo, aunque no fuera lo mismo, los beneficiarios se llenaron de orgullo con esta hazaña. Así lo deja en claro Ahylin Ibañes, guiadora de Tropa y una de las organizadoras de la actividad, quien cuenta su primera experiencia participando de esto: “es primera vez que armé un fogón. Fue distinto porque ya no era el fogón grande que era una pila de palos que resultaba más grande que uno, sino que era una preparación más chica”.

Claramente el impacto no es el mismo, pero a voz de Ahylin lo más fuerte fue el cierre: “cada fogón al finalizar se canta el Kumbayá, que es una canción para unir al grupo ya que uno cruza las manos y toma las del que está al lado y se va haciendo más chico el círculo, lo cual no se pudo realizar porque con todo el protocolo que tiene la asociación teníamos que mantener los dos metros de distancia. Por eso fue más complicado, de darse la mano entre hermanos pasaron a abrazarse ellos mismos”.

El sendero a recorrer

Muchas experiencias se pasan al limpio con lo vivido, las cuales quedan como lección para situaciones futuras. El sistema actual de seguro será el mismo para el próximo año, pero con la esperanza de volver a la normalidad, los niños y niñas están dispuestos a hacer estos sacrificios en pos de mantener activos a sus grupos. Aunque las realidades de estos grupos son las más optimistas, lo cierto es que todos pasaron por malos ratos, con beneficiarios que no se acomodaron al modo online y dirigentes que se vieron sobrepasados con tanto trabajo. Pero al final todas las proyecciones apuntan a la revitalización de los grupos, tanto del distrito como los del país completo, y aunque definitivamente se queda corto decir que lograron superar la crisis, no hay que quitar el mérito al hecho de que pudieron adaptarse cuando muchos no estuvieron preparados.

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